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El capitel de la Navidad se ilumina al paso de un rayo de la luz del sol de poniente. PCR
San Juan de Ortega: Un misterio de dimensiones cósmicas y esotéricas aún sin resolver
Burgos Misteriosa

San Juan de Ortega: Un misterio de dimensiones cósmicas y esotéricas aún sin resolver

El Milagro de la Luz es un calendario solar que cuenta los años. O los medios años. El equinoccio de otoño y el de primavera, cuando las horas de luz y penumbra se igualan, cuando el sol atraviesa el ecuador, en San Juan de Ortega, por obra de un científico medieval, se produce un fenómeno único en el que confluye el esoterismo, la magia, la religión, el arte, la arquitectura, la luz, las sombras, la inteligencia humana, la ciencia y el asombro de miles de visitantes y curiosos

Viernes, 23 de septiembre 2022, 07:26

El acontecimiento del 'Milagro de la luz', que tiene lugar este equinoccio en San Juan de Ortega es un fenómeno de dimensiones cósmicas; un rayo de luz, al inicio del otoño y la primavera, atraviesa una ojiva gótica para iluminar un capitel que narra la historia del anuncio, la concepción y el nacimiento de Jesús de Nazaret.

Y adquiere el carácter de fenómeno cósmico porque la iluminación del capitel está perfectamente calculada, con la porción de luz del sol exacta y necesaria, para que se produzca este alumbramiento. ¿Qué mente ilustre calculó con exquisita exactitud el acontecimiento? ¿Quién aplicó operaciones matemáticas complejas para obtener este resultado? ¿Por qué todos los capiteles del templo tienen motivos florales y sólo éste refleja el ciclo de la Navidad? ¿Pudo ser el mismo San Juan de Ortega el artífice del milagro?

Para todas esas preguntas no hay respuestas. El sol de la tarde entra por un ventanal ojival de la fachada del tempo y la fantasía se desata. La luz del poniente ilumina durante diez minutos un capitel con la más extraordinaria anunciación; un prodigio de todo el arte sagrado occidental. Y no es una exageración.

Nada es casualidad

A juicio de los expertos -apreciación en la que coincide el concejal de San Juan de Ortega, José Manuel Pérez- quien ideó este fenómeno «sabía perfectamente lo que estaba haciendo». No es una casualidad. Aunque la ventana por la que penetra la luz es posterior en el tiempo al capitel, nadie ha descartado que antes «ya existiera otra ventana románica».

De la primera traza románica de la iglesia de San Juan de Ortega nace una segunda fase gótica y con ella el coro. «Con esta obra desaparece el fenómeno» inicial, relata Pérez porque «quizá no conocían que la luz iluminaba el capitel». Durante siglos ha permanecido en silencio y desconocido porque fue en los años 70 «cuando se acortó el coro» y se redescubrió el fenómeno.

Arqueta funeraria con los restos de San Juan de Ortega, en la capilla de San Nicolás. JCR

La ventana ojival, antes de las obras de los años 70 «estaba tapada con unas cortinas y con algún cuadro o retablo», lo que da idea del desconocimiento «durante siglos» de este fenómeno. Pérez recuerda que «el único capitel» de la iglesia que está historiado es el del ciclo de la Navidad ya que el resto de los capiteles y basas románicas son floridas o tienen alusiones a hojas y plantas o seres mitológicos.

A las 5, hora solar

Al caer la tarde, cuando el sol se inclina hacia el ocaso, un leve rayo del sol ya debilitado empieza a iluminar el capitel; María y el ángel Gabriel, con las manos abiertas miran hacia la luz. «Es curioso que las figuras no se miran entre sí, miran a la luz que las va a iluminar», relata Pérez, «algo que parece premeditado por quien realizara el capitel».

El foco nos lleva a la escena en la que María pone sus manos sobre su vientre, la concepción. La luz toca la cabeza de San José y, de refilón, el rayo divino saca de las tinieblas el nacimiento de Jesús.

Ahí termina el periplo de la luz sobre un trozo de la historia de la salvación. José Manuel Pérez recuerda que la Iglesia realizaba sus catequesis y «contaba la historia a través del arte» y que estas escenas son «catequesis dirigidas a una gente que sólo podía conocer su religión con estos grabados».

El párroco de San Juan de Ortega, Andrés Picón, incide en la importancia del hecho, «más en la primavera que en el otoño», que es posiblemente para cuando lo pensó quien tuvo la idea. Hay que tener en cuenta que la Iglesia «celebra el 25 de marzo la fiesta de la Anunciación», apunta Picón, que es precisamente una de las escenas del capitel.

