Tigreciña, la tapa burgalesa que combina dos elaboraciones

Desde años atrás el local La Cestería ha sido un establecimiento reconocido de Burgos, pero ya no es como era antes. Nicoletta y Jonela vieron en estas cuatro paredes el sitio ideal para crear su bar. La historia del local les cautivó, «era una tienda muy conocida de la capital, un mini mercadillo de cestas de mimbre», señala Nicoletta, propietaria de La Cestería. Asi que decidieron mantener el nombre que tanta importancia tenía para la ciudad.

El propietario del local no vio ningún problema en seguir con La Cestería, pero lo que no sabían es que la gente seguiría pensando que el local aún vendía cestas de mimbre, «a día de hoy hay personas mayores que llaman pidiendo una cesta», destaca la propietaria. Continuando con la historia del lugar, estas dos hosteleras lo decoraron acorde al nombre.

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No es un establecimiento grande y eso afecta también a la cocina. «La carta surgió así porque no tenemos espacio y no podíamos abarcar mucho» a lo que añade «tenemos un poco de todo, no está enfocado en una comida concreta, sino que tenemos variedad» concluye Nicoletta. Y ese es uno de los puntos fuertes del local, la variedad de elaboraciones ha hecho que sea algo diferente de lo que hay en la zona «de eso se trata de diferenciarse de los demás».

El creador de la 'Tigreciña' fue un cocinero que pasó por las cocinas de este bar. Las dos propietarias le dieron la libertad para elaborar cosas nuevas para añadirlas a la carta. Se puso a pensar que podía quedar bien el mítico tigre de mejillón pero esta vez con zamburiña.

«Le surgió, la elaboró, la probamos, nos encantó y se quedó» subraya Nicoletta. Ese cocinero tuvo que enseñarles la receta a ambas propietarias porque esa tapa no podía salir de La Cestería. Desde el día que la pusieron a la venta fue un éxito, «a la gente le encanta». Actualmente venden unas cien 'Tigreciñas' a la semana «pero depende mucho de la época del año» declara la propietaria.

Ampliar

El principal ingrediente de este pincho es la zamburiña, aunque no sea el tipico tigre mejillón, en la misma concha de la zamburña se pone el guiso elaborado con la carne del marisco, verduras y langostinos, envuelto en la bechamel que será la capa exterior de esta tapa.

Aunque el rebozado es parte fundamental, se usa panco para el rebozado. Tras añadir el guiso y la bechamel, se pasan por huevo y por panco, y ya solo queda meterlo en la freidora. Parece algo sencillo pero es una «tapa delicada y con múchisimas elaboraciones detrás» señala Nicioletta. Tanto es así que no la pueden elaborar al momento, el relleno y la bechamel lo tienen que hacer rato antes, para después congelarlas en bandejas individuales.