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Hace 75 años, en Burgos aún existían campos de concentración y cárceles especialmente preparadas para presos de conciencia, presos políticos. El actual Parador de Lerma, el Palacio Ducal, fue una de esas cárceles, como también lo fue el Monasterio de San Salvador de Oña. Los ... campos de concentración, en Miranda, Aranda y San Pedro Cardeña.
El de Miranda es el más famoso por ser el mas prolongado en el tiempo. Los relatos de la época nos llevan a la visión más horrible, más dolorosa y tétrica de cualquier campo de concentración de la Alemania nazi y que está en el inconsciente colectivo de todos a través de novelas y películas. Así, tal y como lo relata el Niño del Pijama de Rayas o La Lista de Schindler; así, muy parecido era el campo de Miranda de Ebro.
Todos ellos (Aranda, Miranda, Valdenoceda, Lerma…) son escenarios de dolor y desgarro. A lo largo de los años, y tras varios informes remitidos por la Inspección de Campos de Concentración a Franco tras analizar las posibilidades de establecimiento de nuevos campos de concentración el Caudillo sugiere «la conveniencia de emprender la construcción de barracones desmontables», que servirán no sólo para ampliación momentánea de los campos existentes, sino también para emplearlos más adelante en los verdaderos Campos de Concentración de Trabajo; una orden que fue dada en Santander el 15 de enero 1938, por el coronel inspector Luis de Pinillos.
La guerra es una fría realidad que deja estampas de horror, muerte, desolación, abandono y pobreza. El conflicto bélico en sí mismo ya es una lacra para la sociedad. Pese a todos los adelantos técnicos y humanos, las últimas generaciones no han aprendido las lecciones de la Historia. Hoy no nos matamos a garrotazos -bueno, algunos igual sí – usamos técnicas diferentes para lograr el mismo objetivo: humillar al diferente.
Las consecuencias de la Guerra Civil Española, que se dirimió entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, las seguimos sufriendo 84 años después de su fin. Los odios entre bandos han reverdecido y las balas de plomo se han sustituido por gruesos insultos -menos mal que usamos la palabra y no las armas – para derrotar al adversario; y si podemos, humillarlo hasta la vergüenza más infame. Todo por quedar por encima; sin humildad, sin perdón y sin misericordia.
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Julio César Rico
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Y porque no tenemos campos de concentración como en los años 40; si no, ahí iría todo infiel. Igual daría un color, una raza, un pensamiento, una razón, una fe o una historia personal. Igual daría un gulag que un campo nazi; hoy los campos de concentración son otros: la precariedad laboral, la mendicidad extrema, la ausencia de empatía y de dolor en los políticos [como actores de la acción, así en neutro] y las políticas [extremistas y contra todo; y que cada cual lo entienda como quiera].
La importancia que le dio Franco a Burgos para mantener a raya a los prisioneros rojos fue patente y habilitó la Oficina Central de la Inspección en Burgos; era la cabeza de otras delegaciones comoAsturias, Galicia, Bilbao, Baleares y Zaragoza, más las de Cáceres y Andalucía que se encontraban en proyecto de creación.
El Palacio Ducal de Lerma se puede considerar en esa época un campo de concentración con todas las letras. Sirvió como establecimiento de reclusión para presos de guerra con autonomía administrativa. Y estaba en plena plaza Mayor del pueblo. A la vista de todo el mundo para mayor escarnio.
Según cuenta Román-Fernando Labrador Juarros en su estudio sobre 'Campos de Concentración en la provincia de Burgos 1936-1939' que «la primera referencia cronológica que sobre este campo se hace aparece en una de las Memorias de la Inspección, cuando se refiere que hacia la segunda quincena de Julio de1937 se están llevando a cabo obras para reparar y habilitar, con el fin de dedicarlos a campos de concentración, el Palacio de Lerma y otros más». En este mismo lugar estuvo ubicado durante un tiempo el batallón de trabajadores número 50, compuesto por presos de Santander y Laredo.
El de la ciudad del Ebro fue el más importante de la provincia y el que vivió mayores atrocidades. Sobrevivió más de ocho años a la Guerra Civil e incluso se convirtió en campo nazi. Todos los historiadores coinciden en que es el que mayor número de prisioneros vio pasar.
Se ubicó muy cerca de la estación de trenes de Miranda de Ebro, «instalado en los restos de una antigua azucarera y en varios barracones y tiendas de campaña, en campo acotado por alambradas». Era un campo accesible para funcionarios y para militares; pero tremendamente duro para los concentrados. No tenían ni siquiera agua.
En los primeros meses de la contienda se utilizó la plaza de toros. Y después, sobre una superficie de 42.000 metros pertenecientes a la empresa Sulfatos Españoles se construyó el Campo de Concentración de Miranda de Ebro, muy cercano al río Bayas y al ferrocarril.
Era un buen campo militar para alojar a 1.200 prisioneros en opinión de la Inspección, aunque llegó a doblar ese número en la vida útil del recinto; esto es así porque se recibían a los evacuados de los campos de otros lugares.
El número oficial de presos muertos desde noviembre de 1937 hasta agosto de 1945, es de 164; pero mucha gente en Miranda habla de muchos más muertos que no contaron para las cifras oficiales.
Tan cercano a la capital de Burgos y tan desconocido, San Pedro de Cardeña albergó a prisioneros rojos de guerra. Y casi nadie, por el silencio de la prensa de la época, conocía su existencia. Se empezó a ocupar a finales de 1936, como una cárcel complementaria a Burgos y alojar «a soldados apresados en los frentes del norte, básicamente los restos del batallón Rebelión, Saseta, Bon y Salsamendi», relata Labrador Juarros.
Los informes de Inspección detallan las 'bondades' del monasterio que cuenta con capacidad para 1.800 presos y una enfermería de 75 camas.
Como en el caso de San Pedro de Cardeña, toda la prensa no se hacía eco de la existencia de campos de concentración. Del de Aranda existe constancia en los Archivos del Estado Mayor del Cuartel General del Generalísimo, de forma paralela a los demás campos. Estaba ubicado en la sala de máquinas de la estación del ferrocarril en construcción, el Directo Madrid-Burgos.
El de Valdenoceda fue el último campo de concentración de la provincia de Burgos en incorporarse a la lista.
El viejo edificio blanco que da al río Ebro se puede ver aún a la derecha de la carretera N-232 en dirección al norte. Allí hubo 1.100 prisioneros de guerra y presos de conciencia. Cada año, en torno al 14 de abril, fecha de conmemoración de la Segunda República, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica realiza un acto de homenaje.
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