P. ríos
Barcelona
Lunes, 20 de enero 2020, 14:01
El Barça vive días extraños, con todo el mundo examinando con lupa el estreno victorioso, aunque sufrido, de Quique Setién en el banquillo para buscar síntomas de mejoría respecto a la etapa ya acababa de Ernesto Valverde. No es tarea fácil porque resulta ... que nada funcionaba tan mal con el anterior entrenador como para iniciar una revolución y romper con todo. Fue una destitución por sensaciones, especialmente por las dejadas en varios desplazamientos, más allá del sorprendente desenlace de la semifinal de la Supercopa de España ante el Atlético tras 70 minutos de gran juego. Pero en el Camp Nou sí se había mostrado solvencia, verticalidad y puntería con el Txingurri.
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El domingo, ante el Granada, todo fue más académico, con fidelidad absoluta a las ideas de Johan Cruyff y Pep Guardiola. Pero sin ritmo ni velocidad todavía en las combinaciones, todo fue mucho más aburrido también. Para el primer día, cuela como un intento de regresar a los orígenes, pero si se acerca más la lupa a lo sucedido se descubre que el gol de la victoria lo logró el de siempre, Leo Messi, que está por encima de cualquier estilo y filosofía, y que el Granada casi marca en su única aproximación gracias a un remate al poste.
Quique Setién calificó con un «notable» a su equipo porque vio «muchas de las cosas que quería». Se refería a la posesión, un altísimo 86%, y al número de pases, 1.002, dos cifras que no se veían desde tiempos de Pep Guardiola y Tito Vilanova, aunque entonces no eran tan horizontales como ahora. También valoró la buena coordinación en la presión alta tras pérdida que permitió recuperar el balón muy rápido y encerrar al Granada en su área. Sergio Busquets resucitó con su mejor versión en ese marco ideal para él, más rodeado de centrocampistas (Rakitic y Vidal de interiores) al subir Jordi Alba a la zona del centro del campo cuando el equipo tenía el balón, dejando atrás una defensa de tres con Sergi Roberto, Piqué y Umtiti.
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JESÚS BALLESTEROS
Pero en ataque se apreciaron problemas en la creación. Messi recibió en la zona del 'falso 9', su vieja-nueva ubicación, pero siempre rodeado de rivales. Ansu Fati alternó por la derecha detalles de futuro gran delantero con errores propios de la inmadurez de sus 17 años. Y Griezmann se dejó la piel, todavía por la izquierda, tan desgastado en la presión y en el repliegue que le faltó aire para aprovechar un par de oportunidades.
En el análisis del estreno de Setién sería injusto no recordar la baja por lesión de Luis Suárez, que en el Camp Nou ha sido clave esta temporada por sus goles y asistencias, y la ausencia por sanción de De Jong, llamado a explotar su calidad en una idea como la del técnico cántabro, más adaptada a su estilo de centrocampisa con desborde. Y se intuye que Dembélé, si no se rompe más, será muy importante. Lo del holandés, ya, y lo del francés, en un par de semanas, tiene remedio, pero el uruguayo ya no volverá esta temporada y obliga al club a plantearse si fichar un '9' auténtico en los diez días que quedan de mercado de invierno.
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A Setién, y eso sí que conecta con la afición, le salió bien la apuesta por Riqui Puig como revulsivo en los últimos minutos. El centrocampista de la cantera robó en ataque el balón del gol que Messi marcó tras asistencia de tacón de Arturo Vidal. Aunque perdió al final un balón por una floritura que casi cuesta el empate, su desparpajo e iniciativa dejaron en evidencia el momento de Rakitic. También reapareció Arthur tras mes y medio de baja dispuesto a reclamar la titularidad con ese toque que seguro valora su nuevo entrenador. Y volverá De Jong tras su sanción. Riqui Puig cautivó, pero a Setién le va a costa darle la titularidad si respeta las jerarquías, como hacía Valverde.
El miércoles, en Ibiza, en dieciseisavos de la Copa del Rey (19.00 horas, DAZN), sí se espera un once más novedoso debido a que el próximo fin de semana el Barça de Setién tendrá un examen real en una salida tan complicada como la visita al Valencia en Mestalla. Toca hacer rotaciones, pero con precaución porque la eliminatoria es a partido único y el equipo azulgrana no vive un momento tan alegre como para despedirse de dos títulos en enero.
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