Los trabajadores de CaixaBank en Burgos han secundado hoy de manera «masiva» la huelga convocada por la plataforma sindical en todo el territorio nacional ante el «bloqueo» de la negociación de ERE. Una negociación que ya ha entrado en la fase de prórroga ... y que deberá resolverse antes del próximo 29 de junio, en un sentido u en otro.
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De momento, y a la espera de lo que pueda dar de sí la reunión convocada hoy entre la dirección de la entidad y la plataforma sindical, las posiciones permanecen muy alejadas, ya que la empresa continúa apostando por la fórmula de las salidas obligatorias, mientras los sindicatos exigen que éstas sean «voluntarias».
Esa es, a juicio de Enrique Gutiérrez, representante de UGT en el comité de empresa de Burgos, la principal «línea roja» de la negociación. «No entendemos por qué tiene que haber despidos», máxime sabiendo que «hay un colectivo de compañeros de todas las edades que se marcharían voluntariamente con unas condiciones dignas», permitiendo así cubrir las «duplicidades» que pueda haber en diferentes territorios tras la fusión con Bankia.
Unas duplicidades que, según Gutiérrez, no existen en Burgos, ya que la presencia de la antigua entidad madrileña en las tierras del Cid es «mínima». «Podemos entender que haya duplicidades en puntos como Madrid, Barcelona, Valencia o Andalucía», pero «no en Burgos», donde podría salir voluntariamente «más gente de la que se imaginan» si las condiciones son aceptables. De momento, la entidad mantiene su plan de 34 despidos en la provincia.
En este sentido, recuerda Gutiérrez, parte de esos despidos se plantean en oficinas implantadas en el ámbito rural, lo cual, indefectiblemente, llevaría aparejado el cierre de la propia sucursal. «No sabemos cuáles son las susceptibles de ser cerradas», ya que «la única condición» es que la localidad donde estén operativas no se quede sin entidad bancaria tras su cierre, explica. En todo caso, añade, esos cierres supondrían «abandonar a los clientes, que al final son los que dan los beneficios».
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Unos beneficios que, por cierto, siguen estando ahí, subraya Gutiérrez. «El año pasado hubo 1.300 millones de beneficios» y, «sin tener en cuenta las sinergias con Bankia, están proyectando ganar 2.000 millones este año». «No puede ser que la avaricia sea tan severa», ya que «el dinero sale de la confianza que tiene el cliente en nosotros, y si echan a 8.300 trabajadores, el servicio se va a resentir mucho».
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