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Si hay un pintor español que se identifique con el verano, ese es Joaquín Sorolla (Valencia, 27 de febrero de 1863-Cercedilla, 10 de agosto de 1923) que fue enormemente prolífico, ya que dejó más de 2.200 obras catalogadas. Sus cuadros maduros son catalogados como impresionistas, postimpresionistas y luministas. Este 10 de agosto se celebrará el centenario de su muerte.
Sorolla retrató el verano español como nadie, en sus cuadros se ven magníficas playas llenas de gente, marinas de fondo, a su propia familia y a los niños jugando, y siempre sin perder de vista el mar (especialmente el Levante español). También fue un gran retratista de la vida en la zona, a través de escenas costumbristas. Pero sin alejarse de este mar también hizo denuncia social con sus pinturas, mostrando las malas condiciones de los pescadores de su tiempo y de los trabajadores. Y todo ello sin perder de vista el agua. Pero sin lugar a dudas su gran musa fue Clotilde, su esposa, a la que retrató durante toda su vida.
Otro de los sellos distintivos de Sorolla es su maestría con la luz y el color, pero también fue un gran retratista. Vivió en Madrid y allí fue el pintor de la alta sociedad madrileña, de la nobleza e incluso del joven Alfonso XIII. A través de esta faceta desarrolló otra de sus marcas personales, el detalle y sublimación de los atuendos de la época. Era un gran aficionado a la moda y este gusto se refleja perfectamente en sus cuadros, en los que plasmó con gran maestría las ropas de alta sociedad.
No siempre fue así, aunque tenía un enorme talento para la pintura, él mismo sabía que necesitaba aprender. Con 18 años pintó una marina que envió a una exposición a Madrid dándose cuenta de que tenía que viajar y ver mundo para mejorar en su técnica.
Para poder conseguir una beca y viajar a Roma pintó durante un tiempo escenas históricas (que eran del gusto academicista de su tiempo) con las que consiguió una medalla y la beca para irse a Italia. De allí pudo trasladarse a París, donde conoció a los impresionistas y de ellos precisamente aprendió sobre el innovador tratamiento del color y de la luz que terminaron siendo un sello distintivo de su obra.
En la actualidad su obra 'El baño del caballo' o 'El caballo blanco' de 1909 es considerada la más representativa de sus pinturas. Pero no es la única, otras como 'Paseo por la playa' son un icono de Sorolla, el pintor de la luz del Mediterráneo.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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