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La propietaria de la Cabaña Arandina, Mª Sol, con sus patatas bravas NSU

Tiempo y mimo: la receta para unas patatas bravas con fama en Burgos

La Cabaña Arandina prepara desde hace 17 años una de las tapas más reconocidas de la ciudad

Natalia Sáez Ursúa

Viernes, 15 de marzo 2024, 07:28

Visitar el centro de Burgos y sus monumentos puede ser uno de los planes que tanto viajeros como burgaleses organicen para conocer cada rincón de la ciudad. Y en el centro de la capital, muchos de esos caminos llevan a La Cabaña Arandina, establecimiento que ... da servicio en la ciudad desde 1955. Visita obligada para probar sus patatas bravas que desde 2007, tras cambiar de gerente, se han convertido en una de las tapas más reconocidas de Burgos.

Los actuales propietarios llegaron a este local tras pasar unos años en la Cantina Mariachi, ubicada en el Centro Comercial El Mirador. Aunque su sueño era bajar al centro de la ciudad a dar a sus clientes un servicio más de «tú a tú». Pero en ese momento no había establecimientos disponibles para empezar, hasta que el dueño de La Cabaña Arandina se jubiló. Gracias a los proveedores de ambos locales se pusieron en contacto y «así de la manera más tonta, llevamos regentando esto 17 años» recalca Mari Sol, actual propietaria del establecimiento.

Patatas bravas de La Cabaña Arandina NSU

Después de tantos años detrás de la barra y frente a los fogones, este matrimonio ha tenido varios cambios. «Hemos experimentado los cambios de tener un negocio en el centro comercial a tenerlo en el centro», añade la propietaria.

Lo natural de unas patatas bravas

La calle Sombrerería de la ciudad se ha convertido en una vía que se podría caracterizar por las patatas bravas de varios locales. Uno de ellos es La Cabaña Arandina, que destaca por sus patatas naturales, de Burgos.

«La salsa la hacemos nosotros, con mucho cuidado y esmero», declara Mari Sol y no solo le ponen mimo, los ingredientes de la huerta le dan el toque que muchos intentan imitar, incluso la propietaria acentúa que a ella en casa no le sale como en el bar.

«Yo te digo lo que lleva la salsa, pero no te va a salir», añade la dueña. La mayor parte son verduras; pimiento, cebolla y tomates, pero lo que predomina es la preparación. Está toda la mañana pochándose para que al día siguiente esté en el punto perfecto. Y con las patata pasa lo mismo, tras pelarlas y echarlas a remojo se pre-fríen muy despacio para que a la hora de servir se le de un golpe fuerte de aceite.

Cada uno le da su toque

Mari Sol manifiesta que «el toque de cada uno es super importante», a lo que añade, «aunque todo es la forma de hacerlo». Las cantidades y estar toda la mañana en la cocina pochando la salsa son elementos fundamentales para que las elaboraciones de este bar tengan el toque que la propietaria busca.

«Yo estoy en mi casa y no estoy tres horas pochando la salsa porque la quiero tener rápido y se nota mucho», expone la propietaria. El tiempo que se le da a la cocina y la mano tienen mucha importancia a la hora de cocinar, porque la cocina para Mari Sol es, «cariño, tiempo y mimo».

Diferencias significativas

Tras trasladarse al centro, el matrimonio experimentó un giro de 180 grados. Tener tu negocio en el centro comercial significa «depender de un gestor, de los horarios del centro, en conclusión de lo que quiera el gerente», destaca la propietaria.

Además de tener que depender de un gestor, los clientes del anterior local eran mayormente gente de la ciudad, en cambio, el establecimiento de la calle Sombrerería atrae más un perfil turista, «en verano el 80% es turismo, aunque en invierno trabajas más con los de Burgos que con los visitantes» concluye.

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