Cuando el fútbol unió a un país en crisis
DÉCIMO ANIVERSARIO ·
El triunfo de la selección española en Sudáfrica llegó en plena recesión económica y fue un bálsamo frente al paro y los problemas económicosSecciones
Servicios
Destacamos
DÉCIMO ANIVERSARIO ·
El triunfo de la selección española en Sudáfrica llegó en plena recesión económica y fue un bálsamo frente al paro y los problemas económicosQue el fútbol es más que un deporte en el que juegan once contra once es de sobra conocido. Sus implicaciones sociales son enormes y el triunfo de la selección española en el Mundial de Sudáfrica en 2010 da buena fe de ello. El tan ... ansiado éxito de un combinado acostumbrado a las amarguras cuando de la mayor competición futbolística del planeta se trataba sirvió de bálsamo y unió a un país fuertemente azotado por la crisis económica en aquel momento.
Durante varias semanas de calor estival y pasión por la 'Roja', la generación más talentosa de la historia del fútbol español hizo olvidar el desempleo, la deuda pública, la prima de riesgo y los problemas económicos que llevaban meses ahogando al país en un contexto mundial de fuerte recesión. Ni recortes, ni austeridad, ni apretarse el cinturón como decía Bruselas. Por unos días todos los dolores de cabeza desaparecieron. Éramos inmortales, los mejores del mundo en el deporte rey.
El título conquistado en el para siempre querido Soccer City de Johannesburgo no sólo cambió un sino que hacía caer la moneda en cruz una y otra vez ante el reto imposible de escalar el temido muro de cuartos de final, sino que además provocó una verdadera explosión del interés por la filosofía del fútbol español en todo el mundo que benefició a técnicos y futbolistas de élite, pero también a aquellos más alejados de los focos, que encontraron oportunidades profesionales soñadas por todos los rincones del globo terráqueo al calor de la pasión por el 'tiqui-taca'.
Más allá del césped, y a medida que España iba superando la situación límite provocada por la derrota en el debut frente a Suiza, las calles, los bares, las viviendas e incluso los centros de trabajo, pues un Mundial es un Mundial, se fueron llenando de personas ataviadas con camisetas, bufandas y banderas pese al caluroso verano español. Las audiencias televisivas se dispararon hasta cifras que hoy siguen siendo de récord y conscientes de que el fútbol español estaba ante una oportunidad única, de que era un 'ahora o nunca', los españoles asistieron perplejos a la derrota contra la selección helvética, una piedra que no estaba en el guión pero que forma parte de todo relato épico, respiraron aliviados con la victoria ante Honduras y apretaron los dientes frente a la dura Chile, con un gol inolvidable de Villa, el más lejano de la historia de las Copas del Mundo.
Luego llegaría el todo o nada, emoción a raudales y cuatro victorias brillantes por momentos, pero también sufridas hasta el infarto. Quién no recuerda dónde y con quién estaba cuando España dejó en el camino a Cristiano Ronaldo, cuando derribó la maldición de cuartos ante Paraguay, cuando bordó el fútbol frente a Alemania, la que siempre gana, y cómo no, cuando Casillas negó el gol a Robben e Iniesta, ese chico normal de Fuentealbilla, se hizo eterno.
Decía Jorge Valdano que el fútbol es un estado de ánimo, y lo cierto es que pese a todos los problemas, el sueño dorado le cambió la cara al país. De la angustia del día a día se pasó a la euforia del «yo soy español, español, español». De ser líderes en la cifra de desempleo al «soy español, ¿a qué quieres que te gane». La noche del 11 de julio de 2010 fue inolvidable y larga, muy larga, pero Madrid se echó a la calle de nuevo al día siguiente para brindar a los chicos de Vicente del Bosque un auténtico baño de masas, con más de un millón de personas a sus pies.
Más información
Ignacio Tylko
Ignacio Tylko
Óscar Bellot
Virginia Carrasco
Niños que descubrieron a la selección siendo campeona, adolescentes y jóvenes que algún disgusto ya se habían llevado y mayores que sólo habían conocido decepciones y no esperaban nunca celebrar un triunfo como aquel tomaron las principales vías de la capital, esas por las que cada día transitan frenéticas miles de personas en su cotidiano quehacer. La calle de la Princesa, la Gran Vía, la Plaza de España, el Palacio Real...
También Cibeles y Neptuno, pues por una vez no había más colores que los de España, asistieron al desfile de los campeones, recibidos con palmas, cánticos, pancartas, sonrisas radiantes de felicidad e incluso alguna lágrima, pero de alegría. España, que tantas ocasiones en su longeva historia se ha peleado consigo misma, asistió unida como nunca a la fiesta de todos, pues por una vez, fuimos los mejores.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.