704 mujeres han denunciado a sus parejas o exparejas en el último año por violencia de género en Burgos. Una cifra menor que en años anteriores, pero que sigue poniendo de manifiesto la realidad de una parte de la población que convive con su mayor ... enemigo.
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Desde que en 2009 comenzara a registrarse este tipo de denuncias, la provincia de Burgos acumula 10.242. En 2017 se rebasó por primera vez la barrera de las 800 denuncias en un mismo año (845) y, desde entonces, este 2022 es el que ha registrado un dato más bajo de denuncias. Además, desde que en el año 2003 comenzaran a contabilizarse las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, once son las vidas perdidas en Burgos por violencia de género.
Para evitar más muertes y buscar una salida para aquellas que conviven en un entorno marcado por la violencia de género nació en octubre de 2021 la Unidad de Protección de las Víctimas de Violencia de Género de la Policía Local de Burgos. Integrada por seis agentes (Jorge y Henar; Beatriz y Mario y Elena y Julio), trabajan en parejas mixtas para hacer de Burgos un lugar más seguro para las mujeres.
Beatriz Rojas y Mario Fernández son dos de los integrantes de esta unidad. Ellos, como sus otros cuatro compañeros, se encargan «de hacer la valoración y control de las víctimas de violencia de género que están dentro del programa». «Los casos nos llegan por parte de Policía Nacional, nos los asignamos y lo que hacemos es tener una entrevista con las mujeres». En esa entrevista, los agentes de la unidad se presentan e intercambian teléfonos para que les puedan localizar en cualquier momento.
«Lo hacemos por si tienen alguna duda o necesitan cualquier tipo de asesoramiento, pero también por si hay un quebrantamiento de condena porque el agresor ha incumplido la orden de protección. En estos casos siempre le pedimos que llame al 1-1-2, porque si es una emergencia puede que necesite una patrulla uniformada, bien de Policía Nacional o de Policía Local, o Guardia Civil si pasa fuera del municipio», explican los agentes.
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En una situación de emergencia la recomendación es que llamen al 1-1-2, porque los compañeros que estén cerca podrán llegar antes, pero después, con la situación controlada, es conveniente que también les avisen a ellos, que ya conocen la situación y es más sencillo que puedan acompañarla al juicio o, si ha habido lesiones, acompañarla al médico. «En el momento de urgencia sí impone más que vayamos uniformados que de calle», reconocen.
Sin embargo, como la unidad de la Policía Local es asistencial, el uniforme se queda en el armario en su día a día: «Lo hacemos para que la víctima no tenga que ver otra vez a un agente de policía con el uniforme, por sentirse ella más cómoda, porque a veces quedamos en un lugar público y entrevistarte con una persona que va vestida como tú crea una situación de normalidad y porque ella se expone menos a que la vean con un agente de la autoridad».
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Por eso también disponen de un lugar para reunirse y charlar, un sitio cómodo donde se da seguridad. «Esto es Burgos, la gente habla, nos empiezan a conocer, hay muchos casos que no han sido judicializados y que recurren a nosotros. ¿Qué hacemos con esas personas que todavía no están dentro de VioGén? Las asesoramos; presentar una denuncia no es fácil y una detención o una denuncia tampoco es lo que nosotros perseguimos de primeras. La víctima, para llegar a eso, tiene que tener una seguridad, una estabilidad y mientras no esté convencida el proceso no va a ir hacia delante», afirman.
En el momento en que se produce un hecho violento, en el que llaman los vecinos a la Policía, en el que ha habido una agresión (que puede ser verbal), y entran los policías uniformados, la víctima se siente protegida, se le ha quitado el peligro, pero sigue conviviendo con el agresor. Ahí puede llegar a pensar «voy a poner la denuncia», pero luego, en frío, cuando ya se ha pasado el momento, es cuando esta unidad trabaja con ella. «Entonces es cuando hay que decirle «esto es de lo que dispones, esta es la asistencia que tienes, estas son las ayudas que se te pueden ofrecer para que puedas salir de ese entorno».
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Las víctimas con las que esta unidad trabaja llegan hasta ellos gracias a UFAM, el servicio de protección de Policía Nacional. En este momento son unas 330 víctimas de violencia de género en Burgos. Cuando una mujer pone una denuncia se hace una valoración y se establece un nivel de riesgo. Hay cinco niveles y, en Policía Local, se hacen cargo de los casos de menor riesgo, es decir, del 'no apreciado' y del 'bajo'. «Algunas veces tenemos algún nivel 'medio'. Del riesgo 'alto' y el riesgo 'extremo' se encarga la Policía Nacional, ¿por qué? Porque disponen de recursos y efectivos para hacer una protección más efectiva, más eficaz», explican.
No quiere decir que estos casos de riesgo bajo o no apreciado sean menos graves, todos pueden haber sido consecuencia de un acto de violencia de género muy grave, pero las circunstancias hacen que sea un nivel de riesgo de los inferiores. Entonces los agentes de esta unidad comienzan su trabajo, fundamentalmente de «asistencia y acompañamiento». «En la mayoría de las llamadas lo que detectamos es que necesitan escucha y derivación a otros sitios», indican.
La derivación puede ser a los trabajadores sociales del Ayuntamiento, a un apoyo psicológico y también hacia asociaciones como Adavas y La Rueda. «Estamos en coordinación con servicios sociales y otros colectivos de ayuda a la mujer», afirman los agentes.
