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No podía haberse estrenado en mejor momento. 'Políticamente incorrectos', la cuarta película de Arantxa Echevarría -la segunda por encargo-, llega justo después de las elecciones gallegas, desarrolladas en un clima político especialmente tenso y crispado, que ha embarrado buena parte de la campaña de ... unos plebiscitos que los dos grandes partidos españoles han diseñado en clave nacional.
De las tripas de la política habla la cinta protagonizada por Adriana Torrebejano (Barcelona, 32 años) y Juanlu González (Córdoba, 33 años), que este viernes llega a las salas de cine. Ella da vida a Laura Vázquez, una joven progue y con un puntito perroflauta -lleva una rasta- convencida de sus ideales de izquierda y algo embelesada por la historia su padre, el comunista Teodoro Vázquez, que hizo de su grito «¡La vida es lucha!» un símbolo para toda una generación. Desde un barrio humilde de Madrid, se alistará en Nueva Izquierda como la responsable de redes del partido. Asegura la actriz que no tomaron como referencia a ningún político real. «Viendo todo lo que le pasa a la pobre chica, era muy difícil centrarse en alguien que existiera, porque eso nos limitaba mucho. Tanto Arantxa como yo preferimos hacer todo ficcionado y así poder viajar y trabajar con el personaje y hacer lo que nos diera la gana», explica.
Él da vida a Pablo Merino también a otro novato, un pijín con fachaleco y mocasines, procedente del campo andaluz y de una familia «un poquito bien», explica González. Es representante provincial de las nuevas generaciones de España Liberal, aunque su ambición parece ser salir del campo y hacer carrera política en Madrid. «Me hicieron una prueba hace mucho tiempo y yo pensaba que la película ya se estaba rodando, pero al año me llamaron y me dijeron que la prota ya estaba y que tenían que verme con ella para ver si funciona la cosa», cuenta este actor, arquitecto y modelo, que acabó haciendo una última prueba con Torrebejano y ante la atenta mirada de la directora de 'Carmen y Lola'. «Cuando me fui de allí, se quedaron las dos maquinando si me cogían o no», dice entre risas. «Piqui, piqui», salta a su lado Torrebejano.
La película arranca cuando Alfonso Bravo (Gonzalo de Castro), aspirante a la Moncloa de Nueva Izquierda, y Victoria Silvela (una Elena Irureta que remite completamente a Esperanza Aguirre), presidenta del Gobierno, perteneciente a España Liberal, coinciden en la inauguración de un pantano. Laura y Pablo chocarán desde el primer momento, sin embargo, un accidente no solo les obligará a cooperar para salir bien parados del mal trance, sino que les llevará a ganar peso en sus respectivos partidos de cara a las próximas elecciones. A partir de ahí se teje una sátira certera, pero inofensiva, acerca de las tripas de la política, un peculiar mundo donde abundan las desilusiones, las zancadillas, las trampas y rasgos de personalidad que acercan a algunos de los que viven de ella a la sociopatía o la psicopatía -María Hervás y Raúl Cimas están especialmente brillantes como los asesores deshumanizados y robóticos de Alfonso y Victoria-.
«Laura empieza muy ilusionada, con mucha esperanza de que la política puede cambiarlo todo. Cuando entra dentro se da cuenta de que no es oro todo lo que reluce porque realmente dentro de la política, no se hace la política en la que ella cree», apunta Torrebejano. Algo similar le sucede a Pablo, que desembarca en España Liberal con «poca experiencia» y «muchos ideales». «Mira que los dos son currantes, pero aquí, por accidente, sin que la meritocracia haya importado un duro, llegan los dos a una posición y una vez están dentro los despojan de todos esos ideales y se dan cuenta de que aquí lo único que importa es ganar las elecciones, sin pensar en el electorado ni en nadie. Los ideales están muy bien, pero hay que dejarlos en casa», señala González. Como la vida misma.
Esa inocencia que ambos van perdiendo a lo largo de la película es el hilo conductor de una comedia entretenida, con algún que otro momento brillante -la secuencia de la iglesia es especialmente divertida-, que supera, y mucho, a 'La familia perfecta', la anterior película que Echevarría rodó para Atresmedia y que también contaba con guion de Olatz Arroyo.
Cabe preguntar a los dos actores si una cinta como esta puede calmar un poco los ánimos en el convulso panorama político. «Ojalá sirva para que haya más consenso y que los candidatos escuchen más», responde Torrebejano. «No sé si una película como esta sirve para cambiar las cosas, pero sí para recordarnos a nosotros mismos que el humor está muy bien. Eso de, ¿cómo te ríes con la que está cayendo? Me tengo que reír más porque es una manera de sacar un drama de dentro. Creo que es muy bueno saber hacer comedia de todo lo que nos pasa, sea bueno o malo. Reírse siempre está bien y cuanto más lo hagamos, mejor», contesta González.
En cambio, nuestros políticos no parecen reírse mucho. «Bueno, no sé si se les permite, ¿no? -se pregunta la catalana-, pero en su casa son humanos y también se ríen y ven series y cagan. Son personas normales que están haciendo el mejor rol de su vida. De hecho, son personajes orquestados por un equipo enorme». Su compañero en la ficción tiene una opinión similar: «No creo que les falte humor, sino que se lo prohíben un poco para que parezcan casi robots y ahí es donde está el problema».
Desliza la también directora de 'Chinas' en las notas de producción que a veces, y mira que lo han intentado, ha costado que la ficción supere la realidad. «Bufff, es que pasó. Mira, la semana que estábamos rodando las escenas del debate coincidió con debate electoral del 23-J. Llegamos a casa, pusimos la tele y dijimos: '¡Pero si es que nos hemos quedado cortos!'. El rodaje parecía absurdo y surrealista, pero no», comenta entre risas Torrebejano.
Apuntan ambos que un rodaje siempre es duro, «porque son muchas» horas, pero en 'Políticamente incorrectos' ha habido, además, muchas escenas complicadas técnicamente, «quizás demasiadas para ser una comedia, aunque luego quizás no las aprecie el espectador», dice González provocando las carcajadas de su compañera de reparto. El actor cordobés asegura que «Arantxa coloca la cámara de maravilla y hace cosas muy complejas, pero la forma en la que ella capitanea el equipo era como estar en familia, bastante más relajado de lo que suele ser cualquier rodaje, y eso ya te coloca en un sitio de partida donde hace que todo sea mejor». «Y si luego lo que realmente sufrimos los dos, porque sufrimos mucho, porque nos hizo muchas guarretas Arantxa, no se ve la peli, es que es un buen trabajo», apostilla Torrebejano.
Con un humor que remite directamente al de cintas como 'Ocho apellidos vascos', ¿sueñan con un éxito así? «Vamos a decir que no y nos quitamos un poquito la presión, y si luego cae, genial», dice González. «Lo tengamos o no, para mí la película sigue siendo una peliculaza», concluye Torrebejano.
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