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Dámaso Carrillo (Carlos Areces) y una mujer acceden al espacio que la funeraria dedica a la exhibición de féretros. Tras una conversación acerca del parentesco que le unía a ella con la fallecida y que juega al equívoco, inaudible para quienes estamos al otro lado ... del monitor y no tenemos auriculares, el empleado comienza a enseñarle los distintos modelos de ataúdes. Pero algo va mal: cada vez que Dámaso levanta una de las tapas, vuelve a cerrarla inmediatamente porque dentro parece haber algo que le horroriza, hasta que da con una vacía. La forma en la que Areces despliega todo su humor gestual lleva a la directora Laura Caballero a sofocar una carcajada antes de dar indicaciones para repetir la toma.
La secuencia se está grabando en Navalcarnero, una localidad a poco más de media hora de Madrid, y pertenece a 'Muertos S. L.', la nueva comedia que Contubernio Films -la productora dirigida por los hermanos Alberto y Laura Caballero, responsable de títulos como 'La que se avecina', 'Machos alfa' o 'El pueblo'- está preparando junto a Movistar Plus+ y que se estrenará, previsiblemente, el año que viene. «Es una mezcla de 'A dos metro bajo tierra', 'Juego de tronos' y 'The Office'», desvela Areces, que por vez primera encabeza el reparto de una ficción televisiva.
«La serie es la historia de una pyme familiar, una especie de 'Succession' en miniatura», completa Alberto Caballero, corresponsable de esta sitcom al uso, con capítulos de media hora de duración, que narra las vicisitudes de un grupo de trabajadores de una funeraria. «Queríamos contar que hay negocios, más o menos ocultos, pero que en el fondo son empresas como cualquier otra porque sus trabajadores acaban normalizando cosas que al resto nos llaman la atención», continúa el productor y guionista. «Claro, estás tapando una fosa nasal a un cadáver y a la vez estás contando quién te gusta en el trabajo o qué vas a hacer el fin de semana», confirma Gerald B. Fillmore, que ha tenido que dar un curso acelerado de tanatopraxia para meterse en la piel de Abel, un tipo «meticuloso y ordenado» al que le encanta su trabajo.
Tiene sentido lo de 'Succession' en miniatura porque la serie da comienzo cuando fallece Gonzalo Torregrosa, propietario y fundador de la funeraria que lleva su nombre. Dámaso era hasta ahora su mano derecha y está convencido de que lo mejor para todos es que él asuma el mando, pero Nieves, la viuda del difunto, será quien se ponga al frente de la empresa, ayudada por su inútil y entusiasta yerno, Chemi, un experto en marketing que no ha dudado en colgar una fotografía enorme de Steve Jobs junto a su mesa de trabajo. Las traiciones y las zancadillas estarán a la hora del día.
Es la cuarta vez que el 'chanante' se pone a las órdenes de Alberto y Laura Caballero y lo hace una vez más dando vida a un tipo «mezquino, que intenta medrar en lo suyo y no tiene escrupulos», pero aunque en el set se respire un aire familiar, Areces asegura que jamás había trabajado en unos decorados tan espectaculares: «En 'La que se avecina' hemos estado tantos años con los mismos que parecían ya la casita de Espinete».
Lo cierto es que la entrada al set llama mucho la atención. La fachada, con el rótulo Funeraria Torregrosa, permite grabar con luz natural en el exterior. Pero es en el interior de la nave donde se percibe la importante apuesta de la productora y la plataforma, con dos enormes platós de 1.500 y de 1.200 metros.
En el primero, situado a pie de calle, se encuentran la recepción, la cafetería, la sala multiconfesional -«es que si no evolucionas pierdes clientes», dice entre risas Caballero- y dos velatorios -uno de gama media, otro más VIP- con sus túmulos, así como los pasillos de servicio por los que circulan los empleados trasladando a los cadáveres. «La zona de cara al público tiene un aspecto más retro y elegantoso porque su origen está en el año 96, que es cuando se liberalizó el sector», detalla Caballero. Lo más sorprendente es que «todo está conectado y podrías meter una 'steadycam' y circular por todo el edificio», cuenta entusiasmado.
