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Salvador Domínguez se encarga de mantener el toque manual de campana en la iglesia del Hospital del Rey todos los domingos. AYTHAMI PÉREZ

El toque manual de campana, un patrimonio que se recopila, transmite y mantiene en Burgos

La Asociación de Campaneros de Burgos confía en que la UNESCO declare como Patrimonio Cultural Inmaterial el toque manual de campana. Llevan años trabajando por preservarlo, recopilan toques, trabajan por un centro de interpretación, han creado una escuela de campaneros y, además, se encargan del toque manual en algunas parroquias burgalesas

Lunes, 14 de noviembre 2022, 07:27

El sonido de las campanas es paisaje sonoro en pueblos y ciudades. Las campanas, tañidas por campaneros y campaneras, hablaban de todo, transmitían todo, era un lenguaje de comprensión común. Siguen formando parte del paisaje, pero ahora su sonido suele estar automatizado. La hora, llamada a la oración, informar de fallecimientos, de tormentas y desastres naturales, de fuegos, llamadas de los distintos gremios, todo, «era el WhatsApp de antaño», asegura Chema Bombín, presidente de la Asociación de Campaneros de Burgos.

Esta asociación, junto a otras del resto de España, está muy pendiente de la decisión que a finales de noviembre tome la UNESCO. Los representantes a nivel mundial de este organismo se van a reunir en Rabat (Marruecos) del 28 de noviembre al 3 de diciembre para determinar, entre otras cuestiones, si deciden catalogar el toque manual de campanas como Patrimonio Cultural Inmaterial.

En la provincia de Burgos Las Quintanillas o Puentedey son dos referencias en el toque manual de campana. Precisamente en Las Quintanillas nació la Asociación de Campaneros de Burgos. Allí, tres campaneros, descendientes a su vez de familias campaneras, comentaron la pena que les entraba al pensar que ellos morirían y el toque manual de campanas se olvidaría con ellos. Ocurrió por el 2015, cuando las campanas de Las Quintanillas ya tocaban de forma automática.

Automatización

El oficio de campanero no era fácil, tenía que acudir las veces que se precisara a lo largo del día al campanario. Y no eran pocas las veces. Tenía que subir hasta lo alto de la torre varias veces al día y controlar ritmos y toques. Pero así no solo comunicaba absolutamente todo a sus vecinos, también ayudaba a mantener en buen estado el campanario, ya que cualquier desperfecto era rápidamente divisado por este. Ahora, con el toque automatizado, es más común que los desperfectos se alarguen en el tiempo y enquisten. Pero la automatización de los toques de campana es algo más cómodo, sobre todo en poblaciones envejecidas y escasas.

Pero esto conlleva una pérdida patrimonial inmensa. Sin campaneros, sin relevo generacional, el toque manual de campana se pierde y, con ello, olvidamos parte de la historia que nos ha traído hasta aquí. «Es más cómodo el toque automático porque faltan campaneros, sobre todo en los pueblos más pequeños de Burgos, porque a todas horas no se puede subir a tocar. Hay veces que el toque de misa no hace falta hacerlo manualmente, eso se entiende, pero lo que queremos es que al establecer sistemas automáticos no se impida el toque manual. De lo contrario, el campanero deja de subir, fallece y con él se pierde todo el conocimiento sobre el toque manual», explica Chema Bombín.

Salva en el campanario de la iglesia de Hospital del Rey. AYTHAMI PÉREZ

El trabajo de la asociación

El objetivo principal de los campaneros de Burgos es recoger y transmitir el toque manual. «La Unidad de Cultura de la Diputación está haciendo un gran trabajo en cuanto a la recogida de información sobre tradición y etnografía. Nos escucha, ha organizado concursos de toque de campana. En estos concursos, además, se grababan esos toques, por lo que la Diputación dispone de ese archivo. Además, nosotros estamos hablando con campaneros y así recopilamos información, miramos campanas, yugos, estructuras, porque no solo es el toque, es también la conformación del campanario, los materiales. La función de la asociación no solo es tocar las campanas, es recuperar y conservar los toques y, además, transmitirlos», explica Bombín.

Y dentro de esa tarea de recopilación y divulgación han comenzado a estudiar los toques que se hacían en el pasado, investigar y recogerlos. Para ello también cuentan con la ayuda de la Unidad de Cultura de la Diputación, personas del Arzobispado y con el etnógrafo Adolfo Díez Ausín, además de todos los campaneros más veteranos. Así han conformado un grupo de trabajo para recoger los toques.