El fenómeno de San Juan de Ortega es cósmico y esotérico; mágico y espiritual por la forma en que se produce; por la precisión matemática de su inicio y su final. Por ello es único aunque existan otros acontecimientos similares, como en la iglesia de la villa zamorana de Santa Marta de Tera que cuenta con un fenómeno similar en su templo parroquial.

Enclave de poder

El Camino de Santiago hace una parada más que obligada en San Juan de Ortega. El paraje es uno de esos lugares a los que podríamos llama 'enclaves de poder'. Un sitio lleno de misterio y secretos que se custodian con celo en el monasterio, las dos iglesias, el claustro y el impresionante sarcófago del santo, nacido en 1080 en Quintanaortuño.

Es un lugar especial y simbólico del Camino de Santiago. Es un punto de descanso obligado tras el ascenso al Monte de la Pedraja y su bajada vertiginosa hasta el valle que se adentrará en otro de los lugares mágicos de la provincia y cuna del primer europeo, la Sierra de Atapuerca, y todos sus misterios que aún duermen bajo tierra.

Desde las estribaciones de la sierra, si este otoño miramos al cielo, podremos ver al anochecer Venus, Júpiter y Saturno; y al amanecer Mercurio y Marte, los primeros en octubre y noviembre, y los segundos a partir de noviembre.

Un hombre bueno

Juan de Ortega fue un servidor de los peregrinos que realizaban el Camino. Conoció a Domingo de la Calzada y se convirtió en discípulo y colaborador en las obras que emprendió. Juan fue constructor, arquitecto, mago, inventor, sanador y soldado, protector de peregrinos para evitar saqueos y atracos a los romeros en el difícil paso franco de los Montes de Oca.

Fue el más fiel colaborador y discípulo de santo Domingo de la Calzada y quedó a su muerte al cuidado de las obras que el primero de ellos había emprendido. Llegó a ser el más afamado 'ingeniero de caminos' de la época medieval. Fue ordenado sacerdote y peregrinó a Tierra Santa. A su regreso se afincó en los Montes de Oca, para socorrer, servir y proteger a los peregrinos. En 1152, tras ganarse la confianza del rey Alfonso VII, empezó a levantar el actual monasterio.

En el monasterio de San Nicolás, en una tumba de piedra reposan sus restos y reliquias; y en la iglesia abacial es donde se encuentra el capitel, a la izquierda según se entra; en medio del templo queda un excepcional baldaquino con escenas de la vida de Juan de Ortega y un estatua yacente de la escuela de Gil de Siloe.

Pintura del milagro de las abejas en el traslado del cadáver del santo. JCR

Fenómenos extraños en el traslado del cadáver

Cuentan las crónicas y las leyendas del lugar que el cuerpo muerto de San Juan de Ortega se custodiaba en la capilla de San Nicolás, donde está ahora. Pero los monjes agustinos, que moraban entonces en el cenobio, trasladaron el cuerpo desde su emplazamiento original hasta la iglesia monástica. Una multitud esperaba a las puertas y al abrir el sepulcro una nube de abejas blancas llenó el ambiente; el templo, dicen las crónicas y las leyendas «se llenó de un agradable e intenso aroma».

Al intentar sacar los restos de Juan de Ortega «el cuerpo se negó a que lo movieran de donde se encontraba» y no hubo manera de despegarlo del suelo. El fenómeno de las abejas se relacionó con la fertilidad y en poco tiempo, se corrió la voz de que el santo favorecía los embarazos y los 'buenos partos'.

La fama llegó a oídos de Isabel la Católica. La reina estaba embarazada de su primer hijo varón, Juan; pero su salud estaba en peligro y decidió, buscando un buen final a su estado, visitar la tumba del santo. Rezó delante de ella pidiéndole el favor. Los caprichos de la reina le llevaron a pedir ver el cuerpo del santo que nadie había osado ver desde la intento de traslado a la iglesia.

Levantaron la piedra del sarcófago y de ella salió, de nuevo, una nube de abejas blancas que revolotearon por todo el templo. Visto el cuerpo, cerraron la arqueta y las abejas, como por arte de magia, regresaron a la tumba por un pequeñísimo orificio.

La leyenda de los milagros del santo considera que las abejas son una representación de las almas de los no nacidos, que salen al ambiente como un milagro cuando una madre embarazada acude a orar delante del santo. Labrados en el baldaquino de alabastro se pueden contemplar relieves de estos milagros, así como en la pintura que decora las paredes de la capilla de San Nicolás.

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