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Vasyl, Oksana y Estrella, ucranianos en Burgos que han organizado las campañas de recggida para Ucrania. YFB
Un año de la guerra en Ucrania

Burgos, punta de lanza de la ayuda humanitaria: «Era lo que mejor que podíamos hacer»

La parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en el barrio de Fuentecillas, se convirtió en el epicentro de la recogida de ayuda horas después de conocerse la invasión de Ucrania

Sábado, 25 de febrero 2023, 08:41

La gloria es de los valientes, como están demostrando los ucranianos que, tras un año de guerra, siguen resistiendo a la invasión rusa. Pero también de aquellos que saben reaccionar a tiempo. Que ven la necesidad y, sin pensárselo dos veces, se ponen manos a ... la obra para ofrecer su ayuda. Ahí los ucranianos residentes en Burgos nos han dado una lección a todos.

Habían pasado muy pocas horas desde el inicio de la invasión, aquel 24 de febrero de 2022, cuando Oksana Belbas puso en marcha una maquinaria que se ha convertido en un referente en movilización de ayuda humanitaria en Burgos. Cuatro campañas de recogida de alimentos, productos higiénicos y medicinas, y casi un centenar de voluntarios, así lo atestiguan.

Oksana, una ucraniana residente en el barrio de Fuentecillas, pensaba «recoger en mi casa unas bolsas y enviarlas a Ucrania por mi cuenta», explica. Comenzó enviando un mensaje de ayuda a sus contactos, que respondieron al momento, y viendo lo que se venía encima, le pidió al párroco de Nuestra Señora del Rosario que le dejara almacenar allí la ayuda que iba a llegar.

En muy pocos días, los pasillos y las salas de la parroquia de Fuentecillas estaban llenos; «no había ni paso en el pasillo», explica Oksana. Los burgaleses hacían cola a las puertas de la iglesia, cargados con una ayuda humanitaria que desbordó esa primera campaña, pero también dispuestos a echar una mano. En una semana habían conseguido sumar 80 voluntarios, la mayoría, burgaleses.

Material quirúrgico y medicamentos dandos por el GREM

Campañas de refuerzo y ayuda desinteresada del GREM

José Miguel Martínez de Lecea, de los primeros voluntarios de Fuentecillas y quien ha liderado el proyecto, recuerda que tras esa primera campaña solidaria han venido otras tres más. Burgos no se ha olvidado de Ucrania con el paso de los meses, y sigue ahí, dispuesta a ayudar.

Entre septiembre y octubre, Josemi y Belén organizaron la segunda campaña, junto con la Diputación, FAE y colegios. Se hizo una petición muy concreta de productos, según las necesidades del momento, y se enviaron 7 toneladas de alimentos, medicinas y productos de higiene femenina, personal e infantil.

Y en diciembre, fue Vasyl quien coordinó la ayuda que les llegó de la mano del GREM. El grupo de rescate donó dos palés cargados de material quirúrgico y sanitario, que se enviaron vía un ucraniano a Polonia y, de allí, a una base militar. «Material muy valioso», apunta Vasyl, y que también ha llegado a su destino.

«Era un boom. Llegó mucha gente, con muchas cosas, y preguntaban si necesitábamos ayuda. Ni siquiera les conocíamos pero ofrecían su ayuda y se ponían a empaquetar», cuenta Vasyl Sloyko, cuyo padre Ivan fue el encargado de hacer de «portero», tanto en Fuentecillas como en las dos naves que les cedieron en Villafría cuando vieron que la parroquia se les había quedado pequeña, dos semanas después de iniciar la recogida.

Vasyl recuerda que «cuando se corrió la voz de que se recogía ayuda para Ucrania, la gente hacía cola. Era tremendo». Fueron los primeros, y los únicos en aquellas primeras semanas, que organizaron envíos a Ucrania. La campaña, que se extendió hasta mayo, permitió enviar seis trailers, tres autobuses y 22 furgonetas con 150 toneladas de comida, productos de higiene, ropa o medicamentos.

«Es lo mejor que podíamos haber hecho en ese momento», asegura Oksana. «No pensábamos tanto en la guerra, pensábamos en cómo organizar la ayuda». Tanto Oksana como Vasyl tienen familia y amigos en Ucrania. «Tengo muchos conocidos y familiares lejanos en el frente», asegura Oksana, para quien este año ha sido «muy difícil».

Y estresante, apunta Vasyl. «Las primeras semanas no podía dormir. Me despertaba con escalofríos», apunta. Esos días fueron de mucho estrés. «Recibíamos más de 100 llamadas al día», recuerda. Y hubo que buscar el transporte, que ha sido uno de los grandes hándicaps de las campañas de recogida, pues «es muy caro» y con la subida de los combustibles, peor.

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Burgos canaliza su ayuda a través de Juan el Legionario

Se ha convertido en un asiduo del programa 'Todo es mentira' de Risto Mejide, una ventana abierta a conocer de primera mano lo que ocurre en Ucrania, en la primera línea de fuego. Es Juan, ex legionario del ejército español, y Burgos ha podido también canalizar su ayuda a través de él.

Zoryana Tkacm, o como todo el mundo la conoce, Estrella, vive en Arcos de la Llana. Desde allí colabró con la primera campaña de recogida. Y desde allí coordina también la ayuda que se envía ahora a Ucrania a través de Juan. «El pueblo y el Ayuntamiento se han volcado» en ambas ocasiones, apunta.

Eso sí, Estrella insiste en que les cuesta mucho el envío de la ayuda. «Nos cobran dos euros por kilo de alimentos», así que su mayor preocupación ahora es recaudar fondos para poder costear los envíos. Han contado con mucha solidaridad, pero a medida que pasa el tiempo todo se va agotando.

La idea de crear una asociación, de la que se habló en un primer momento, sigue viva. Sabe que todavía queda camino por delante, pues la guerra no ha acabado, pero afirma que se siente «orgullosa» de todo lo que han hecho. Y que les llena ver cómo llega su ayuda y lo que supone para los ucranianos.

Gracias a Juan, que cuelga sus andanzas en las redes sociales, pueden ver lo que supone para los ucranianos que están en los sótanos, en la zona de conflicto, la llegada de unas chocolatinas o unas bolsas de golosinas para los niños. «Estamos contentos porque sabemos que llega» y eso les anima a seguir luchando, como lo están haciendo los ucranianos, apunta.

El Grupo JOANCA les prestó su ayuda desinteresada para los envíos; también se ha contado con amigos y voluntarios, que han usado sus propios transportes o han costeado los envíos. «Ha sido un movimiento muy bonito», explica Belén Arlanzón, una de las voluntarias de Fuentecillas que ha estado colaborando desde el principio. «Las dos primeras semanas me las pasé en la iglesia pero me lo pasé muy bien porque conocí a gente impresionante», relata«.

Así que, un año después, aquellos voluntarios que se lanzaron a ayudar a Ucrania desde Burgos se sienten «orgullosos». «La ayuda ha llegado», asegura Vasyl, pues gracias al etiquetado burgalés que llevaba cada una de las cajas enviadas lo han podido comprobar. Ahora solo esperan que la guerra se acabe pronto, aunque, como dice Oksana, «Ucrania ya ha ganado porque ha resistido un año».

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