Mario García y su madre, Rosa Saiz, inauguraron con toda la ilusión del mundo La Taberna de Arriba, un bar restaurante en la Calle Mayor de Medina de Pomar, solo quince días antes del primer confinamiento. Ahora, un año más tarde, de lo mucho ... que han aprendido lo principal es que los problemas se abordan cuando llegan, porque en la pandemia las previsiones no se han complido nunca.
«Al principio te intentas adelantar», reconoce Mario, pero cuando las olas son las que condicionan la actividad, con restricciones que se endurecen o flexibilizan de la noche a la mañana, el margen de maniobra es mínimo. «Vas saltando las piedras según te las van tirando, organizarse es imposible», admite el medinés, que reconoce que lo más complicado es el tema del personal y la gestión del género para el restaurante.
La plantilla inicial estaba compuesta por cuatro personas. Junto a Mario y Rosa, los socios, tenían dos empleados contratados y con previsión de refuerzos puntuales pues «los dos primeros fines de semana no dieron abasto», admite Mario. Luego estalló la pandemia y, aunque el verano no fue malo, las restricciones posteriores se lo han puesto muy difícil, así que ahora solo cuentan con un trabajador, Juan José Herrer. Y han tenido que reorganizar horarios y servicios.
«En hostelería, todos tenemos que ayudar a frenar al virus. Todos somos conscientes, pero también de que tenermos una terraza en diciembre en Medina»
Los encargos, la comida para llevar, que era inicialmente un servicio secundario, se ha convertido en algo mucho más habitual. Y es que las restricciones actuales limitan mucho la actividad. Abren a mediodía, para las comidas, que es lo que mejor funciona, porque «la tarde-noche está muy floja» a consecuencia del toque de queda. Y es por la noche cuando reciben más pedidos para llevar.
«Aunque te venga gente, a lo mejor ni puedes darle» por tiempo o por espacio, se lamenta Mario, que admite que lo han pasado mal, y no solo por motivos económicos. Abrieron «con toda la ilusión» un negocio nuevo y, en solo quince días, tuvieron que cerrar, así que «se echaron a temblar». Eso sí, han encontrado apoyo en el sector de la hostelería, puesse han ayudado unos a otros, y en algunas administraciones.
Con el Ayuntamiento de Medina de Pomar no tienen queja, afirma Mario. «Se han portado muy bien con el tema de la terraza» y, además, han sacado líneas de ayudas directas y para el ERTE. Con la Junta ya es otra cosa. «Nos está tendiendo la mano pero cuando vamos a cogerla nos la quita», se lamenta, y algunas ayudas acabarán llegando cuando la gente ya no tenga trabajadores que sacar del ERTE o negocio.
Hostelería frente a la covid-19
Mario también destaca lo bien que se han portado los caseros con los alquileres. «Hay mucha gente dispuesta a ayudarse entre sí», asegura, pues la pandemia ha hecho mella en prácticamente todos los sectores. «En hostelería, todos tenemos que ayudar a frenar al virus. Todos somos conscientes, pero también de que tenermos una terraza en diciembre en Medina», y que con un grado es muy difícil que alguien se te siente a tomar algo, mucho menos a comer.
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