Secciones
Servicios
Destacamos
Diez años ya de la estrella que nos une, memorias de Sudáfrica. No maravilló España como en los mejores tiempos con Luis Aragonés, el primer gran artífice del cambio, pero el 11 de julio de 2010 el fútbol fue justo y la coronó campeona del mundo por primera vez. Un gol de Andrés Iniesta en la segunda parte de la prórroga, cuando en el Soccer City de Johannesburgo ya asomaba el fantasma de los penaltis, premió a la selección española, que hizo historia con mayúsculas. Solo Alemania y Francia habían logrado la proeza de conquistar la Eurocopa y el Mundial de forma consecutiva. El hito, renovado al cabo de tantos años y más tarde ampliado con el Europeo de 2012, habla por sí solo de la grandeza de una sensacional generación de futbolistas españoles. España se mereció el título. Nadie puede ponerlo en duda. Y mucho menos los holandeses, que jugaron sus bazas, sí, pero ensuciando este juego. No podía ser campeona del mundo esta Holanda sin haberlo sido la de Johan Cruyff. Por pura justicia poética, como definió Jon Agiriano, el cronista de este medio.
En aquellos tiempos, Sudáfrica bailaba al ritmo del 'Waka waka' de Shakira, bajo el estruendo de las vuvuzelas. Hoy, la pandemia de la Covid-19 ha impedido grandes celebraciones. El panorama en los alrededores del estadio Soccer City de Johannesburgo, ahora conocido como FNB Stadium, no puede ser más diferente. Apenas un puñado de empleados con mascarilla se dan cita en la gigantesca calabaza, levantada en el antiguo distrito de guetos negros de Soweto. No hay fiesta, no hay música y no hay fútbol por culpa del maldito virus.
La aventura hacia la gloria comenzó el 12 de junio en el campus de la Nordwest University de Potchefstroom, cuartel general de España durante el Mundial. Las calles de la localidad recibieron a los Puyol, Xavi, Iniesta, Torres o Villa, ídolos de los chavales sudafricanos, con los colores de España, y cálidos mensajes y carteles de bienvenida, muchos de ellos en castellano. Además, los internacionales pudieron presenciar actuaciones musicales de grupos locales, ataviados con vestimentas típicas de la zona, y un concierto con sones de ritmos tribales y espectáculo de percusión. «Espero que correspondáis a ese cariño con muchos triunfos», anticipó entonces el alcalde de la ciudad, Andrew John Mapthetle.
«No ha sido nuestro día». Cariacontecido, el seleccionador Vicente del Bosque no acertaba a explicar lo que sucedió en el estreno ante la Suiza del alemán Ottmar Hitzfeld. Le puso una vigilancia especial a Xavi y, con su director tapado, España se cegó en Durban. Atacó mucho y mal y defendió poco y peor. Los helvéticos llegaron un par de veces. En una lanzaron al poste y en otra marcaron un churro por obra y gracia de Gelson Fernandes. España ya no podía soñar con la posibilidad de elegir cruce. Tenía ante sí un ejercicio de supervivencia para pasar la primera fase.
Ante la bisoña y débil Honduras, España creció en Johannesburgo pero dejó escapar un marcador de balonmano. Villa acertó con su doblete y La Roja jugó bien, sobre todo cuando se sintió más exigida. Pero se lamentó en ese momento del tiro al larguero de Villa, del penalti fallado por el Guaje, de dos penas máximas más que no indicó un horrible árbitro japonés, del balón que le sacaron bajo los palos a Cesc o de los remates al limbo de Fernando Torres. «Se trataba de ganar y ahora hay que hacerlo con Chile», sintetizó Del Bosque.
Ante el corajudo combinado de Marcelo Bielsa, España resolvió en Pretoria su partido más difícil en su actuación menos brillante. El 1-0, obra de Villa tras una nefasta salida del portero, fue un oasis en medio del desierto. Chile dominaba, ahogaba y planteaba dificultades que España ni sabía solucionar. Sin la posesión del balón, todo se fiaba a alguna acción aislada y al contragolpe. La expulsión de Estrada y el 2-0 de Iniesta permitieron a España disfrutar durante muchos minutos de superioridad numérica. Las noticias que llegaban del Suiza-Honduras relajaron a Chile, que rebajó su nivel de agresividad. Con los deberes hechos, España sesteó. «Esta victoria nos dará más seguridad», resumió, pragmático, Del Bosque.
Llegados al primer cruce, en el emblemático Green Point de Ciudad del Cabo, España completó un notable ejercicio de paciencia hasta derrotar a la amenazante Portugal de Cristiano. Picó piedra hasta que Villa, otra vez él, agujereó la portería lusa a falta de media hora. Un esperanzador inicio de España había dado paso a un largo periodo de cuarentena, sin ideas y sin velocidad. La entrada de Fernando Llorente oxigenó el ataque hispano, ya menos previsible. A raíz del gol, el toque fue la mejor arma para defenderse. «Cuando jugamos así, es difícil que el rival nos pueda controlar. Queremos hacer historia», anticipó, eufórico para lo que es él, el bueno de don Vicente.
España enterró de un plumazo todos los fantasmas que la visitaban cada cuatro años y alcanzó sus primeras semifinales mundialistas gracias a un solitario gol de Villa, que bastó para derrotar a Paraguay y reescribir la historia del fútbol patrio. El combinado nacional sudó de lo lindo para doblegar a un rival muy correoso y agresivo. Pero cuando las cosas se atascan, ahí emerge Villa, determinante con su quinto gol en el campeonato. Dos penaltis errados por Xabi Alonso y Cardozo en el Ellis Park de Johannesburgo hicieron sonar el despertador para los 22 jugadores, que se batieron el cobre.
Lo mejor aún estaba por llegar. España alcanzó la final en uno de los mejores partidos de siempre, otro duelo inolvidable ante la Alemania de Joachim Löw, que clamaba venganza tras su derrota con ese gol del 'Niño' en la final europea de Viena, dos años antes. La estrategia acudió al rescate en el momento más oportuno. En un córner de la factoría del mejor Barça, Xavi lanzó y Carles Puyol se elevó al cielo de Durban para noquear a la 'Mannschaft', que daba pánico tras aplastar a Inglaterra y Argentina pero se encontró a una España superlativa. Del Bosque volvió a demostrar que disfrutaba de una gran plantilla, no solo de un once imponente. Recurrió a Pedro ante la baja forma de Torres, y el canario se lo agradeció con una actuación estelar. «Ha sido un partido extraordinario, felicitó a todos los jugadores», celebró el técnico salmantino, exultante.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.