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Sacan el cadáver de uno de los policías asesinado por uno de los secuaces de Bueno Latorre, en la parte inferior derecha de la imagen, del Hospital Provincial de Burgos. ABC

La sangrienta fuga de Burgos: dos policías asesinados y un criminal en libertad

Fue uno de los criminales más buscados, uno de los más violentos y un experto en fugas. La penúltima huida de Rafael Bueno Latorre fue de la cárcel de Burgos y para ello sus compinches asesinaros a dos policías e hirieron a otro. Esta es la historia de crueldad y fugas de Cañameras

Domingo, 3 de noviembre 2024, 09:49

Habrá cumplido o habría cumplido 70 años en este 2024, hace 40 que se le perdió la pista y hace 41 que, junto a dos secuaces, asesinaron a dos policías en el Hospital Provincial de Burgos. Esa fue la penúltima fuga de Rafael Bueno Latorre, alias Cañameras. Decenas de atracos a mano armada, cuatro muertes y una colección de fugas de película.

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Esta sangrienta fuga ocurrida en Burgos llegó ya en la fase final de la carrera delictiva de Bueno Latorre, también sus momentos más violentos y crueles. Pero lo detuvieron en Barcelona con sus compinches. Acabó en Alcalá Meco y se escapó de nuevo el 20 de abril de 1984. Desde entonces no se ha vuelto a saber de él. Los Cuerpos de Seguridad creen que abandonó España, se le ubicaba en Francia o Bélgica, dedicado al tráfico de drogas. Luis Rendueles y Manuel Marlaska aseguraban en su programa 'Territorio Negro' que les constaba que hasta el año 2020 la Sección de Fugitivos estuvo haciendo gestiones para dar con él.

Bueno Latorre comenzó siendo el prototipo de quinqui del tardofranquismo, pero labró su fama como atracador de bancos y como experto en fugas. Huyó de cárceles, pero también de reformatorios.

32 años

Raúl Santamaría tenía 32 años cuando uno de los compinches de Bueno Latorre lo asesinó mientras custodiaban al preso. Era burgalés. Su compañero, también asesinado, era de León y tenía 44 años, se llamaba Jesús Postigo. Sabino Quintana, el tercer agente, resultó herido.

En su huida del hospital de Burgos, donde había llegado tras herirse en la cárcel, enseguida llegamos a esta parte, él y sus dos secuaces asesinaron al policía burgalés Raúl Santamaría, de 32 años, y al leonés Jesús Postigo, de 44. Además, dejaron herido a otro agente, Sabino Quintana. En 2022, el Ayuntamiento de Burgos dedicó un pasaje al policía burgalés.

¿Quién era Bueno Latorre?

Pero antes ¿quién era Bueno Latorre y cómo llegó a ser Cañameras? Nació en Sevilla en 1954, pero pronto su familia emigró a Barcelona, a una zona periférica de Santa Coloma de Gramanet. Allí, en esos arrabales marginales fue donde se crió y pronto se hizo notar.

Comenzó, como se presupone, dando pequeños palos: tirones de bolsos, joyas, robos de carteras… Siendo un adolescente ya era conocido en las comisarías y pronto aprendió que era mejor actuar con un arma. Primero fue una navaja, con la que desvalijaba máquinas registradoras. Después llegó la pistola y los atracos a bancos, así lo cuenta la prensa de la época.

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18 años

Esa era la edad que tenía Bueno Latorre cuando ingresó por primera vez en la Modelo de Barcelona. Con 20 años ya cometió su primer atraco a un banco a punta de pistola y era el líder de su propia banda.

Cuando su zona de golpes se le empezó a quedar pequeña, también por su fama, donde cada vez era más conocido, extendió su radio de acción. Con 18 años entró en la Modelo de Barcelona. Con 20 años ya cometió su primer atraco a un banco a punta de pistola y también era el líder de su propia banda. Comenzaba a fraguarse esa relación con la policía que le acompañaría hasta incluso después de su desaparición definitiva: era una de sus principales objetivos.

