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La burgalesa Gema María Andrés se ha convertido en una pionera en Burgos. Hace 8 años aterrizaba en el sector del taxi con su vehículo adaptado y después de todo ese tiempo ha visto cómo en su negocio la mujer ha ganado representación, aunque reconoce ... que aún hay mucho trabajo por hacer. La revolución no ha llegado, pero se han dado los primeros pasos para que las mujeres al volante ya no sean la novedad. De hecho, esa cifra ha aumentado hasta las doce conductoras en la capital, pertenecientes todas ellas a la asociación Abutaxi.
A pesar de los avances, los porcentajes en la capital se sitúan en la media nacional con un 6% de mujeres taxistas, es decir que de las 186 licencias, 12 son de féminas. De esta docena, además, tres licencias son compartidas con sus maridos. «El futuro del sector para la mujer lo veo bien. Cada vez que hay nuevas convocatorias, se presentan más mujeres. En un periodo breve se incorporaran más chicas», afirma Gema María Andrés, que aún no vislumbra el momento en el que se equiparen las cifras. «El sector del taxi desaparecerá antes de ver niveles parejos de hombres y mujeres al volante. Tendrían que pasar muchos años, porque va despacio», continúa.
La presencia femenina ha ido apareciendo paulatinamente, principalmente por los problemas de conciliación familiar. «Burgos es una de las provincias donde la mujer ha tardado más en introducirse en el mundo laboral. Eso se ha notado y más en un sector como el del taxi», recalca Andrés, que apostó por este negocio después de que su marido se quedara sin trabajo.
Durante este tiempo, Gema ha tenido que tirar de escuadra y cartabón para cuadrar sus obligaciones laborales con las familiares. Con tres hijos, la taxista ha aprendido a compaginar el trabajo con la escuela y ahora puede convivir sin mayores problemas. «Me he quitado horas de sueño. Para trabajar aprovecho cuando los hijos están en el colegio y por la noche, cuando duermen», describe Andrés. Con el turno diurno y un poco del nocturno, Andrés completa alrededor de 12 horas diarias al volante, aunque siempre con una sonrisa en el rostro, pues le «apasiona» su trabajo. «Físicamente no notas el esfuerzo, pero hay que echar muchas horas. Es muy enriquecedor, porque tratas con muchas personas. De todos se aprende», prosigue Andrés.
Gema Andrés, taxista
La llegada de esta mujer al sector del taxi fue total, porque apostó por el transporte de personas con discapacidad. Fue la primera mujer en instalar un eurotaxi en la capital y dar servicio, junto otros cuatro vehículos que ya existían, a un sector que demandaba a gritos una necesidad. «Por aquel entonces trabajaba 16 horas y veía cómo la ciudad lo pedía. Era una oportunidad de mercado y lo aproveché», recuerda la burgalesa.
Ocho años al volante dan para muchas historias. Muchas alegres y enriquecedoras, pero otras no tanto, como ciertos comentarios que han llegado a sus oídos por el hecho de ser mujer. «Siempre existe alguna situación rocambolesca, pero la más chocante fue un día con una mujer, que no se quería montar conmigo. Se lo dijo al compañero de detrás. Los hombres nos respetan mucho, eso sí, les da reparo si les vamos a buscar a determinados lugares. Nos aceptan muy bien. Por otro lado, a las mujeres mayores les damos más confianza y los comentarios negativos son minoritarios», concluye Gema Andrés, una pionera en un sector masculinizado.
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