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Ignacio Peña, burgalés contagiado con coronavirus BC
«Somos auténticas bombas de relojería que hemos de mantenernos aislados para erradicar esta maldita enfermedad»
Burgaleses ante el coronavirus

«Somos auténticas bombas de relojería que hemos de mantenernos aislados para erradicar esta maldita enfermedad»

Ignacio Peña, paciente contagiado con coronavirus ·

El burgalés Ignacio Peña ha estado nueve días ingresado en el Hospital de Burgos tras dar positivo en coronavirus Covid-19 | Lo peor ha sido el aislamiento, que mantiene en su domicilio, y lo mejor el trato del personal sanitario y de todos los profesionales del centro hospitalario

Domingo, 5 de abril 2020, 09:06

Está ya en casa, con su familia, atendido por su paciente esposa, como él mismo reconoce, pero todavía en régimen de aislamiento absoluto. Ignacio Peña está siendo muy estricto con las medidas de aislamiento domiciliario que le han recomendado una vez le han dado el ... alta, tras pasar nueve días ingresado en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). «Lo que más miedo me produce es poder infectar a alguien», reconoce, así que no tiene contacto alguno con su familia. Su mujer le deja la comida a la entrada de la habitación, en material desechable, insiste.

Una situación que no es fácil, pero sí necesaria. «Somos auténticas bombas de relojería que, por el bien de los demás, hemos de mantenernos aislados para tratar de erradicar esta maldita enfermedad», afirma Ignacio. Lo que no evita para que haya sido, y siga siendo, el aislamiento la parte más dura de toda la enfermedad. «Son demasiadas horas para pensar, sintiéndome físicamente mal», afirma, y eso que él no es de darle muchas vueltas a la cabeza. Pero, claro, aislado y con tiempo por delante, cuando uno además no se siente bien, pues es inevitable.

Eso sí, agradece que le haya tocado vivir esta experiencia en un momento como el actual, en el que contamos con numerosas herramientas de comunicación a nuestro alcance. «Tanto la familia como los amigos han luchado al máximo por hacernos sentir acompañados en todo momento», reconoce. Y «con la tranquilidad de que era el mejor de los escenarios que nos podíamos plantear», pues el aislamiento frena los contagios, la clave en la lucha contra el coronavirus. Y, además, Ignacio ha estado en el HUBU, un ejemplo del buen sistema sanitario público de Castilla y León, afirma, aprovechando su experiencia personal para reivindicarlo.

«He estado ingresado nueve días a cuerpo de rey, con un trato médico y humano fantástico y que me ha hecho sentir orgulloso de nuestro sistema sanitario», explica. Y en ese sistema engloba al sector médico, pero también a todo el personal que trabaja en el HUBU, «de una forma tan humana y paciente, máxime en esta situación extrema, que hay que vivir para advertir que es una situación de película de miedo», afirma. Son circunstancias «absolutamente excepcionales», reitera, y todos los colectivos están sometidos al riesgo de contagio y, aun así, dan todo lo que pueden.

Sin esperarlo

Ignacio empezó a sentirse mal el 9 de marzo, «justo cuando comenzaba a vivirse en el país una cierta preocupación por lo que parecía venírsenos encima», recuerda. Empezó con síntomas compatibles con una gripe, hasta que llegó el cansancio total y la sensación de que el aire no le llegaba a los pulmones, así que optó por ir a Urgencias. Allí le hicieron una placa y, con el encargo de vigilar su evolución, lo enviaron para casa. Mejoró un poco pero el lunes 16 volvió a sufrir dificultad respiratoria, agotamiento, malestar general, tos seca y falta de apetito.

De nuevo, acudió al médico de familia y con antibiótico volvió a casa. Finalmente, cinco días más tarde, llegó al Hospital de Burgos. «Allí me metieron en un box aislado inmediatamente, si bien no decidieron hacerme la prueba hasta conocer el resultado de la placa» y, cuando detectaron afección pulmonar, le hicieron la prueba que dio positivo en coronavirus. Ingresado ha estado nueve días, acaba de salir pero sigue físicamente agotado. «Es una sensación continúa de cansancio y de que me falta la respiración la que me viene acompañando las últimas semanas», remarca. Eso sí, la enfermedad parece que evoluciona favorablemente aunque le vaya a llevar tiempo la recuperación.

Y, en todo momento, Ignacio destaca el buen trato recibido en el HUBU. «No se ha escatimado, en mi caso al menos, en medios técnicos», afirma, y recuerda a todo el personal, sin excepción. «¡Se están jugando la vida por nosotros! y lo hacen con la máxima educación, paciencia y profesionalidad», asevera. Ignacio reconoce que impresiona ver a los profesionales con el equipo de protección, notar que les costaba trabajar y que las gafas se les empañaban. «Va a ser triste no poder poner cara a todo un equipo que ha hecho tanto por curarte», insiste.

En lo que sí que «pincha» el sistema, se lamenta, es en que no se ha hecho ningún tipo de prueba a los miembros de su familia, ni se les ha informado durante el proceso sobre las medidas a adoptar, más allá del confinamiento general. Informados de su estado sí que han estado, en todo momento, pues los sanitarios estaban en contacto diario con la familia. «Siempre ha existido la máxima disposición del personal a atender todas y cada una de las labores que pudiesen ser necesarias, incluso a riesgo de poner en peligro sus propias vidas», afirma.

De este modo, y tras pasar por esta experiencia y con tanto tiempo para pensar, Ignacio reconoce que la crisis del coronavirus nos debería de servir, como sociedad, para aprender a apreciar a las personas y la gran vida que tenemos y «dejarnos de tantas chorradas, con perdón de la expresión». Eso sí, espera que la solidaridad y el buen comportamiento que está demostrando la mayor parte de la ciudadanía se mantengan durante mucho tiempo porque la tarea de reconstruir España tras la crisis sanitaria «va a ser muy dura», opina.

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