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Sara I. Belled y ARIEL FERRANDINI
Texto | Desarrollo
Lunes, 11 de mayo 2020, 10:53
Controlar la curva es el objetivo número uno en la lucha contra el coronavirus, para evitar el colapso sanitario, y medidas como el distanciamiento social o el confinamiento son imprescindibles para reducir su incidencia. En España el estado de alarma está activo desde el 15 de marzo y tras un periodo de dos meses de medidas restrictivas, comienza la desescalada por fases. La efectividad de este proceso dependerá de muchos factores, entre ellos el compromiso de la ciudadanía.
Sin intentar hacer predicciones, es posible visualizar tres escenarios dependiendo del porcentaje de población que se encuentre confinada: sin medidas, distanciamiento y restricciones severas.
Esta visualización es extrapolable al momento actual en cuanto a que es posible elegir ese grado de confinamiento e ir reduciéndolo o aumentándolo en virtud de la laxitud de las medidas, que no debería, pero puede ir de la mano de la relajación de su cumplimiento por parte de la población.
El punto de partida es una hipotética población sana de 200 personas, que se encuentra confinada al 70%, y una tasa de contagio de tres personas por cada infectado, que es la tasa aproximada que se ha asociado en diferentes momentos para la Covid-19. No es posible en este modelo que un infectado contagie a una cuarta persona sana.
El primer escenario muestra a una población que se enfrenta al virus sin ningún tipo de medida de contención. Al incluir un paciente cero (que es en esta población modelo el primer contagiado), los contagios se multiplican y no tarda en infectarse con el virus todo el grupo. En este caso, la curva exponencial muestra un crecimiento acelerado y descontrolado. Es una situación similar a la que se produciría si después de un periodo de confinamiento como el que ha vivido España, de repente se eliminasen todas las medidas.
El segundo escenario muestra el distanciamiento social. En este caso, la población es consciente de que una mayor distancia personal ayuda a reducir el contagio. De este modo, un 40% del grupo queda inmóvil y la expansión del virus se ralentiza. La curva es ahora menos pronunciada y los contagios se espacian.
El tercer escenario muestra a una población confinada, con un 70% del grupo inmóvil. Es similar a las medidas adoptadas por el Gobierno de España con el estado de alarma. El contacto entre las personas se reduce y el contagio se hace más complicado. En este caso, se genera la curva más sostenida en el tiempo. En este escenario es posible relajar las medidas y ver cómo eso afecta al ritmo de contagio del virus. Cuanto más tarde y más despacio se reduce el porcentaje de confinamiento, más tendida es la curva y menos contagios y muertos se producen.
Esta simulación se hace sobre la referencia de este trabajo publicado por The Washington Post el pasado 14 de marzo. Se ha creado un espacio con una población de 200 personas en un tiempo variable de hasta 6 semanas según el escenario. El primer infectado aparece de forma aleatoria en cualquier zona del recuadro; por este motivo, los resultados entre varias simulaciones pueden tener pequeñas variaciones. Los pacientes se cambian a 'curados' en un rango de tiempo variable por persona ya que el periodo de incubación puede ser diferente entre los infectados. Cada contagiado puede infectar hasta a tres personas más y tiene una probabilidad de morir de 6% (dado que los datos de mortalidad varían considerablemente entre países se ha usado el promedio mundial). Los confinados tienen sólo una probabilidad de 33% de resultar contagiados, teniendo en cuenta que con la nueva normativa una persona aunque esté confinada puede salir de su casa y con ello contraer el virus.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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