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Hubo un tiempo en que bucólica resultó la estampa de una bandada de palomas sobrevolando algún imponente monumento de una urbe cualquiera. Sin embargo, tras siglos de convivencia con esta especie alada, su enorme proliferación en los entornos urbanos ha desencadenado una serie de problemas que, a partir del mes de noviembre, tratará de paliarse en Miranda de Ebro.
Será entonces cuando, de acuerdo con la concejalía de Medio Ambiente, dé comienzo el servicio de control poblacional de palomas: un conjunto de acciones y estrategias orientadas a la gestión y reducción de esta especie en la ciudad. No en vano, diversos son los puntos de Miranda donde su presencia comienza a incomodar a quienes conviven con los excrementos y la suciedad asociada a su hábitat municipal.
«Me alegro mucho de que ya piensen en solucionar este problema», celebraba Carmen, una de las vecinas de la calle Santa Lucía, a su paso por la intersección entre Sorribas y la calle Vitoria. Allí, un edificio abandonado se ha erigido en el escenario perfecto para la proliferación, esencialmente, de palomas bravías. Lo mismo sucede en la parte alta de la calle Bilbao, así como en otras localizaciones arquetípicas como los campanarios de las iglesias. «Ya era hora de que hicieran algo porque la verdad es que, con tantos excrementos, la calle está intransitable», sentenciaba después.
Se esperará hasta el undécimo mes del año para implementar el servicio debido a que, tal y como puntualizan desde el Consistorio, «desde que se empieza a granar el trigo hasta que se cosecha el girasol a finales de octubre», las palomas se alimentan fuera de la ciudad. «Por tanto, queda imposibilitada la captura hasta que llegan a la ciudad alimentarse», agregan.
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En este contexto, el control poblacional tendrá lugar entre los meses de noviembre y mayo. Atendiendo a lo estipulado en la nueva Ley de protección de los derechos y bienestar de los animales, se contemplan dos iniciativas que en ningún caso implican «métodos letales».
En primer lugar, se habilitará un palomar «para la sustracción y sustitución de huevos durante la puesta». A la postre, se pretende disminuir el número de nacimientos de una de las especies animales con mayor adaptabilidad al entorno. Y en segundo lugar, se organizarán varias jornadas de voluntariado ambiental para la instalación de nidales que propicien el anidamiento de rapaces garantes del control de la población de roedores y palomas.
El proceso será pausado, pues tal y como anticipan desde la concejalía, «el 90 por ciento de las capturas de palomas de todo el año se realizan en los meses de abril y mayo». Sea como fuere, parece que los vecinos de las zonas afectadas pronto podrán recuperar las calles cedidas a la estampa que un día pareció bucólica.
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