Secciones
Servicios
Destacamos
Lo que no es 'Yo, adicto': no es una serie sórdida sobre el trapicheo de drogas y sobre yonkis cadavéricos, ni otro relato lisérgico del consumo de sustancias que juega con la idealización de determinados efectos de los estupefacientes, ni un retrato de la noche en Madrid y Barcelona a base de chismes para tratar de adivinar quién se mete y quién no en el mundillo del cine.
Lo que sí es 'Yo, adicto': es un testimonio valiente sobre las consecuencias de las adicciones para el que las practica y para quienes padecen sus excesos, también es una historia sobre las exigencias que nos autoimponemos y a las que nos conduce la sociedad actual, y es además un alegato a favor de la vulnerabilidad del ser humano y de la necesidad de querernos más.
La acumulación de estrenos de buenas series españolas a final de año puede generar que a algunas no se les preste la atención que merecen. Que las de Alauda ('Querer') y Sorogoyen ('Los años nuevos') son excepcionales, sí, pero es que además en las últimas semanas se han estrenado otros cuantos títulos nacionales relevantes. Es el caso de 'Yo, adicto', adaptación del libro autobiográfico escrito por el periodista Javier Giner en el que describe con honestidad su relación con el alcohol y la cocaína que le arrastraron a una deriva bastante destructiva y su posterior paso por un centro de desintoxicación que le sirvió, además de obviamente para desintoxicarse, para identificar la razón de muchos de sus problemas y para encontrar paz y llevarse bien consigo mismo.
La obra la escribió durante la pandemia. Se publicó y funcionó muy bien. Aitor Gabilondo ('Patria', 'El Príncipe', 'Entrevías') intuyó el potencial audiovisual del texto y convenció a Giner para que lo convirtiera en serie y a Disney para que la sacase adelante. Y ambos aceptaron. El resultado final es una producción que resulta catártica para todos los que orbitan alrededor de ella. Para el creador -el propio Giner-, que se nota que se ha vaciado del todo para dotar de veracidad al relato y se ha desnudado todavía más que en el libro con ese fin. Para los actores (con interpretaciones notables), a los que se les nota disfrutar con sus personajes, algo complejo teniendo en cuenta lo deplorables y dañinos que pueden ser en algunos momentos. Y para los espectadores, porque es una serie que remueve por dentro a cualquiera, haya o no tenido relación o dificultades con las adicciones. Y es que la serie, por más que se desarrolle en un centro de desintoxiación al que acuden diferentes pacientes y que explore la manera en que cada uno de ellos busca reiniciar su vida, consigue ir más allá de esa circunstancia para hablar de temas que atañen a cualquiera como la conciliación personal, las aspiraciones asfixiantes y las inseguridades que impiden moverse con naturalidad.
El planteamiento de la serie es sencillo. El protagonista de 'Yo, adicto' es un narcisista jefe de comunicación de cine, aparentemente encantado de conocerse a sí mismo y empeñado en ser protagonista a cualquier precio. El primer capítulo se dedica a retratarlo en todos los sentidos y a describir un comportamiento asociado al consumo compulsivo de drogas, alcohol y sexo. En ese mismo episodio vuelve a una clínica en la que ya ha estado, pero esta vez con la certeza de que debe curarse. Lo que no tiene claro es de todo de lo que ha de curarse. Ahí está el viaje, la sorpresa del relato. En el resto episodios a los espectadores se le propone acompañarle en ese periplo vital y definitivo.
¿Qué lleva Giner -el personaje y supongo que la persona real también- a entrar en la espiral de unas adicciones tan nocivas? En el guion aparecen algunos conflictos que nos dan ciertas pistas. Por ejemplo hay un capítulo en el que el protagonista, ya ingresado, recibe una invitación para una fiesta relacionada con su profesión que tiene pinta de ser el acontecimiento del año. Giner siente la obligación de ir, porque intuye que todo el mundo hablará de ella y porque en teoría debería estar orgulloso de ser uno de los elegidos como invitados. Esa obligación de figurar, de ser visto, de estar en los sitios que toca aunque no apetezca genera estrés. Y cada uno resuelve ese tipo de estrés como puede. El objetivo de la serie no es señalar culpables ni determinar lo que es bueno o malo, huye de los maniqueísmos, pero al espectador no le costará sacar conclusiones.
El peso de la familia es otro de los asuntos presentes en esta ficción y que ayuda a entender la deriva del personaje principal. Este conflicto estalla en el celebrado capítulo cinco, en el que Giner sale del centro para pasar unos días con sus padres y la convivencia provoca tiranteces y reproches. Hay dos secuencias especialmente poderosas: una de redención en la que baila junto a su madre el «Échame a mí la culpa» de Espinoza (canción que resulta especialmente significativa en el contexto), y otra de desahogo ante un padre desencajado que no sabe cómo procesar las recriminaciones de su hijo. Y es llamativo porque muchas historias sobre drogas presentan entornos familiares disfuncionales. No es el caso.
A Giner en teoría le apoyan sus padres. Lo han hecho a la hora de desarrollar su carrera profesional y cuando se somete al proceso de desintoxicación y precisa auxilio económico. Pero nada es blanco o negro en 'Yo, adicto', ya lo hemos dicho. Que haya encontrado cobijo en los suyos no quiere decir que estos hayan estado siempre a la altura en todos los aspectos, como el emocional o el aspiracional. Porque a veces al intentar hacer el bien, hacemos el mal, al intentar convencer a un hijo de la necesidad de tener un piso propio o un trabajo fijo, solo le estamos generando unas presiones que más tarde pueden pasarle factura.
Se agradece mucho que 'Yo, adicto' no sea evidente, que discurra con naturalidad por muchos temas sin intención de sentar cátedra ni de soltar moralejas. Que evite la condescendencia, que no tenga intención de dar lecciones a nadie.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.