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El origen del acebo como una planta asociada a la Navidad parece remontarse a los siglos VII y VIII y trasladarse a las islas británicas. Pero es a mediados del siglo XIX cuando se empieza a utilizar el acebo como planta de la buena suerte, entre muchas otras. Y en la provincia de Burgos podemos encontrar estos ejemplares en agradables rutas por la naturaleza.
Aquí os dejamos algunos puntos, unas rutas que se pueden completar con una buena comida en algún restaurante local con su buena comida casera. Pero hay que recordar que el uso indiscriminado del acebo y la costumbre de cogerlo como adorno ha llevado a este árbol casi a la extinción en muchas zonas, no colabores con ello. Obsérvalo, fotografíalo con sus frutos rojos que contrastan con la naturaleza verde, marrón y gris de esta época, pero déjalo ahí, es donde más bonito queda.
Huerta de Arriba
En la provincia de Burgos podemos encontrar acebos en Tolbaños de Abajo, una ruta cercana al pueblo nos lleva hasta multitud de ejemplares. También en las cimas de los montes de Ordunte o la sierra de Ordunte, un sistema montañoso ubicado entre Valle de Mena y Valle de Carranza, en Bizkaia.
También encontramos ejemplares en Huerta de Arriba. Además, el acebo de Huerta de Arriba se caracteriza por ser centenario o milenario, depende con quién se hable tendrá una edad u otra. Pero tiene un perímetro de unos seis metros. Tiene la peculiaridad de que está seccionado en dos en su tronco por la acción de un rayo, probablemente.
Al igual que ocurre con la edad, los topónimos también cambian según a quién se le pregunte, a este acebo se le conoce también como el acebo de Elera, el mismo nombre que recibe un arroyo que nos acompaña en la ruta. Lo mejor para llegar hasta a él, sabiendo que la ruta comienza por detrás del frontón de Huerta de Arriba, es preguntar a los lugareños, buscar la ruta antes en algún blog y llevar con nosotros un mapa, ya sea en papel o descargado en el teléfono móvil por si perdemos la conexión a internet.
Valmala
En la Sierra de la Demanda, en Valmala, en la subida de Alarcia, entre el embalse de Úzquiza y el pico San Millán, encontramos otro acebal. Algunos ejemplares alcanzan los ocho o los diez metros. Se ubican a una altura de unos 1.100 metros. Este acebal está más descuidado, algunos añosos están desmochados. En los últimos años se han calcinado varios corros importantes de acebos. Según las ordenanzas del pueblo de Valmala, las de 1606, no se permitía cortar acebos, salvo sus ramas, se reservaban para guarecer el ganado durante las tormentas.
El ramaje se empleaba para alimentar a las cabras durante el invierno. Además, se recogían ramas para el Domingo de Ramos y se llevaban a bendecir. En este caso, los acebos se encuentran estropeado por el afán de la gente de saltarse esa prohibición de cortarlos. En los años setenta se llegaban a llenar varios camiones de ramas para exportar durante el invierno con destino a los mercados navideños, según una publicación de J.A. Oria de Rueda, 'Las acebedas de Castilla y León y La Rioja: origen, composición y dinámica' para el ya extinto Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA).
El otoño puede ser el mejor momento para recorrer los bosques de Pineda de la Sierra, por la explosión de colores del otoño, pero el invierno también es una buena opción con la ropa adecuada, eso sí, estamos en Burgos. Abedulares, acebedas, robledales y hayedos podemos encontrar en esta ruta que nos lleva hasta la cumbre del pico Mencilla, con casi 2.000 metros, una de las cumbres más míticas de la sierra de La Demanda.
La ruta, si se está en buena forma física y acostumbrado a rutas senderistas, es asequible. El recorrido sube poco a poco por caminos y senderos de montaña cuya máxima dificultad es el desnivel.
El recorrido comienza en Pineda y tras cruzar el río Arlanzón se atraviesan abedules y rebollos que dejan paso a una de las masas de acebo más extensas y, en este caso sí, mejor conservadas de la provincia. Pero los acebos son pronto reemplazados por bosquecillos de roble albar entre los que empiezan a aparecer las primeras hayas.
La ruta hasta el Mencilla y regresar es de unos 14 kilómetros. La dificultad es alta por la distancia y por el desnivel positivo de 767 metros.
Hayas centenarias, pinos y acebos son los ejemplares que nos podemos encontrar en esta ruta que nos lleva hasta el nacimiento del río Oropesa, a los pies de las cumbres de la Sierra de La Demanda. La ruta discurre paralela al río Oropesa, que nace bajo la cima Remendía y llega hasta Pradoluengo. Precisamente este río fue el motor de la actividad textil del Pradoluengo, donde todavía se conservan los batanes, las máquinas que transforman unos tejidos abiertos en otros más tupidos.
La Iglesia Católica estaba empeñada en sustituir el muérdago para conmemorar el nacimiento de Jesús, una planta que asociaban con ritos y creencias mágicas fuera de la Iglesia. El árbol que lucía vistoso en invierno en gran parte de Europa era el acebo, ya que muchos otros, de hoja caduca, se mantenían pelados. El brillo de las hojas y el color de sus frutos los llevó a impulsar el acebo.
La Iglesia argumentó que las pinchas de las hojas recordaban a las espinas de la corona de Cristo, mientras que los frutos rojos eran la imagen de la sangre.
En España, la explotación que sufrieron los acebos a lo largo del siglo XX, la costumbre de convertirlo en adorno, el asociarlo con la buena suerte llevó a este árbol casi a la extinción.
Actualmente, el acebo se encuentra protegido y está prohibida su corta. Los acebos y ramas que se venden en floristerías o mercados deben proceder de podas controladas que, además, deben estar identificadas como método para controlar su procedencia.
En Castilla y León encontramos dos acebales muy relevantes, uno está más cerca de Burgos que el otro. Es el de Garagüeta, en Soria. Al norte de la provincia, en el Sistema Ibérico Norte y en el término municipal de Arévalo de la Sierra. Tiene 406 hectáreas, es el acebal más importante de la península y uno de los más extensos de Europa.
En Segovia encontramos el de Prádena con unas 60 hectáreas de bosque ubicadas más arriba del paso de la Cañada Real Soriana Occidental.
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Óscar Beltrán de Otálora, Gonzalo Ruiz y Gonzalo de las Heras
Melchor Sáiz-Pardo, Mateo Balín y Álex Sánchez
Encarni Hinojosa
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