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Pablo Casado responde a Pedro Sánchez, en el Pleno del Congreso de los Diputados. EP

Sánchez y Casado se acusan de alimentar la crispación pero votan juntos el ingreso mínimo

El debate en el Congreso se convierte en un nuevo recital de reproches con acusaciones cruzadas de golpismo y mentiras

Miércoles, 10 de junio 2020, 11:14

Pedro Sánchez y Pablo Casado, el Gobierno y el PP, con Vox y Ciudadanos en papeles secundarios, protagonizaron este miércoles otro pleno tormentoso en el Congreso con la pandemia de la Covid-19 como mera excusa para intercambiar acusaciones, críticas, reproches y descalificaciones. Pero ... horas después, todos votaron a favor de una de las medidas estrella de la gestión de la crisis sanitaria, la implantación del ingreso mínimo vital. Ni Vox se opuso.

Fue un espejismo o un enfrentamiento real. Siempre quedará la duda de si la ruda esgrima parlamentaria de hoy fue una escenificación o fue la expresión de un choque irreconciliable. «¿Usted va a perseverar en la división y en la bronca? Si elige la unidad, aquí está el Gobierno, si continúa con la bronca, ahí tiene a la ultraderecha», emplazó Sánchez al líder de la oposición en uno de los momentos más intensos de la sesión de control al Ejecutivo de este miércoles en el Congreso. Antes le había recriminado que utilice «el virus para hacer caer un gobierno legítimo y democrático».

Casado no se quedó atrás y acusó a Sánchez y sus ministros de «esparcir el veneno de la crispación» envuelto en un lenguaje estampado de palabras conciliadoras. Pero la realidad tras ese discurso buenista, según el líder del PP, es que «quien no alaba a Sánchez, crispa». Puso sobre el tapete cuatro pactos de Estado sobre sanidad, políticas sociales, reconstrucción económica y ayudas las víctimas y sus familiares. Una oferta que no obtuvo ni media respuesta por parte del jefe del Ejecutivo.

El presidente del Gobierno y el jefe de la oposición se acusaron de fomentar la crispación con fines espurios. Para Sánchez, el plan de Casado consiste en alimentar la escalada de tensión para «derrocar» al Gobierno. El líder del PP replicó que el presidente aviva el enfrentamiento para «tapar» su «desastrosa gestión» de la crisis sanitaria. Y así hasta completar los cinco minutos de duelo dialéctico.

Un toma y daca plagado de reproches, que tuvo su continuidad en los sucesivos duelos entre ministros y diputados de la oposición. Unos y otros se arrojaron a la cara «el número de muertos, los crímenes en las residencias, el golpismo, el guerracivilismo, los descapotables y los palos de golf, los ultrajes a los demócratas, el sectarismo, las indecencias» y hasta un «a qué olemos las mujeres», que dedicó la ministra María Jesús Montero al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que preguntaba por una subida de impuestos y se encontró con una respuesta sobre el 8-M.

Pero la portavoz popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, en su cara a cara con la vicepresidenta Carmen Calvo, no dejó pasar la oportunidad para poner los puntos sobre las íes por las acusaciones al PP de golpismo y emplazó a su interlocutora a que dijera si era «consciente» de que el presidente del Gobierno acusaba al principal partido de la oposición de pretender liquidar el sistema democrático. «Ese fantasmagórico golpe de Estado -denunció Álvarez de Toledo- es un maligno bulo cuyo único propósito es camuflar la responsabilidad del Gobierno en la muerte de miles y miles de españoles». Calvo no entró en ese debate y trató de templar gaitas con una invitación a quedar para charlar sobre el significado de la palabra verdad. «Tómese un café conmigo con un par de horas por delante. Acéptelo». No se conoce la respuesta de la portavoz popular porque había agotado su tiempo de intervención.

Mentiroso y monaguillo

Una invitación a café que reiteró el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, al secretario general del PP, Teodoro García-Egea, tras su habitual y desabrido duelo semanal. Antes de la oferta cafetera, Iglesias había llamado al número dos del PP «mentiroso deleznable», y García-Egea tachó al vicepresidente segundo de «monaguillo de Sánchez».

En medio de este clima espeso, el PP anunció su apoyo al decreto que instaura el ingreso mínimo vital. Una decisión que se conoció cuando todavía resonaban en el hemiciclo los ecos del combate parlamentario. El Gobierno esperaba una abstención de los populares, porque así lo habían insinuado, y recibió con sorpresa el cambio de postura. Incluso Vox, que había anunciado su voto en contra, optó por la abstención.

Iglesias, que codefendió con el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, el decreto, no escondió su asombro por la decisión del PP, y confió en que sea el inicio de un giro en su estrategia de oposición. «Ojalá sigan caminando en esa dirección hacia los consensos», apuntó el vicepresidente segundo.

Y puede que no sea la última vez que coincidan Gobierno y oposición. Socialistas y populares mantienen conversaciones sobre el decreto que regulará los usos sanitarios en la «nueva normalidad». El Gobierno ya ha alcanzado un acuerdo con Ciudadanos y el PNV para que respalden la normativa cuando llegue la próxima semana al Congreso. El PP, por ahora, no ha fijado su posición definitiva pero no ha cerrado la puerta.

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