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El monasterio de Belorado lleva meses siendo el epicentro de un terremoto religioso que comenzó con la ruptura con Roma de un grupo de monjas cismáticas. Sin embargo, entre los muros del convento, hay cinco religiosas que permanecen ajenas al revuelo mediático e informativo que ha generado el enfrentamiento de las exmonjas con el Arzobispado de Burgos y que por supuesto no han sido excomulgadas.
Son las monjas más mayores y, según se infiere de las diversas informaciones del Arzobispado, dependientes en algún grado y por tanto vulnerables. Por este motivo, la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu será la que atienda a estas hermanas mayores en Belorado y, para ello, desplazarán hermanas procedentes de otros monasterios. Precisamente el núcleo que continúa el camino de enfrentamiento con la Iglesia, las monjas cismáticas, reconocen que temen el desahucio y no confía en que la Justicia les de la razón.
Así lo anunciaba el Arzobispado de Burgos en un comunicado en el que confesaba su temor a que las monjas cismáticas impidieran el acceso de las clarisas a La Bretonera. Y lo expresaban así tras reconocer que, tras la baja laboral de la persona responsable del cuidado de las hermanas mayores. Por ello, la comisión gestora contrataba a otra persona para este trabajo a la que le habría sido denegado el acceso al recinto este miércoles cuando se personó junto a un representante de la empresa. Mientras tanto, las monjas excomulgadas han lanzado un nuevo chocolate como símbolo, dicen, de su resistencia.
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Desde que estallara el cisma el Arzobispado de Burgos siempre ha mostrado su preocupación por las monjas más mayores que residen junto a las cismáticas y que conforman, a todos los efectos, la comunidad monacal de Belorado. Todo ello en medio del proceso de desahucio de las exclarisas atrincheradas en La Bretonera, ya que este mismo viernes se conocía que el Juzgado de Briviesca admitía a trámite la demanda de desahucio contra las monjas excomulgadas.
También hace pocos días Burgosconecta confirmaba que las exmonjas habían metido en a vivir en el convento al supuesto obispo Ribeiro, su nuevo guía espiritual por los caminos sedevacantistas y preconciliares. A este respecto, el Arzobispado de Burgos, manifestaba haber tenido conocimiento de la presencia en el monasterio «de personas, algunas ataviadas con trajes eclesiásticos, que carecen de título legal y autorización para permanecer en sus dependencias».
Un problema que ya se dio cuando los polémicos Pablo Rojas y José Ceacero se instalaron en La Bretonera y a quienes se quiso expulsar también, aunque fueron ellos mismos los que se marcharon tras desavenencias con las exmonjas.
En este sentido, en el decreto del Juzgado de Briviesca al admitir la demanda de desahucio a trámite, también encomienda a la Guardia Civil a identificar a todas las personas que se encuentran en el convento, incluidas las cismáticas que son ya un grupo reducido tras la deserción de otras dos hermanas en los últimos meses.
Mientras tanto, las exclarisas continúan con su enfrentamiento abierto con el Arzobispado y enrocadas en su posición. La resolución del proceso de la demanda de desahucio puede alargarse hasta un año ya que, a tenor de las delcaraciones de las propias monjas cismáticas que aseguraron que pelearían hasta el final, parece improbable que la acepten la demanda.
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