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Voluntarios burgaleses limpiando las calles de Catarroja, Valencia. Voluntarios burgaleses

El día a día de los voluntarios de varios pueblos de Burgos en Valencia: «22 horas sin parar»

Un convoy de ocho camiones, 14 máquinas y 26 voluntarios de varios pueblos de la provincia se instalaron de jueves a domingo en Catarroja para ayudar con los destrozos por la DANA

Raquel Romero

Burgos

Martes, 12 de noviembre 2024, 19:08

Lo que en un principio iba a ser un pequeño viaje entre amigos para ayudar a los damnificados por la DANA, acabó convirtiéndose en un gran convoy con ocho camiones, 14 máquinas y 26 voluntarios de los pueblos de la zona, todos unidos por una misma razón.

Ese fue el resultado de la propuesta que idearon Jorge García y Carlos Santirso, dos jóvenes naturales de los municipios de Arauzo de Miel y Caleruega respectivamente. La iniciativa nació de un impulso, del deseo de dos amigos de prestar sus propias manos para colaborar con los ciudadanos de la Comunidad Valenciana afectados por la catástrofe.

Algunos de los voluntarios del convoy junto a militares y el equipo andaluz de INFOCA. Voluntarios burgaleses

«Es como si fuera una película todo lo que hemos visto», asegura Carlos, después de cuatro días sin descanso realizando labores de achique en las calles de Catarroja. La expedición partió el pasado jueves 7 de noviembre desde Huerta de Rey y regresó el domingo 10 del mismo mes, llevándose tras de sí una larga lista de historias y anécdotas interminables sobre residentes desaparecidos y familias que se han quedado sin hogar.

El grupo de voluntarios burgaleses lo formaron voluntarios de Arauzo de Miel, Caleruega, Huerta de Rey, Hortigüela, Barbadillo del Mercado, Quintanar de la Sierra, Arauzo de Salce y Doña Santos. Además, contaron con el apoyo económico de la Federación de Empresarios de Burgos para el suministro de gasóleo y el alojamiento, que en un principio iba a ser en el municipio de Utiel y finalmente se decidió que fuese en Catarroja.

«No se podía llegar a las casas ni saltando por encima de los escombros»

Física y mentalmente agotados. Con una sensación agridulce marcada por el orgullo de todo el esfuerzo realizado y el triste recuerdo de aquellas personas que lo han perdido todo y todavía no han podido avanzar. Así es cómo han vuelto los burgaleses de su viaje a la Valencia. «Yo no soy el mismo después de lo que he vivido allí», asegura Jorge, impulsor del convoy.

Con una media de «tres horas dormidas por día» los burgaleses permanecieron el fin de semana en Catarroja para quitar escombro, limpiar lodo y ayudar a sacar muebles de las viviendas, además de utilizar máquinas forestales y de construcción para mover y sacar coches atrapados en garajes. Esfuerzo que sirvió para que muchos de los habitantes del municipio comenzasen a ver la luz al final del túnel.

«No se podía llegar a las casas ni saltando por encima de los escombros», explica Carlos, asegurando que el montón de desechos ocupaba las calles «de pared a pared» cuando llegaron allí. Poco a poco, fueron descongestionando las vías afectadas y muchos vecinos que estaban atrapados pudieron salir de sus casas.

Las calles de Catarroja tras los destrozos por la DANA. Voluntarios burgaleses

El primer día allí «fue un caos», cuentan los jóvenes, debido a la falta de regulación que había en Catarroja como consecuencia de la gran cantidad de voluntarios desplazados. «Allí está la UME intentando organizar, pero es imposible», narra el de Arauzo de Miel. No fue hasta el sábado cuando pudieron realizar sus tareas más desahogados. «Teníamos jornadas de trabajo de 22 horas sin parar», añade Carlos.

Con las emociones «como una montaña rusa»

Si hay algo en lo que coinciden todo el grupo de voluntarios burgaleses es en que lo de Valencia ha sido una «experiencia dura» y «a la vez reconfortante por haber podido ayudar». Así lo ha descrito Jorge.

Y el infinito agradecimiento que han mostrado los valencianos ha sido la mayor motivación que podían recibir. A Carlos, como a tantos otros, se le han quedado grabadas en la mente aquellas personas que salían constantemente a los balcones a aplaudirles por estar prestando colaboración. «Todo el mundo te ofrece comida a todas horas», afirma el de Caleruega.

Así, con las emociones a flor de piel, como si fueran «una montaña rusa» es como han regresado los burgaleses a sus casas. Y sobre todo con una enorme lección de vida aprendida, tras ver a tantas personas afectadas por la devastación: «tenemos que valorar más a la gente que tenemos al lado», sostiene Jorge.

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