Arsenal de armas, cabecilla de una banda

En 1978 le interceptaron con un arsenal de armas en la Costa Brava y acabó en Carabanchel, pero no quería estar allí por mucho tiempo y se fugó. Segunda fuga de una amplia lista. Comenzaba así también su leyenda como escapista. Pero cuatro meses después la Guardia Civil dio con él, de nuevo, en la Costa Brava.

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Regresó a la cárcel y comienza así su constante vital: la huida. Después de pasar por casi todas las prisiones de España acabó en el penal de Burgos. Era mayo de 1982 y le esperaba una condena de 30 años. Pero, nuevamente, sus planes no eran los mismos que los de las autoridades.

Comienza a fraguarse la huida criminal

Unos días antes del 12 de octubre de 1983, la fecha es importante, como cualquier detalle de un plan perfectamente urdido lo es, Cañameras se clavó unas tijeras de cortar cuero, de unos 20 centímetros, en el vientre. La fina línea entre la libertad y la muerte se decantó a favor de Bueno Latorre.

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Una ambulancia lo trasladó, con los intestinos casi fuera, de urgencia al Hospital Provincial de Burgos. Allí fue operado e ingresado, así que se le asignó una importante vigilancia, tres agentes de la Policía custodiaban esa habitación donde se recuperaba un maestro de las fugas que estaba a punto de mostrar sus habilidades, una vez más. Ese 12 de octubre, día de la patrona de la Guardia Civil, sabían que habría menos vigilancia en carreteras.

Ahí descansaba Bueno Latorre, sabiendo que sus secuaces fuera lo tenían todo preparado. Mientras, Raúl Santamaría, Jesús Postigo y Sabino Quintana lo vigilaban. Mientras tanto, un coche aparca cerca del hospital y miguel Pintor y Antonio Villena cruzan la entrada del Divino Vallés, llevan batas de médico o uniformes de enfermero, pero también pelucas y gafas de sol, lo que les hace completamente sospechosos, pero a nadie le dio tiempo de avisar.

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Los dos compinches entraron en la habitación y acribillaron a balazos a los policías. Bueno Latorre escapó con ellos con la bata del hospital en un R18 que esperaba en la puerta con más miembros de la banda. Así se fragua su penúltima fuga y también la muerte de dos policías.

Continúan los asesinatos

Pero eso a Bueno Latorre le daba igual, de hecho, marchó a Barcelona a seguir engrosando su lista de atrocidades. Llegó hasta allí para buscar a los que creía culpables de haberlo delatado: Manuel Andrés Sánchez Manzano, alias Andresín, y Eduardo Aldama. Estos eran dos confidentes de la Brigada Criminal de Barcelona. Bueno Latorre y sus colaboradores los asesinaron y enterraron cerca de la ciudad, según pudo descubrir después la policía.

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Tras los asesinatos a sangre fría de Burgos y su fuga, la libertad le duró poco más de un mes. En noviembre de 1983 volvía a estar en prisión. Esta vez acabó en Alcalá-Meco, una de las cárceles más seguras en ese momento, inaugurada hacía tan solo un año. Pero eso no iba a ser impedimento para Bueno Latorre.

La última noche en prisión

Esta vez eligió el 20 de abril de 1984, Viernes Santos. Él y dos presos más secuestraron a tres funcionarios de prisiones con dos pistolas falsas hechas con jabones y tubos y pintadas con tinta negra. Les habían engañado provocando una inundación. Les quitaron los uniformes y salieron por una puerta de servicio de la prisión de Alcalá-Meco.

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En el último recuento del día saltó la alarma, faltaban tres reclusos uno de ellos, por supuesto, era Bueno Latorre. Ese fue el último día de Cañameras en prisión. Desde entonces, se supone, sigue en libertad uno de los fugitivos más buscados y peligrosos de toda España.

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