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De izquierda a derecha y de arriba a abajo, adaptaciones cinematográficas de novelas de Delibes. Se trata de las películas 'El camino' (1964), 'Retrato de familia' (1976), 'La guerra de papá' (1977), 'Función de noche' (1981), 'El disputado voto del señor Cayo' (1986) y 'El tesoro' (1988). El Norte
Centenario de Miguel Delibes

Un escritor en fotogramas: España filmada

Libros en la gran pantalla ·

Han sido muchos los actores y directores que han retratado para el cine esa literatura redonda que es la obra de Delibes

David Felipe Arranz

Valladolid

Domingo, 18 de octubre 2020, 09:53

Una gavilla de maestros del celuloide –Mario Camus, Antonio Mercero, Antonio Giménez-Rico y otros– han retratado para el cine esa literatura redonda que es la obra de Miguel Delibes, que confiere la dignidad que emana de su legado literario a tres décadas cinéfilas, que van de la desnudez rigurosa del Régimen, en los años sesenta, a la comedia urbana de los locos y abundosos años noventa.

Hablar del cine de Delibes es hacerlo también de Paco Rabal, Mónica Randall, Mario Camus, Emilio Gutiérrez Caba o incluso de José Coronado, que también visitó el relato –cosas del cine– de nuestro más ilustre castellano viejo. El ciclo lo abrió la grandísima Ana Mariscal, mujer cineasta, intelectual e intérprete poco convencional y menos reconocida en nuestros desmemoriados días, pero responsable de una de las mejores versiones de cuantas se han hecho del universo delibesiano: 'El camino' (1964), con Julia Caba Alba, Mary Delgado y un prodigioso José Antonio Mejías en el papel de Daniel, el Mochuelo. Con una maravillosa fotografía de Valentín Javier –marido de Mariscal– y la ayuda en el guión de José Zamit, la cineasta retrata la vida cotidiana de un pequeño pueblo rural, con sus necesidades y miserias, y su mirada sobre los personajes que los habitaron, como Lola, la beata propietaria de una tienda que siempre confiesa sus inexistentes pecados al cura del lugar. La película cuenta además con un simpático auto-homenaje de la propia Mariscal cuando, en la proyección de un cine rural en el que solo se exhiben películas católicas, programan 'Segundo López, aventurero urbano' (1952), basada en la novela de Leocadio Mejías y que supuso su primer filme como directora. Por lo tanto, Mariscal ya había ensayado con éxito esa mezcolanza de arcadia y ruina que era el contexto del campesinado en la España de Franco. Otra excelente directora, Josefina Molina, fue la encargada de volver a esta novela magistral, con el apoyo de RTVE y emitida en cinco capítulos, en 1978. Delibes conectó su forma de combinar realidad y realismo con la mirada de estas dos grandes mujeres. No en vano, como veremos, Molina volverá a filmar más adelante otra pieza maestra del escritor.

El actor Paco Rabal como Azarías en 'Los santos inocentes' (Mario Camus, 1984), filme que según Delibes superaba lo que él mismo había querido explicar en su libro. El Norte

Con 'Retrato de familia' (1976), adaptación de 'Mi idolatrado hijo Sisí' (1953), entra en escena el que ha sido el director que más veces ha adaptado el legado de Delibes: Antonio Giménez-Rico, que con el apoyo de José Sámano se lanzó con una de las novelas más difíciles e incómodas de don Miguel. El guión, supervisado por el propio Delibes, llevó un año de trabajo y fue rechazado por la censura, que aún tenía algo que decir en los años inmediatamente posteriores a la muerte del caudillo. Esto obligó a los dos amigos a una urgente reescritura del guión que, finalmente, logró pasar el filtro tras rebajar la escena de la iniciación sexual del joven Cécil; si bien, la aprobación pasó por alto el hecho de que el director decidiera cambiar el motivo del suicidio del protagonista, que padecía graves trastornos identitarios, por el de los devastadores efectos psicológicos de la Guerra Civil. Giménez-Rico siempre ha sentido una gran admiración por Delibes y en numerosas ocasiones ha comentado que, a su parecer, esta es la mejor novela del autor vallisoletano. La novela ha sido considerada como una crítica de Delibes al maltusianismo, doctrina contraria al natalismo y que trataba de restringir la natalidad como medida de control de la población. Entre otros ajustes que el tándem Sámano/Giménez-Rico llevan a cabo con respecto al original, destaca la mayor atención prestada al contexto bélico, mientras que en la novela resultan capitales los años de infancia del protagonista, que viene referida en forma de sucesivas analepsis o flashback. Sisí/Cécil, al que interpreta con singular convicción Miguel Bosé, al ser unigénito, carece de contacto con hermanos y vive en un ambiente de egoísmo y exclusividad que lo incapacita para la vida práctica: el excesivo celo de los progenitores lo convierten en un muchacho enfermizo de carácter vulnerable, incapaz de adaptarse al mundo. El joven de la trama se contrapone al protagonista de la excelente 'Las ratas' (1988), también llevada al cine por Giménez-Rico: el Nini, un niño criado en contacto permanente con la naturaleza, si bien en un estado de pobreza y marginalidad que lo incapacita para prosperar en sociedad.

