La Iglesia de San Millán se pone tirantes

La iglesia de San Millán podría identificarse como arquitectura protogótica respecto a su planteamiento general, identificando algunos elementos determinantes del templo como la cabecera y la portada meridional, dentro del gótico. No obstante, el templo ha ido sufriendo diversas modificaciones y añadidos a lo largo del tiempo.

Se trata de un edificio exento en lo alto de un pequeño montículo: consta de una cabecera, un cuerpo principal de tres naves y una torre en la esquina suroeste. Estructuralmente la iglesia es de bóvedas apoyadas en los muros perimetrales y los pilares interiores. El coro bajo es de estructura de madera gótico mudéjar de mediados del siglo XV y está decorado con escenas de caza, de la vida campesina y destaca la escena de dos salvajes luchando entre sí. Toda la cubierta de la nave central, naves laterales y ábside es de estructura de madera de factura relativamente reciente. Tiene un retablo en el altar mayor de tipo hornacina y mixto, es decir, mezcla pinturas y esculturas. La estructura del retablo data del siglo XVIII, aunque algunas piezas son del XVI.

Declarado Bien de Interés Cultura el 26 de marzo de 1992, la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León ha decidido intervenir en ella con el objetivo de frenar la progresión de la deformación que sufren sus arcos y muros de la iglesia, que han atestiguado por las sondas y monitorizaciones colocadas en mayo de 2021.

Esta monitorización se hizo para conocer si existían desplazamientos en la estructura de la iglesia y si estos podían comprometer su estabilidad. Según los datos recogidos, se estaba produciendo un movimiento estructural que este sistema de monitorización ha permitido conocer en tiempo real.

Se han utilizado dos tipos de dispositivos, uno de medición de distancia y otro de medición de temperatura. Los dispositivos medidores de distancia, que han sido cuatro, estaban instalados en los arcos de la cabecera (tres en total) y un cuarto en los pies de la nave lateral norte. Por su parte, de temperatura se ha instalado uno solamente, situado en el bajo cubierta, con el objeto de controlar la temperatura del extradós (en la superficie curva exterior de los arcos y bóvedas).

Para que los valores sirviesen para llevar a cabo el seguimiento real de los movimientos estacionales era necesario que la monitorización fuese de, al menos, dos años. En el primero de estos años se recogió la tendencia en el comportamiento, el segundo la corroboró.

Con estos datos de partida, los parámetros a medir fueron la distancia entre los arranques de los tres arcos de la cabecera (el central y los dos laterales, que está compuesto por tres arcos con dos pilares intermedios), la distancia de la nave lateral norte a la altura de las claves de la bóveda y la temperatura bajo cubierta.

Tras los dos años de monitorización, la observación ha destacado la tendencia creciente del parámetro de distancia y de los movimientos máximos registrados en los cuatro dispositivos.

Estos movimientos se han producido en su mayoría en los meses de verano y otoño, mientras que, en los meses de invierno y primavera, este movimiento ha sido casi regresivo en su totalidad, afectando de manera diferente a cada uno de los arcos, esa variación de las temperaturas estivales.

Además de la monitorización y el análisis posterior de los datos obtenidos, se han realizado otras actuaciones para la obtención de otros datos con el objetivo de comprender de forma más precisa el comportamiento estructural de la iglesia. Estas actuaciones se basaron en la realización de una prospección geológica mediante tomografía eléctrica para localizar posibles patologías en la cimentación que pudieran estar afectando al edificio, así como la realización de un estudio geométrico del templo que permitiera conocer el estado de las deformaciones a nivel tridimensional.

Tras considerarse como una actuación prioritaria por parte de la Diócesis de Burgos, pues la Iglesia corría serio peligro de derrumbe, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte ha destinado una inversión total de 162.838,35 € para su estabilización. La intervención, que se comenzó en 2023, se ha planteado como medida preventiva evitando que dichas deformaciones evolucionen provocando en el monumento unas patologías mayores.

En concreto, la intervención ha consistido en la instalación de once tirantes metálicos a diferentes alturas que anclan tanto los arcos como los muros con el fin de dotar a los diferentes pórticos de mayor estabilidad. Además, cuenta con placas de anclaje en sus extremos y se han rellenado las oquedades de las perforaciones con lechada de cal.

Para llevar a cabo estos trabajos, en primer lugar se llevó a cabo la instalación de todos los medios auxiliares necesarios para realizar los trabajos. Posteriormente, se han ido ejecutando las perforaciones en aquellos lugares donde estaba previsto instalarse las diferentes barras metálicas para atirantar el edificio. Una vez hechas las perforaciones se han colocado los tirantes con su sujeción correspondiente, después, eso sí, de un análisis de la composición interna de los muros para comprobar que se encontraba en condiciones adecuadas para instalar los tirantes.

Las obras ya han finalizado y se entregaron el pasado 22 de febrero. Ahora, y según lo previsto en el proyecto que ha servido de base a la ejecución del atirantado estructural, la iglesia continuará monitorizada, de esta manera será posible realizar un seguimiento de los movimientos cíclicos y estructurales. Con esta monitorización se podrá seguir estudiando el nuevo comportamiento del edificio una vez que la Iglesia de San Millán se ha puesto 'los tirantes'.