Pero no son los únicos estamentos. La violencia de género toca muchísimos ámbitos; existen mujeres inmigrantes por lo que tenemos que ponen en contacto con Burgos Acoge, con Hechos… «Suele haber menores, con los menores también tenemos que trabajar Servicios Sociales, con la gerencia de Servicios Sociales de Castilla y León, con Mensajeros de la Paz. Otras veces también tenemos que hacer contactos con el punto de encuentro (Aprome), porque cuando hay una orden de protección no pueden coincidir y se hace a través de Aprome, con lo cual somos muchos, estamos muy bien coordinados», aseguran. Un trabajo intenso, pero deja grandes satisfacciones personales.
Luego hay víctimas que se echan para atrás, que dicen «no, no me ratifico en la denuncia», porque viven con miedo, porque tienen una dependencia emocional, afectiva, económica, y se plantean «y, ahora, ¿qué hago con mi vida?». Muchas veces es él el que trae el dinero y ellas piensan en cómo van a sobrevivir, a subsistir, si hay niños… Por eso nosotros o Adavas ayuda a explicar las ayudas y apoyos que se les pueden proporcionar. Entonces es cuando empiezan a verlo, cuando se sienten fuertes y dicen «ahora voy a poner la denuncia». Pero cuesta un poco», reafirman.
Estos seis agentes, que se presentaron voluntarios para formar la unidad y que han recibido formación específica, aseguran que viven «situaciones bastante complejas» y con las que aprenden cada día. «Es muy duro. Son casos muy delicados, la víctima de violencia de género cuando tiene más posibilidad de superar la situación es cuando tiene una red de apoyo, cuando tiene una red social, de amistades, de familia, entonces la caída es más mullida. Los casos más delicados que tenemos son los de personas que están un poco desconectadas, porque el maltrato consiste también en sacarlas de su entorno. Están muy solas, necesitan fortalecerse y ahí estamos otra vez nosotros, están los servicios municipales con su asistencia psicológica. Es un trabajo de día a día», indican.
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«Recuerdo el caso de una víctima que nos decía 'yo salí con una mano delante y otra detrás'. Había llegado a una situación insostenible, con un menor, y nos decía: 'yo he podido dar el paso porque he tenido el apoyo de amigos y familia, un apoyo inmenso'. Hay circunstancias muy duras. El apoyo de amistades y de familia es fundamental para salir adelante», insisten los agentes.
La manera de trabajar, en parejas mixtas, lo decidió jefatura, pero tiene su explicación: «Cuando hay un caso de violencia de género si hay un agente femenina es ella quien entabla una conversación más íntima con la víctima, en la cual se pueda relatar mejor lo acontecido. Otras veces hay que hablar con el agresor, que generalmente es una persona machista, con lo cual viene bien que vean las dos partes. A veces también por seguridad nuestra, viene bien que vaya una mujer para proteger al hombre y el hombre a la mujer, para evitar malos entendidos, para evitar que se cele el hombre, para evitar por la otra parte también una confianza excesiva que pueda confundirse, porque a veces están tan tocadas emocionalmente estas personas que necesitan un apoyo y para que no haya confusiones emocionales viene bien trabajar en binomio. Son razones importantes».
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La violencia de género no entiende de edad y hay chicas muy jovencitas que «tienen asumido esa manera de comportarse, tienen interiorizado que esa es la manera de relacionarse». «Es un problema, porque todo eso que se van grabando en la cabeza lo van a ir arrastrando toda la vida y, dentro de nuestro ámbito de VioGén, no se nota ese aumento de casos pero sí que existe» reconocen.
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Porque entre la población más joven los adolescentes la niegan y las adolescentes la reconocen, pero no son capaces de identificar la violencia de género. Asumen que la pareja pueda controlar el móvil, pueda acceder a sus redes sociales. «Aceptan que pueda decir de mí verdaderas barbaridades y lo tienen muy asumido. Asumido un maltrato o vejaciones. Y no lo ven, no identifican que muchas de ellas están siendo víctimas de violencia de género», lamentan los agentes, que aseguran que continúa «muy arraigado el machismo, está muy arraigada la relación romántica que genera en los adolescentes, que están en formación, asumir que como la quiero hago lo que quiero con ella, le digo cómo tiene que comportarse, cómo se tiene que vestir».
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La unidad de violencia de género de la Policía Local asume que la cifra de casos se mantiene estable en el tiempo según los datos que tienen el programa. «Siempre rondamos unas 300 víctimas en Burgos, de los que asumimos un 50%», recuerda. «Creo que la gente está más mentalizada en denunciar; los casos no crecen, crecieron hace unos años, cuando se instauró la Ley Orgánica, ahora está más estabilizado, pero sin dejar de crecer. No es un crecimiento exponencial, pero todos los días hay casos, todos los fines de semana hay llamadas, hay denuncias, esto no para. Hay algunos casos que cuando finaliza la orden de protección, si estimamos que no hay un riesgo para la protección de la víctima, se desactiva el caso. Sale de VioGén y no cuenta aquí, en la estadística, aunque seguimos teniendo contacto con la víctima para controlar que todo siga bien y ellas continúan con nuestro teléfono por si tiene que reclamar algo de nosotros», finalizan.
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