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Balto en una imagen de una cámara de fototrampeo antes de ser rescatado. Salvamento animal Burgos

Balto, el perro que corrió hacia su familia tras 21 días desorientado por Burgos

Salvamento Animal Burgos colaboró con la familia de Madrid que sufrió un accidente a la altura de Lerma en la que su perro, Balto, salió despavorido del coche

Ruth Rodero

Burgos

Domingo, 25 de agosto 2024, 09:29

La historia de Balto es una historia con final feliz. Un rescate exitoso en el que se involucró mucha gente y en el que se hicieron muchas cosas bien y otras tantas mal. Es también uno de esos rescates que se convierten en inusuales. «Es con el primer perro que nos pasa que vaya a sus dueños corriendo cuando los ha visto», cuentan desde el equipo de Salvamento Animal Burgos.

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Balto es un perro marrón de tamaño mediano que se perdió entre Villalmanzo y Lerma después de que el coche en el que viajaba con su familia humana tuviese un accidente. El accidente ocurrió el 15 de julio. En ese momento, el perro, asustado por el impacto, salió disparado por una de las ventanas después de que los cristales de coche se rompieran con el golpe. El perro salió huyendo por la autovía y, aunque le intentaron coger, fue imposible hacerlo. Ahí comenzó la historia de un rescate que duró 21 días.

«Con Balto hubo muchísima gente. Había tanta gente intentando ayuda que se convirtió en un desmadre. Cuando hay mucha gente buscando al animal lo único que se consigue es mover al perro. Lo que queríamos era que el perrillo se quedase en una zona y a salvo, porque al final, cuanto más se mueve más riesgo tienes de que le pase algo», explica Leire.

«Había gente con altavoces gritando su nombre y el pobre perro estaría escondido», cuentan los miembros de Salvamento Animal. «El rescate de Balto ha sido complicado. Lo más complicado ha sido todo el giro mediático que ha tenido ese perro», reconoce Leire. «Había demasiada gente metida, había demasiada difusión, que al final le ha repercutido negativamente al perro», lamenta.

Demasiado ruido

Formar grupos de ayuda o información puede ser una buena herramienta para localizar al animal, pero en este caso concreto generó demasiado ruido: «Había un grupo enorme de gente en WhatsApp, más de mil personas de todas partes de España». Gente que quería ayudar, que, con buena intención, aportaba ideas o información, pero cuando tantas voces suenan a la vez es necesario poner pausa y escuchar a los expertos. «Había mucha gente de fuera. Entendíamos que querían ayudar, pero al final se generó mucho ruido. Tenía que estar solo gente de la zona que tuvieran oportunidad de ver a Balto. Con tanta gente se entorpecía la situación», explica Leire.

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Llegar hasta Balto costó un poco, porque «iba por varias zonas». «Primero buscamos una zona en la que creemos que sí que llegó a estar allí. Luego creemos que se movió con el ruido de los motores y el olor de los dueños», indica Mónica.

«Hubo justo un aviso de un guardia de seguridad de una zona donde podíamos verle con unas cámaras de seguridad. Una señora también indicaba haberlo visto el mismo día, y justo el día que la familia estuvo viéndolo en esa zona con un dron con cámara térmica. Estuvieron subiendo y bajando a Lerma toda la noche y justo ese día por la mañana apareció en Lerma. Tenemos la idea de que estuvo allí y luego se fue a Lerma y se quedó por allí», confiesan.

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Ahora, con la calma de saber que Balto está a salvo recuerdan los días de angustia para poder devolverle con su familia. «Estuvo por varios pueblos. En Cogollos apareció y en Madrigal del Monte también. Aseguraban al 100% que era él. Se movió con los ruidos de los motores y los ruidos de su familia cuando estuvieron ese fin de semana. Su familia lo hizo fenomenal, estuvieron al pie del cañón a pesar del cansancio, estuvieron respetando todas las recomendaciones, sin avasallar», reconocen.

Pero «de pronto vinieron a buscar a Balto de otra manera mucho más exaltada y el perro se escondió», demasiada gente queriendo ayudar y sin respetar las indicaciones. «En las huertas en las que se escondió ya no se movió. Muy probablemente el perro volvió al lugar donde perdió a su familia, eso está claro, lo que no sabemos bien es dónde estuvo entre medias», analizan.

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«El perro solo salía a horas de mediodía y luego se recogía, no hacía el mínimo movimiento, por el exceso de calor, por miedo o por no querer hacer desgaste. Se ha movido muy poco. Todas las fotos que tenemos de él es en las huertas, pero apenas se ha movido», explican. Con Balto ubicado quedaba montar el operativo para capturarlo.

«Montamos el equipo y después nos enteramos de que el perro tenía pánico al transportín, así que estaba claro que no iba a entrar en nuestra jaula. De todas maneras pusimos la jaula más grande para ver si así entraba sin sentirse incómodo», afirman.

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Falsas llamadas

Por desgracia, hay quien pretende hacer negocio del dolor ajeno. Belén, una de las humanas de Balto, también lo sufrió. Gente que llama asegurando que sabe dónde está el perro pero que pide una cantidad de dinero para dar los datos, o que llaman para decir que han atropellado al perro y que dan otro a cambio. «Ocurre una barbaridad de veces», lamenta Mónica. «Te llaman y te dicen que lo tienen ellos, que se lo han visto a no sé quién. O te ofrecen otros», explica.

Las llamadas más crueles son las que aseguran que el animal está muerto: «Balto fue atropellado. O piden rescate para recuperar al perro». En el caso de Balto, quienes llamaron pidiendo dinero bajo amenaza de muerte del animal eran «recurrentes» en este tipo de acciones, según les explicó la Policía. «Hay que tener maldad para llamar a una persona que está pasándolo mal para pedir dinero o decir mentiras», indica enfadada Leire.

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Final feliz

Con Balto localizado, la familia entregada en su rescate y las recomendaciones del grupo de salvamento, solo quedaba esperar, porque en algún momento llegaría la oportunidad en el que se le pudiese atrapar. «Balto se habrá puesto fino a comer pan de las gallinas, en las huertas, comida de los gatos que había por ahí…», recuerdan Mónica y Leire.

Y entonces llegó el día. El 4 de agosto, 21 días después del accidente, Balto regresó con su familia. Y Mónica recuerda de nuevo lo excepcional de su rescate: «Es con el primer perro que nos pasa que vaya a sus dueños corriendo cuando los ha visto».

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Seguramente el estado mental de Balto se había «reseteado», «llevaba ya su semana larga por allí, estaba tranquilo, comiendo y bebiendo (agua estancada)». «Les robaba el pan a unas gallinas». A veces el acercamiento se puede hacer «con otros perros», explica Mónica, que valoraron que quizás era interesante llevar a otro de los perros de la familia. «Y así no tienes que usar la red, las jaulas ni tender emboscadas al anima», cuenta.

Pero no fue necesario, su familia estuvo paseando por la zona donde creían que podía estar escondido y ocurrió. Balto vio a una de los miembros de su familia y corrió hacia ella. Como si nada hubiese pasado, feliz por el reencuentro. Una excepcionalidad que puso punto final a 21 días de angustiosa búsqueda.

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