Patricia y Mila, gerentes de la Pastelería Silma. Sara Sendino.

Los raquetones gigantes de hasta tres kilos que hace una pastelería de Burgos

Pastelería Silma es una de las tiendas de repostería más antiguas de la ciudad y la autora de los raquetones gigantes, los cuales, lleva elaborando bajo encargo desde hace más de 15 años

Raquel Romero

Burgos

Viernes, 8 de noviembre 2024, 07:20

Miden aproximadamente 60 centímetros de ancho y 40 de alto y pueden llegar a pesar hasta tres kilos y medio. Así son los raquetones XXL que elaboran en esta mítica pastelería de Burgos; un postre artesanal que hacen desde hace más de 15 años y que es una versión gigante de los raquetones tradicionales, de 200 gramos de peso. La receta lleva como base bollería y una generosa capa de crema pastelera; todo ello horneado y coronado con pinceladas de fondant.

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La autora de este postre es la pastelería Silma, que lleva 67 años endulzando la vida a los burgaleses. Situada en la calle San Pablo y próxima al Museo de la Evolución de Burgos, el local abrió sus puertas en el año 1957 y se ha convertido en una de las más antiguas de la capital, además de un referente para sus vecinos, entre otras cuestiones, por sus productos artesanales y sus artículos de bollería y hojaldre gigantes.

El raquetón gigante está recomendado para 20 comensales. Inferior a este, existe el mediano, de aproximadamente dos kilos de peso y pensado como para 10 personas. Se elaboran mediante previo encargo y suelen disfrutarse en eventos y celebraciones, como si se tratase de pasteles o tartas al uso.

Raquetón mediano y palmera del mismo tamaño. Sara Sendino

Su valor está en los 9,5 euros por kilo, por lo que, el precio del raquetón más grande ronda los 30 euros; mientras que el mediano, suele costar unos 20 euros, dependiendiendo del peso final del producto.

Una dulce tradición familiar

Una de las razones del éxito de pastelería Silma la tiene clara Mila García, actual gerente del establecimiento: «Seguimos manteniendo la tradición». Junto a ella, regenta la pastelería su hermana Patricia, ambas pertenecientes a la segunda generación de pasteleros que construyeron este negocio familiar.

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Mila es la mayor de los cinco hermanos que están a cargo del comercio, el cual, cuenta con una tienda física en la calle San Pablo y un obrador situado en la calle Santa Dorotea. En esta última ubicación es donde comenzó inicialmente la pastelería de la mano de su padre. «Seguimos manteniendo el hacer nuestro género con la misma calidad desde que se empezó, materia prima. Y mimarlo», asegura la burgalesa.

Mila sosteniendo fotos antiguas de la pastelería Silma. Sara Sendino

Al igual que sus otros nueve hermanos y hermanas, Mila y Patricia han crecido entre bizcochos, pasteles, bombones, pastas y bollos; aprendiendo la profesión y los secretos de las recetas que dejaron como legado las generaciones anteriores. Se han criado entre los rincones de la pastelería y mantienen un estrecho vínculo con los burgaleses desde hace años. «La gente se fía de nosotros», explica Mila.

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Y es por ello que el legado familiar todavía tiene cuerda para aguantar. «No sé cuánto tiempo, porque esto de trabajar fines de semana como que cuesta, pero de momento tenéis para unos cuantos años», afirma García.

Otros productos de bollería y hojaldre gigantes

Palmera y bastón del peregrino gigantes. Sara Sendino

Los raquetones gigantes son un producto que «funciona bien», según la burgalesa, ya que, pueden partirse y transportarse con facilidad. Pero al igual que esta, existen otras recetas de gran tamaño en la pastelería. Entre el mostrador, podemos encontrar también las palmeras gigantes de chocolate, con las mismas características y precio que un raquetón mediano.

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Las hay de diferentes tipos, pueden ser de chocolate tradicional, chocolate blanco, chocolate Milka o también rellenas de Kinder, con una crema de praliné de avellanas. Destaca también una de sus recetas tradicionales con firma propia, 'El bastón del Peregrino', un lazo rizado cubierto de chocolate de más de 30 centímetros de largo. Este último fue denominado así por los peregrinos del Camino de Santiago a su paso por Burgos.

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