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Tres nuevas edificaciones se unen en la provincia de Burgos a la lista roja de Hispania Nostra. Se trata de tres almacenes reales de sal situados en Poza de la Sal. Conocidos como El Depósito, Trascastro y La Magdalena, estos dos últimos reciben su nombre del valle en el que fueron levantados.
De los tres, El Depósito es el edificio más antiguo. Se levantó durante el reinado de Felipe II, mientras que la construcción de Trascastro y La Magdalena fue ordenada y financiada por la Hacienda Real de los Borbones en los umbrales del siglo XIX, durante el reinado de Carlos IV, una vez concluida la Casa de Administración de las Reales Salinas.
Estas edificaciones son un ejemplo de la arquitectura industrial, además de una prueba de la importancia que alcanzó la industria salinera en Poza de la Sal. Los tres Almacenes Reales de sal pueden verse todavía, aunque se encuentran en ruinas, en los extremos del salero.
«Están completamente arruinados, con las cubiertas hundidas», según indica Hispania Nostra. El Depósito, el único ubicado en el casco urbano, está vallado y perimetrado, con carteles alertando de su deterioro y del peligro que tiene de derrumbe. Los otros dos se encuentran en los valles, y llama la atención su imponente y monumental aspecto, a pesar de su avanzado estado de ruina.
Las edificaciones tienen como características constructivas la fábrica de sillería y mampostería, vanos de acceso de medio punto y sus grandes dimensiones, con una doble función: almacenamiento y habitación. Además, existían otras dependencias para el personal que los atendían: el guardalmacén, los llenadores, el pesador, los mozos de faena y los dependientes o carabineros, encargados de la vigilancia.
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Aythami Pérez Miguel
Durante toda la Edad Media la villa de Poza se convierte en un gran centro de producción y comercio de sal, vinculada a la familia Rojas. A medianos del siglo XV, se construye el castillo para defender las salinas y su distribución, a la vez que se protege la villa con una muralla. Con los Reyes Católicos la actividad salinera de Poza se ve favorecida al fundar la Cabaña Real de Carreteros, para fomentar el transporte, a la vez que se establecen privilegios de protección para esta actividad.
Posteriormente Felipe II determinará que la comercialización de la sal pertenezca exclusivamente al Estado, que compraba toda la sal producida y monopolizaba la venta de sal en todo el país. En el siglo XVII se construye el edificio de administración de las Salinas, y los grandes almacenes de sal se edifican a principios del siglo XIX, dándose a mediados de este siglo la mayor producción.
En el siglo XX la aplicación de sistemas de explotación salinera más rentables, con introducción de nuevas técnicas, tiene como consecuencia un desarrollo de salinas costeras, con la consiguiente decadencia de los centros continentales, como Poza de la Sal.
Tras esta decadencia los alamacenes cayeron en el olvido hasta darse el deterioro actual de estas edificaciones.
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