Ulises Hernando, uno de los campaneros más jóvenes de Burgos, tocando las campanas en la iglesia de San Antonio Abad de Burgos. AYTHAMI PÉREZ

Dentro de sus proyectos quizá el más llamativo es la adquisición de un campanario móvil. Se trata de un carro portátil con campanas. «Lo hemos alquilado en alguna ocasión a otras asociaciones y nos gustaría tener uno para mostrar a la gente más fácilmente cómo se tocaban las campanas de una forma más accesible», apunta Bombín.

Además, tienen la intención de trabajar y avanzar en conseguir un centro de interpretación del toque manual de campanas. Se ha propuesto que sea la torre de la iglesia de Las Quintanillas el lugar que albergue este centro. «Es un lugar accesible, con espacio suficiente. Pero todo esto es un principio de negociación, estamos manteniendo charlas y encuentros», añade.

Los diferentes toques

Las personas más mayores de los pueblos son capaces de distinguir, por ejemplo, si en un toque de difuntos la persona fallecida es un hombre o una mujer. Algo que pocos de los más jóvenes son capaces de descifrar. En el año 1974 se jubiló el campanero de la Catedral de Burgos y se automatizaron las campanas. Pasó lo mismo en muchos otros pueblos de la provincia. Han perdido sus toques de campana particulares durante estos últimos 50 años debido a la automatización. «El campanero deja de subir, no hace falta, y los toques que no son los más habituales como los de misas y fiestas no se transmiten de generación en generación», lamenta Bombín.

En Las Quintanillas se sigue tocando manualmente las campanas en ocasiones. Suponen que esos toques son similares a los que se hacían en la Catedral de Burgos, «seguramente se copiarían del templo más importante, pero no lo sabemos con seguridad», explica el presidente de la asociación. «En nuestra zona, en Burgos, se recuerdan unas 12 toques, dependiente de la zona, no se recuerdan más y en una ciudad como Burgos en el año 1800 habría muchos más toques. Se avisaba de todo, toques religiosos, civiles, había toques de comunidades de trabajadores, alertas, incendios, tormentas, fallecimientos», añade.

Ulises controla y conoce múltiples toques de campana. AYTHAMI PÉREZ

«En el sur de España, donde se ha mantenido más la tradición, hay toques muy peculiares. Cuando sonaba el toque a fuego, algo relativamente frecuente en una ciudad grande, se hacía distinción con el toque de campana hacia dónde se tenía que salir, si tenías que ayudar o no. La población lo conocía aunque los matices fueran muy escasos», explica Bombín.

La escuela de campaneros

La Asociación de Campaneros de Burgos está formada por unas 30 personas de edades diversas. El más joven tiene unos 9 años y el más mayor es Aurelio, el vicepresidente, de unos 84. En todos ellos esta afición provoca el mismo destello en los ojos. «Te juntas con campaneros mayores y les ves ese brillo en los ojos que les recuerda a su infancia, a su vida, porque es que han tocado las campanas siempre. No solo te hablan de campanas, te hablan de una vida en el pueblo, de una vida distinta a la que conocemos, repleta de anécdotas», destaca Bombín.

Así, un grupo de campaneros de la asociación, unos jóvenes y otros más mayores, se juntan en la ermita de Las Quintanillas en viernes alternos. Acuden por la tarde al campanario de esta ermita que es pequeño y accesible y ahí practican los toques y se enseñan unos a otros. Algunos son autodidactas y aprenden de sus compañeros, otros, en cambio, han mamado el oficio de la familia.

El problema de la desaparición del oficio es perder una parte importante del pasado. AYTHAMI PÉREZ

Además, otro grupo de campaneros tocan manualmente a misa los domingos en Burgos. Lo hacen en varias parroquias, en la de El Pilar, en San Antonio Abad, en La Anunciación, en Las Nieves y en el Hospital del Rey. Son campaneros de todas las edades, cada uno tiene su parroquia asignada y si algún domingo no puede acudir, hay un sustituto en la asociación. Lo que hacen es tocar a la misa de domingo. Estas iglesias, además de mantener esta tradición, este legado, cuentan con la ventaja de tener una personas que sube al campanario y puede avisar de las goteras, roturas, campanas descolgadas, badajos caídos. Por esta era también la labor del campanero.

El oficio se realiza con vistas privilegiadas, pero también conlleva subir, en ocasiones, a campanarios con escaleras o accesos en mal estado. Pero, gracias a este oficio, se controla el estado de esta parte de la iglesia. AYTHAMI PÉREZ

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