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Ir de viaje por la provincia de Burgos ofrece numerosos planes para todas las edades y para todos los gustos. Uno de ellos es, indudablemente, el enoturismo porque cuenta con dos denominaciones de gran tradición y calidad: la DO Ribera del Duero y la DO Arlanza.
La tradición vitivinícola en las tierras de la Denominación de Origen Arlanza se remonta al siglo VII y, desde entonces, ha ido construyendo historia, patrimonio, gastronomía y cultura en torno al río que le da nombre y a las tierras que lo circundan.
Entre sabinares, viñedos, llanuras y lomas de girasoles y de cereal, se encuentra esta zona con paisajes únicos que elevan su belleza en otoño. Está en pleno centro de la provincia, a unos 40 kilómetros de Burgos capital y se extiende desde los Páramos del Cerrato (donde colinda con tierras palentinas), atravesando la Comarca del Arlanza hasta la Sierra de la Demanda. Ahí se encuentra la Ruta del Vino Arlanza.
A ocho kilómetros de la hermosa Covarrubias, está Quintanilla de las Viñas, donde se encuentra, bajo la imponente Peña de Lara, la ermita de Santa María de las Viñas; una iglesia de estilo hispanovisigodo (siglo VII), en la que se pueden apreciar bajorrelieves con racimos de uvas, vides y viñas, lo que lleva a pensar que estamos si no en la más antigua, en una de las más antiguas Rutas del Vino de Europa.
Es uno de los pueblos más reconocidos de Burgos. Siguiendo el río se llega a Covarrubias, una villa en la que el entramado medieval con vigas de madera, típico de las casas castellanas, es protagonista. Declarado Conjunto Histórico Artístico, es uno de los Pueblos Bonitos de España y presume de tener siete monumentos protegidos como Bienes de Interés Cultural, entre los que están la antigua Colegiata de San Cosme y San Damián, el Torreón de Doña Urraca y el Archivo del Adelantamiento de Castilla.
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Durante el paseo, además, hay rincones en los que sorprenden restos de la muralla que, hasta el siglo XVI, rodeaba a esta ciudad cuya historia está unida a Noruega, pues aquí yace su princesa Kristina.
Cerca de Covarrubias, en el conocido Camino del Cid, se encuentra Santo Domingo de Silos, lugar clave en la historia de la lengua castellana y visita obligada. Este monasterio benedictino del siglo XI y su majestuoso claustro románico es la parada perfecta para disfrutar de la estrella de la gastronomía de la zona: el lechazo asado.
La ruta atraviesa además el Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla. Un lugar excepcional para practicar el birdwatching, pues todo el entorno es Zona de Especial Protección para las Aves.
A un paso de Silos, el Desfiladero de La Yecla es el protagonista de una tierra donde la erosión y el tiempo han esculpido pozas y pequeñas cascadas. Se recorre a través de puentes y pasarelas suspendidas sobre una profunda y estrecha garganta entre los más extensos y mejor conservados sabinares del planeta.
Lerma completa el llamado Triángulo del Arlanza junto a Covarrubias y Silos. Es la sede del consejo regulador de la DO Arlanza y municipio con uno de los conjuntos histórico-artísticos de época barroca mejor conservados de España. Conocida por la figura del Duque de Lerma, favorito del rey Felipe III en el siglo XVII, es recomendable pasear por sus rincones y conocer su impresionante historia a través de cualquiera de las visitas guiadas que se organizan.
Con escenarios como el Palacio Ducal, hoy Parador de Turismo, o la Excolegiata de San Pedro.
Bajo las colinas sobre las que se dibuja el paisaje de Castrillo de Solarana se esconden 150 bodegas. Los Barrios de Bodegas, que se remontan al siglo VII, son un símbolo de la Ruta del Vino Arlanza. Se trata de un conjunto de bodegas excavadas en la tierra donde se elaboraba y conservaba el vino.
En la Sierra de la Demanda, entre los bosques de sabinas centenarias, protegidas por la Red de Espacios Naturales, se encuentra uno de los monasterios más importantes de Castilla: San Pedro de Arlanza. Un lugar mágico que, a pesar del abandono, muestra orgulloso los restos de la iglesia de 1080, así como los de la torre del siglo XII, claustro y demás dependencias monacales.
Las impresionantes ruinas, que emergen en mitad de un paisaje salvaje, se encuentran en el municipio de Hortigüela. Una parada obligatoria para quienes buscan escenarios peculiares y únicos.
Llegando a Quintanilla del Agua es costumbre ver, coronando los tejados de las casas, la llamada 'candonga': una chimenea cónica utilizada tradicionalmente para curar la carne de la matanza. Esta pieza de arquitectura popular forma parte ya del patrimonio de la Ruta del Vino Arlanza, casi como Territorio ArTlanza; la recreación de un poblado que evoca la arquitectura tradicional de la zona, diseñado por Félix Yáñez, artista que logra transmitir el valor etnográfico de este lugar en todas sus visitas guiadas.
Para los amantes de la buena gastronomía, Villalmanzo es una estupenda parada para degustar platos tradicionales como el chumarro, el 'vino churrillo', la morcilla de arroz y el cordero asado en horno panadero. Aquí la riqueza se basa en la agricultura, la ganadería y el enoturismo, lo que convierte a Villalmanzo en un destino foodie por excelencia.
Hacer la Ruta del Vino Arlanza es encontrarse también con monumentos que sorprenden entre viñedos y pinares, como sucede al acercarse a Villahoz. Su Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora del siglo XVI se lleva todas las miradas, al igual que sucede en Mahamud, donde la Iglesia de San Miguel (siglo XIII) con su retablo de Domingo de Amberes, deja en evidencia el pasado de riqueza que tuvo este lugar, donde estrechas calles llenas de casas señoriales, adornadas con escudos y blasones, hasta su hermosa Plaza Mayor.
En medio de un paisaje salpicado de palomares destinados a la cría del pichón, aparece la localidad de Pampliega. Esta antigua población celtíbera y posteriormente romana, sorprende ya en la distancia por su iglesia de San Pedro, del siglo XVI, con torre del siglo XVIII y portada de Gil de Hontañón. Aquí, dicen que murió destronado el rey visigodo Wamba y la villa celebraba mercado franco los sábados gracias a Alfonso X El Sabio.
Llegar a esta localidad de la comarca del Arlanza es perderse por calles pintorescas que se adivinan encerradas, en otro tiempo, por una muralla de la que hoy se conservan tres de sus puertas. Al levantar la mirada, sorprende la belleza de una torre, en la que se vislumbra al ojo del experto la huella de Diego de Siloé; es el campanario de su magnífica iglesia parroquial, un ejemplo de la evolución del gótico (siglo XIII-XVI). Se pueden admirar las obras de arte que se esconden en su interior, como las tablas de Pedro Berruguete.
También es recomendable probar su gastronomía, morcillas o tortas de manteca son dos grandes embajadores de la cocina de esta parada de la Ruta del Vino Arlanza.
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Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Rocío Mendoza, Rocío Mendoza | Madrid, Álex Sánchez y Virginia Carrasco
Sara I. Belled y Clara Alba
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