Pablo de Rojas se encierra en Belorado con las monjas cismáticas

El terremoto religioso provocado por la ruptura con Roma de las monjas clarisas de Belorado, lejos de perder intensidad con el paso de los días, no hace sino aumentar la tensión. Ahora uno de los actores principales de esta trama, el obispo excomulgado Pablo de Rojas, se ha encerrado en el convento de la villa de Burgos con las religiosas para mostrarles así su apoyo.

Además, según ha podido confirmar EL CORREO, una monja de esta congregación abandonó ayer el convento al estar disconforme con el rumbo que han tomado sus compañeras, que se enfrentan a la excomunión. El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, ha intentado lanzar mensajes de calma y aseguró que la Iglesia no tomará «decisiones drásticas», pero la abadesa sor Isabel de la Trinidad «no coge el teléfono» desde qu e hiciera público el manifiesto de 70 páginas en el que explicaban la intención de desligarse de la doctrina de la actual Iglesia Católica al declararse contrarias al Concilio Vaticano II.

Y lo hacen para unirse a Pablo de Rojas, el obispo que fue excomulgado por el propio Mario Iceta y que pertenece a la corriente thucista, que toma su nombre del vietnamita Pierre Martin Ngo-Dinh-Thuc y se caracteriza por su rechazo radical del Concilio Vaticano II. sus misas siguen siendo en latín y con el oficiante de espaldas a los feligreses y niegan la validez de todos los papas desde Juan XXIII.

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Ngo-Dinh-Thuc fue también quien consagró obispo a Clemente Rodríguez, que después se autoproclamaría papa, aunque Pablo de Rojas ya declaró en EL CORREO que él no tiene nada que ver con esa «secta» del Palmar de Troya.

Detrás de toda la polémica se encuentra la supuesta trama inmobiliaria que relaciona a las clarisas de Belorado con Pablo de Rojas y que el Arzobispado de Burgos habría intentado frenar, situando aquí el origen del enrocamiento de las monjas del convento contra la Diócesis burgalesa. Por este motivo, en su manifiesto denuncian una «persecución» y acusan a Roma de no dejarles vender el convento de Derio, que es de su propiedad.

Añaden que no se les permite «cumplir con los pagos» del monasterio de Orduña, que quieren adquirir. Lanzaban también una advertencia: «Nos llamarán herejes, cismáticas y locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen». Un manifiesto que pone el origen del cisma en una operación inmobiliaria que no ha podido ser culminada y que llega en el momento en el que la abadesa de Belorado está a punto de dejar su cargo.

El supuesto benefactor que hubiese permitido a las clarisas de Belorado realizar estas operaciones inmobiliarias sería el mismo Pablo de Rojas y, al saber el Arzobispado de Burgos de quién se trataba, paralizó cualquier transacción. Y en este punto habría comenzado rel cisma.

Pablo de Rojas escenifica el apoyo a las clarisas de Belorado encerrándose con ellas en el convento que, aunque permanece sellado a cal y canto para vecinos, peregrinos y prensa, sí ha abierto sus puertas a los familiares de las religiosas, que las acompañan estos días para apoyarlas.

Así lo confirmaban las propias monjas este mismo martes en una publicación en instagram, en la que aseguraban no estar secuestradas y que insistían en que no se van de la Iglesia Católica. Lo hacían con total naturalidad y tranquilidad, sonrientes y aparentemente ajenas al tsunami mediático que han generado esta semana.