El cine de Delibes es el de Paco Rabal, Mónica Randall, Mario Camus, Emilio Gutiérrez Caba e incluso José Coronado

David felipe arranz

El cine regresa al mundo delibesiano de la niñez con 'La guerra de papá' (1977), versión bastante fidedigna aunque un tanto de sal gorda, de la más bien finísima y sensible crónica de una infancia que es 'El príncipe destronado' (1973), fábula política revestida de aventura infantil y de aprendizaje sobre los estertores del Régimen, por cuanto los padres del protagonista, Quico, representan la visión de dos Españas que entonces pugnaban aún por imponerse: la derechizada y conservadora del padre, y la poética y republicana de la madre, miradas que convergen en un atónito niño de tres años, que aunque no entiende las discusiones de sus progenitores, sí columbra una falta de entendimiento que el director, Antonio Mercero, y su coguionista, Horacio Valcárcel, van desgranando e incluso exagerando –como el pasaje del inocente Quico sosteniendo la pistola de su padre, en realidad un arma de juguete en el original–. El filme se apoya en el naturalismo del pequeño actor Víctor Manuel García Fuentes, Lolo García, que apuntaba maneras de niño prodigio y que, tras concatenar varios éxitos como rubicundo angelito –'Tobi' (1978), 'Dos y dos, cinco' (1981), 'Las fantasías de Cuny' (1984) y 'Computron 22' (1988)–, se licenció en Económicas y dedicó a menesteres de más utilidad.

El ciclo lo abrió en 1964 una mujer,Ana Mariscal, con una versión magistral de 'El Camino'

David Felipe Arranz

A la altura de la adaptación de 'El camino' sin duda se encuentra 'Los santos inocentes' (1984), de Mario Camus, que se llevó a cabo en escenarios naturales de Extremadura con un holgado presupuesto. Así, el director cuenta cómo se interesó por el proyecto: «Cuando Julián Mateos vino a casa para pedir mi colaboración en un proyecto de teatro, le sugerí como contrapropuesta la posibilidad de adaptar esta obra. Julián la leyó y le gustó. Ante mi asombro, averiguó que los derechos cinematográficos estaban libres y los compró». Camus, ayudado en el guión por Antonio Larreta y Manuel Matji, trasladaron al cine el estilo de Delibes, quien interrumpe su narración con las analepsis que relatan los hechos del pasado de sus protagonistas. El propio escritor retocó algunos diálogos del guión y no escatimó elogios al ver el resultado final, hasta el punto de afirmar que superaba en algunos aspectos lo que él había querido explicar en el texto. La película se divide en cuatro partes diferenciadas por el nombre de sus marginales protagonistas –Quirce, Nieves, Paco el Bajo y Azarías–, siguiendo una clásica estructura a base de flashback. El primero de ellos –el hijo mayor, Quirce– representa la rebeldía ante la situación que atravesaban muchos campesinos de la España de los años sesenta, auténticos esclavos en manos de los caciques y que en algunos casos lograron escapar de tan miserable entorno. El filme se benefició de un soberbio reparto, con Paco Rabal y Alfredo Landa, y durante su estreno en el cine Coliseum de Madrid el público respondió con entusiastas aplausos en la escena en que Azarías cuelga de un árbol al déspota señorito Iván, interpretado por Juan Diego.

El escritor, emocionado, con la Espiga de Oro Especial de la 38 Seminci (1993). Ramón Gómez

Muy relacionado con este largometraje está 'El disputado voto del señor Cayo' (1986), casi una secuela para muchos estudiosos de la anterior película, con el nexo de Francisco Rabal, de nuevo en el reparto, si bien la novela original es de 1979, dos años anterior a la aparición en librerías de 'Los santos inocentes'. Sea como fuese, el parentesco de ambas obras es innegable y es Antonio Giménez-Rico quien toma el testigo de Camus para afrontar con la ayuda de Manuel Matji –de nuevo ante un guión delibesiano– este duelo entre la ciudad y el campo, los jóvenes políticos de la progresía tratando de dialogar con las gentes humildes de la España profunda. No perdamos de vista que el año del estreno España asistía a la profunda decepción del felipismo, representado en las figuras de los activistas urbanos Víctor, Rafa y Laly, a los que dan vida Juan Luis Galiardo, Iñaki Miramón y Lydia Bosch, en plena campaña por los pueblos más recónditos. Este fracaso de la incursión del intelectual en la España campestre y atávica está presente también en 'El tesoro' (1988), de Antonio Mercero, representado en el prestigioso y apuesto arqueólogo (José Coronado) cuyas investigaciones en un valioso yacimiento celtíbero en el castro de Gamones provocan un terremoto de violencia entre los vecinos de la localidad, un choque que acentuaron aún más Mercero y su coguionista Horacio Valcárcel, mientras que Delibes solo lo había dejado insinuado.

La década de los años noventa no fue propicia en el cine para Delibes, que vio cómo no fueron del todo comprendidas dos obras suyas, 'La sombra del ciprés es alargada' (1990), a cargo del mexicano Luis Alcoriza, que se entendía mejor con Buñuel y que solo supo dirigir con tino a Emilio Gutiérrez Caba –tal vez el gen vallisoletano del actor ayudó–, y 'Diario de un jubilado', que en la gran pantalla se rebautizó como 'Una pareja perfecta' (1997), de Frances Betriú, con Antonio Resines y José Sazatornil. Acaso la última década del siglo pasado, marcada por los años del pelotazo, guardaba poco parentesco con el universo de Delibes, el creador de la otoñada, el retratista inolvidable de los hijos de la espiga.

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