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Uno de los concejales del Ayuntamiento por el PP, Bernabé Díez, se puso en contacto con una de las religiosas vía telefónica. Al término de la conversación, expresaba que la intención de las monjas era emitir una nota o al menos dar una explicación de ... la situación por la que están atravesando en estos momentos. Preguntó a la religiosa con la que hablaba y la mujer le contestó que su «situación emocional y física es buena».
Belorado respiraba calma la tarde del martes 14. Eso sí, la vecindad mostró la «sorpresa» por la repercusión mediática de este acontecimiento. La villa es una localidad de paso del Camino de Santiago y eran decenas los peregrinos que descansaban en las terrazas de los bares y en los lugares cercanos al Camino.
También había otros vecinos, como el caso de Rosana, que hasta esta mañana no han tenido conocimiento de lo ocurrido en el monasterio. Esta mujer, que acababa de recoger a sus hijos del colegio, aseguraba que se había enterado «de forma casual al llevar a los niños a la escuela». Aseguraba que llevaba «muy poquito tiempo en Belorado», procedente de Venezuela.
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Algo parecido respondía Natalia, una mujer moldava que lleva un año viviendo en Belorado. Conocía «la existencia del monasterio, pero no tenía información acerca de lo ocurrido» y se sorprendió mucho al conocer la decisión de las religiosas y la repercusión que está teniendo en los medios de comunicación
Santiago Pérez González ha sido durante toda su vida agente municipal de Belorado. Él recuerda sus visitas continuas al monasterio «en otros tiempos» y asegura que «las monjas son buena gente y generosas». Casi siempre salía del convento con «algún dulce para los chicos, regalo de las religiosas», aseguraba. Con respecto a la situación cree que «el mundo está muy jodido, y que realidades como esta son posibles, pero muy sorprendentes».
Florín es un vecino rumano que tampoco estaba enterado del acontecimiento, mostró su sorpresa por lo ocurrido. Vive en Belorado, pero la historia ha pasado desapercibida para él. Otros dos vecinos del pueblo apuntan que la información acerca de lo que ocurre «la tienen que dar las monjas, que ellas sabrán qué hacer y qué decir», decían en un corrillo.
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Loles Manso, una vecina residente en el barrio de San Miguel de Pedroso, aseguraba que están «muy sorprendidas por la repercusión que ha tenido este acontecimiento y el salto nacional que ha dado la noticia». En cualquier caso, es muy llamativo, porque son «unas monjas muy unidas al pueblo que tienen y han tenido siempre una relación muy buena con todo el mundo a través de la venta de sus dulces». Loles, junto con un grupo de amigas, acuden a la Universidad de la experiencia en Belorado en unos locales municipales.
Nati y su marido llevan ya unos años viviendo en Belorado, ella es peruana y conoce «muy bien a las religiosas del monasterio», donde han acudido a misa normalmente, hasta esta semana. Para ella es «un hondo dolor lo que ha ocurrido» y lo asemeja a un divorcio, aunque asegurado que reza «para que la situación se reconduzca»
Nada más que se tuvo conocimiento de lo ocurrido, familiares de las religiosas acudieron al convento y pasaron todo el martes con ellas. Julio es el padre de una de las monjas. Le ha transmitido a su hija y a sus compañeras todo el afecto y el apoyo. Aseguraba que las religiosas «están tranquilas y espera que todo esto pase pronto».
Recuerda que lo ocurrido es la consecuencia de «una total desatención», tanto del Ayuntamiento de Belorado como del Arzobispado de Burgos que les dan desatendido. En concreto hasta el Ayuntamiento, dice el padre de esa religiosa, «les ha retirado el uso del cauce molinar». Julio ha asegurado que ellas viven «tranquilas y han avisado a todas las familias para que estén presentes con ellas».
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