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El Centro Penitenciario de Burgos ha registrado una nueva agresión de un interno a dos funcionarios. Tuvo lugar la semana pasada. Uno de los trabajadores recibió un puñetazo y el otro acabó en el suelo, y gracias a la experiencia de los profesionales «la cosa ... no fue a más», explica Valentín Gómez, portavoz de la plataforma sindical que agrupa a ACAIP-UGT, CCOO, CSIF y APFP. Eso sí, los funcionarios tuvieron que ser atendidos por el personal médico del centro.
Gómez denuncia que esta nueva agresión demuestra que la prisión de Burgos no está adaptada para el tipo de internos que acomoda, «muy conflictivos». Y así se lo dijeron el pasado 18 de octubre al secretario general de Instituciones Penitenciarias, Luis Ángel Ortiz, que visitó el centro y mantuvo una reunión con los sindicatos. Se le explicó los problemas de falta de personal y evenjecimiento de la plantilla.
Faltan más de 30 plazas por cubrir en el área de vigilancia, pese a los 34 funcionarios que han obtenido plaza en el último concurso de traslados. Además, la edad media de la plantilla es de 55 años. «Tenemos una carencia de personal alarmante», insisten los sindicatos, lo que aumenta el riesgo para los funcionarios, que carecen de formación específica.
A ello se suma que la prisión de Bugos «no está adaptada para el tipo de internos que está recibiendo, muchos de ellos conflictivos y con numerosas sanciones por no adaptarse a las normas». Por ese motivo, aprovechando la visita de Ortiz, le llevaron a conocer el departamento Celular, que tampoco reúne las condiciones para concentra a internos «muy conflictivos e inadaptados».
Son galerías corridas, recuerda Gómez, y los internos pasan la mayor parte del tiempo allí, aunque tienen patio. La cárcel de Burgos no es un centro moderno como los centro tipo, que son modulares, con más autonomía y menos contacto directo con los internos. Se requeriría de una gran reforma pero, dado que es complicado, «lo más lógico» sería cambiar el tipo de interno para no poner en peligro la integridad de los funcionarios, pero también de los propios presos.
El secretario general tomó nota de lo visto y oído, afirma Valentín Gómez, pero todavía no han visto los resultados. «Nuestro trabajo es la reeducación y la reinserción social de los internos, pero para ello nos deben de dotar de medios materiales y humanos», insisten los sindicatos, de lo contrario «se pone en riesgo la seguridad de los trabajadores».
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