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La Junta de Castilla y León puso el 12 de octubre fin a la temporada de riesgo de incendios forestales. Ese día se declaró el fin de la época de peligro alto de incendios forestales en la comunidad y, por tanto, en la provincia de ... Burgos. Pero la Consejería de Medio Ambiente ha declarado ya y hasta el 19 de octubre época de peligro medio de incendios forestales, debido a las condiciones climáticas con temperaturas significativamente superiores a las habituales.
Y esas condiciones climáticas, con un verano que se preveía seco y más caluroso de lo habitual, como así ha sido, era lo que hacía presagiar un verano duro y peligroso en cuanto a incendios forestales, con un terreno especialmente seco debido a la sequía hídrica. Pero no ha sido así. Burgos cierra un verano con un comportamiento anómalo con respecto a los incendios forestales. Pese a que ha sido un verano especialmente caluroso y seco, los incendios forestales no han sido relevantes. Los servicios de extinción han tenido avisos y salidas, pero menos que las que se esperaban y la superficie quemada es la más baja desde 2018.
Según los datos de la Junta de Castilla y León, desde el 12 de junio y hasta el 30 de septiembre se han registrado unos 157 avisos de incendios y se han quemado unas 95 hectáreas en la provincia de Burgos. Estas 95 hectáreas suponen el 2,3% del total de hectáreas quemadas en la provincia desde 2013, en la última década.
Solo hasta el 31 de julio de 2022, en la provincia de Burgos ya se habían quemado 1010,11 hectáreas de superficie forestal y arbolada. Hay que recordar el gran incendio que sufrió Burgos en julio de 2022 que comenzó en Quintanilla del Coco. Desde junio a septiembre de 2023 en Burgos se han quemado unas 95 hectáreas de superficie. Hay que remontarse a 2018 para encontrar unas cifras tan bajas. En 2021 ardieron 558,89 hectáreas. En 2020 fueron 467,64 hectáreas; en 2019, 396,4 hectáreas y en 2018, 74,86 hectáreas.
En cuanto a los avisos o salidas, los partes enviados por la Junta de Castilla y León reflejan 157 avisos de incendio del 12 de junio al 30 de septiembre de 2023. Durante ese periodo, en 2022, el número de avisos o salidas fue de 388.
Los fuegos de marzo de Asturias, Lugo, Castellón o Teruel hacían presagiar al resto de España un verano duro y difícil. Además, las previsiones meteorológicas hablaban de un verano seco y más caluroso que el anterior, como así ha sido. Pero el verano de 2023 se ha cerrado con datos muy favorables de incendios forestales en la provincia de Burgos, de los más benevolentes de la última década.
El análisis no es fácil, son muchas las causas que intervienen en estos casos, desde las condiciones meteorológicas hasta el factor humano. El verano ha sido seco y extremadamente caluroso, pero algunos expertos en medio ambiente e incendios de la provincia señalan que ha habido precipitaciones en momentos clave. «Las lluvias han sido pocas, pero en momentos clave. Y esas precipitaciones escasas, pero puntuales, han sido fundamentales», explica uno de ellos. La humedad de las lluvias caídas en junio y también en algunos días de la primera quincena de septiembre ha ralentizado la acción de los fuegos.
Esa humedad ha sido fundamental para paliar el riesgo y la propagación de las llamas, pese a la sequía agrícola o hidroedáfica, las altas temperaturas y la acumulación de biomasa en los bosques. Esto, como recuerdan algunos trabajadores medio ambientales, ha supuesto un gran choque con respecto al verano de 2022. Este fue «muy malo, porque junio era ya una sartén, el monte y los terrenos estaban secos y con mucha temperatura acumulada, este año ha llovido en junio y eso ha ayudado».
«Igual la temperatura y la humedad no son los únicos factores que juegan un papel importante aquí. Hay que analizar todos los años para ser previsores en nuestras actuaciones con respecto a los fuegos», confirman estas fuentes. Porque las lluvias no son la única razón que explica este fenómeno, las rápidas acciones de los operativos forestales o la conciencia a la sociedad son también puntos relevantes.
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«Por mucho que se hable de conatos como algo menor, es fundamental actuar rápido ahí para que no se extienda, es igual de relevante, y se ha actuado rápido y se han apagado pronto los conatos», aseguran. En la provincia de Burgos los trabajos agrícolas son también importantes, descuidos y negligencias con las máquinas en los campos pueden tener graves consecuencias. Este verano no ha sido así, los agentes medio ambientales aprecian más cuidado y miedo a la hora de realizar trabajos agrícolas con posibilidad de generar un fuego.
Hay que recordar que la causa del incendio de Quintanilla del Coco, iniciado el 24 de julio de 2022, fue el uso de maquinaria agrícola fuera del horario permitido. Este tuvo un impacto importante en el Parque Natural Sabinares del Arlanza que se vio afectado en un 11,5 % de su extensión.
Por su parte, también se aprecia mayor concienciación sobre el peligro y mayor respeto en la ciudadanía en general en sus salidas a la naturaleza. Aún así, hay que recordar que del 2012 al 2021, en Castilla y León, el 56,75% de los incendios registrados fueron intencionados y el 30,89% del total se debieron a negligencias o causas accidentales. Así que, el ser humano estuvo detrás del 87,64% de los incendios registrados en la comunidad del 2012 al 2021, ya sea con intención o por descuidos y negligencias.
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