No será 'Muertos S. L.', sin embargo, una ficción que a priori abuse del plano secuencia porque su realización parece mirarse, como ya adelantaba Areces, en títulos como 'The Office' o 'Parks and Recreation'. «No es un falso documental, no hay personajes hablando a cámara», deja claro Areces, «pero prácticamente toda la serie está rodada con cámara al hombro y zooms y eso le da un aspecto de documental, aunque no rompamos la cuarta pared, que aporta frescura y ritmo». En este sentido, la cámara funciona «como un personaje más» y tiene «su propia mirada», apunta Adriana Torrebejano, que encarna a Manuela, otra tanatopractora del centro, con tan buena mano que algún actor ya se ha quedado dormido durante las secuencias con cadáveres, que en ocasiones harán uso de muñecos muy realistas. «Es que los dejo muy relajaditos», señala divertida.
En el segundo plató, situado dos plantas por debajo, esa sensación de realidad se desvanece por la presencia de dos pilares. A cambio, el set cuenta con todo tipo de estancias: las oficinas, el office para almorzar y descansar, el rincón dedicado a la exhibición de las distintas gamas de féretros, el horno crematorio, la espectacular sala de tanatopraxia, con todo el atrezo real -disponen hasta de las agujas que se usan para coser bocas- y el enorme despacho del difunto Torregrosa, construido con maderas nobles, «algo muy típico de los directores rancios y casposos que decidían construirse su superdespacho pese a estar en algún remoto polígono».
Pese al intenso trabajo, curiosamente «es la serie más placentera que hemos puesto en marcha», afirma Caballero, algo que atribuye a la experiencia y al equipo ya rodado, pero también a que los decorados permiten trabajar con todo el equipo dentro y poner las cámaras en casi cualquier posición sin tener que mover paredes. De hecho, esperan terminar esta primera temporada, en la que también participan actores como Ascen López, Salva Reina, Aitziber Garmendia, Diego Martín, , Amaia Salamanca, Roque Ruiz o Manolo Cal, en apenas dos semanas, es decir en un par de meses de rodaje.
Para Fillmore, la ficción estéticamente le lleva al cine político de los noventa. «Los colores fríos me remiten a 'Todos los hombres del presidente' o a cualquier película de Michael Mann de entonces», afirma quien ve su personaje como una oportunidad para trabajar la comedia física y el 'slapstick'». Por su parte Areces no lleva mal eso de ser el protagonista de la ficción. «Si te digo la verdad lo único que noto es que estoy aquí más horas: vengo aquí el primero y voy viendo a mis compañeros pasar, mientras me como jornadas maratonianas de doce horas. Es verdad que con 'La que se avecina' suelo tener horas libres y aquí no tengo ninguna, pero al ser media hora por capítulo está todo más condensado».
Asegura Areces que el tema de la muerte se presta mucho a la comedia, precisamente porque «es algo que nos preocupa y nos agobia». A este respecto, la mitad del dúo Ojete Calor considera que todos los temas son abordables desde cualquier punto de vista: «Cuanto más grave es un asunto, más me gusta que se trate desde la perspectiva del humor». No en vano, el rodaje ya ha dado lugar a varias anécdotas, una de ellas tiene que ver con una señora que hacía de cadáver y sobre la camilla dijo: «Las tetas, sí, pero el coño no me lo vais a ver», rememora Areces.
Curiosamente, el actor ya se había acercado a esto de los difuntos, aunque de una manera tangencialmente opuesta. En julio de 2021 publicó 'Post Mortem', un exquisito volumen de lujo, primorosamente editado por Titilante Ediciones, que recoge casi al completo las cientos de fotografías de muertos que el madrileño ha ido adquiriendo en los últimos quince años. «En mi caso necesito hablar del tema continuamente porque me obsesiona, aunque no me guste. No tengo ningún tipo de creencia metafísica y es un tema que está ahí presente cada día», reconoce.
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