Burgos ya está de fiesta. No lo dice el que suscribe, que también, sino todo un tricampeón del mundo de trial. Uno de esos deportistas que surgen una vez en cada generación y que, bendita fortuna castellana, es oriundo de estas tierras.
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Acostumbrado a atravesar ... la línea de meta en primer lugar tras carreras más que maratonianas, el ultrafondista burgalés Luis Alberto Hernando se ha subido a última hora de la tarde de hoy al balcón del Ayuntamiento para pregonar, con orgullo patrio, que los Sampedros de este año ya han comenzado. Bueno, en realidad, el encargado de anunacirlo ha sido el alcalde, que como manda la tradición, ha lanzado el cohete anunciador.
Pero antes, en un pregón marcado por la nostalgia de otros tiempos, en los que Burgos no era la ciudad que es hoy en día, Hernando ha querido agradecer el papel que le ha tocado jugar hoy, cumpliendo aquella máxima de ser 'profeta en tu tierra'. «Lo mío es correr, no la oratoria», ha asegurado antes de echar la vista atrás y recordar con cariño una ciudad que, de niño, lo era «todo» para él. Una ciudad que, por avatares de la vida, dejó atrás hasta establecerse en Jaca, pero a la que regresa con asiduidad, física y mentalmente. Y eso que ha recorrido medio mundo. «En los últimos años he tenido la oportunidad de viajar bastante», ha asegurado ante una Plaza Mayor abarrotada de gente y losetas de granito pendientes de colocar, «pero por mucho que viajes y conozcas mundo, sigues teniendo una parte de tu corazón pegada a la ciudad que te vio nacer».
Una ciudad que, por cierto, celebrará en breve el octavo centenario de su «mejor y mayor monumento», la Catedral, una efeméride que «debe servir» para dar a conocer Burgos en el ámbito internacional, ha asegurado Hernando antes de recordar a los fieles burgaleses que, en San Pedro y San pablo, además del pañuelo, no hay que olvidarse la chaqueta.
Quienes probablemente no encesiten chaqueta estos días -por aquello de la vestimenta tradicional- son Janire Hortelano e irene Antón, que esta misma tarde han comenzado formalmente su reinado antes de subir al balcón del Ayuntamiento. Acompañadas de su corte y de los fieles de sus respectivas peñas, ambas han asumido el cargo mayor e infantil con una sonrisa de oreja a oreja y alguna que otra lágrima entrecortada, como las que ha derramado en el balcón Janire al recordar a los que ya no están.
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No han faltado, como no podía ser de otra forma, referencias al Aparejadores Rugby, club al que pertenece y que hace apenas unas semanas escribió su nombre con letras de oro tras el ascenso a la máxima categoría del rugby nacional.
Más jovial -y un poco nerviosa- estaba Irene, que ha instado a los burgaleses a disfrutar de las fiestas con respeto y alegría, agradeciendo en este sentido la labor de la Policía y de Protección Civil.
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Y ahora, tras el protocolo, comienza la fiesta de verdad. Comida, bebida y música a raudales invadirán las calles de la ciudad durante los próximos diez días, en los que las actividades se multiplicarán. Y siempre con una máxima en la cabeza: que viva San pedro y San pablo. Que viva Burgos.
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