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Setenta y seis años exactos han transcurrido desde que uno de los símbolos más evidentes del horror humano desapareció de Miranda de Ebro. No quedan demasiados vestigios, pero sí los suficientes para atestiguar la existencia, también en suelo mirandés, del que fue el último campo de concentración de la España Franquista.
Inaugurado en 1937, tal día como hoy —13 de enero— pero en 1947, el campo de concentración de Miranda de Ebro cerró sus puertas para siempre, ostentando el deshonroso mérito de erigirse en el más longevo levantado en suelo español. Con una población media de unos tres mil setecientos reclusos, por allí pasaron más de sesenta mil presos de cincuenta y ocho nacionalidades distintas.
Los más perjudicados, sin duda, fueron los propios españoles detenidos entre 1937 y 1940. A aquel grupo de encarcelados también perteneció el histórico anarcosindicalista Félix Padín que, hasta su fallecimiento en 2014, fue esencia de la CNT de Miranda de Ebro. Padín nunca cesó a la hora de dar voz a los cientos de compañeros que sufrieron aquel «terrorismo de estado» y, finalmente, encontró un buen apoyo en las instituciones mirandesas que abogaron por rescatar a través de sus ruinas la historia del campo de concentración de Miranda de Ebro.
Ubicado en una finca de 42.000 metros cuadrados, el Campo de Concentración de Miranda de Ebro fue creado por el Bando Sublevado tras la ruptura del Cinturón de Hierro y la caída de Bilbao. Comenzó a construirse el 5 de julio de 1937 bajo las directrices de Paul Wincer, miembro de la Gestapo y director temporal del campo mirandés. Y es que diversas investigaciones le atribuyen el diseño de una red de campos de trabajo creados en España al modelo alemán.
Si bien no fue concebido como un campo de exterminio, existen pruebas irrefutables de que allí murieron centenares de presos, bien a causa del insalubre modo de vida o bien ejecutados de forma arbitraria. De hecho, hay constancia documental de la muerte de ciento cuarenta y tres prisioneros españoles y catorce internacionales, aunque las cifras reales se estiman muy superiores.
Quizá no imaginó Wincer que, años después, serían los propios nazis quienes ingresarían en el campo, tras la caída del Tercer Reich, Y es que después de una primera etapa en la que la población reclusa estaba constituida por republicanos y miembros de las Brigadas Internacionales, y una segunda etapa en la que los aliados que huían del avance alemán acapararon buena parte de los barracones, fueron los alemanes quienes ingresaron en el campo, aunque no sin disfrutar de las prerrogativas derivadas de las simpatías ideológicas.
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Finalmente, el 13 de enero de 1947, en plena dictadura, el campo de concentración de Miranda se cerró, abocado a caer en el olvido. Tras la construcción de un complejo fabril en 1953, prácticamente desaparecieron las instalaciones del campo, pero un depósito de agua, un lavadero, la base de una torre de vigilancia y una caseta de guardias acreditan lo evidente.
Conscientes de la relevancia de la Memoria Histórica, hace años que el Ayuntamiento de Miranda de Ebro habilitó en el Centro Cívico el Centro de Interpretación del antiguo Campo de Concentración de Miranda de Ebro para que, según la concejala de Memoria Histórica Begoña González, «las generaciones presentes y futuras sepan lo que pasó y la historia no se repita».
Junto al centro de interpretación y próximo a los propios restos del campo, el Consistorio constituyó el denominado Jardín de la Memoria que recuerda a todos los presos del campo. Asimismo, instalaron en el Parque Emiliano Bajo un monumento que incluye todos los nombres de las personas fallecidas en aquellas instalaciones.
Por último, cabe destacar que en la actualidad, el Ayuntamiento ofrece un programa de visitas guiadas gratuitas al campo de concentración —cuyos restos se incluyen entre los bienes protegidos del Plan General de Ordenación Urbana—, mediante las que también se recorren el jardín de la memoria, los monumentos del Emiliano Bajo y el Centro de Interpretación. La primera visita de este 2023 tendrá lugar el próximo sábado, 14 de enero.
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Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Natalia Sáez Ursúa | Burgos
Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
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