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Aurora Lourdes fue la primera de una lista que siempre será demasiado larga, detrás de ella llegaron otras. Parece lejano, pero apenas han pasado 18 años de aquel día en el que Aurora Lourdes inauguró la lista de mujeres asesinadas en Burgos a manos de sus parejas o exparejas. Desde que en 2003 comenzaran a registrarse estos asesinatos son once las mujeres asesinadas en la provincia, cada uno de sus nombres es una historia, una vida quebrada y un doloroso recuerdo para la sociedad burgalesa.
Aurora Lourdes era portuguesa y poco o nada tenía que ver con Burgos. Sin embargo, fue aquí donde apareció su cuerpo. Era febrero de 2005 y bajo el puente de la autovía, en la calle Timoteo Arnaiz, una persona se la encontró mientras paseaba. Aurora Lourdes, de 37 años, aún vivía, pero falleció por hipotermia en el hospital. No se supo hasta dos meses después lo que le había ocurrido a esta mujer portuguesa que estaba de paso por Burgos.
Su pareja, el alicantino Vicente N. J., le propinó una brutal paliza y la tiró de la furgoneta en la que viajaban juntos cuando pasaban por Burgos. Después, su agresor puso una denuncia sobre su desaparición en Madrid para intentar eludir a la justicia. Le detuvieron en Zaragoza dos meses después y en el juicio, que se celebró nueve años después de los hechos, se le condenó a cuatro años de cárcel.
La segunda víctima de esta lista tuvo un calado mayor en la sociedad burgalesa. Una placa en la calle Santa Águeda colocada por el Colectivo 8 de marzo recuerda a María Josefa Bellido, asesinada por su pareja el 21 de abril de 2006. J.C.S.P, que tenía antecedentes por robo y tráfico de estupefacientes, acabó con su vida de una puñalada en un callejón junto a la calle Santa Águeda.
María Josefa ingresó en el Hospital General Yagüe con una herida punzante en el hemotórax izquierdo y los médicos no pudieron hacer nada por salvar su vida. Antes, su pareja la había apuñalado tras discutir con ella a la salida de un establecimiento burgalés, donde había comenzado la pelea. El asesino alegó que fue la propia María Josefa la que se había clavado el cuchillo tras su discusión, pero la Policía no le creyó. Durante el juicio, sostuvo que fue la víctima la que se apuñaló a sí misma y que él estaba de espaldas en aquel momento. Según su relato, cuando la escuchó caer al suelo buscó ayuda y la acompañó al hospital. Sobre las múltiples heridas y contusiones que presentaba el cuerpo de Josefa, el acusado afirmó que la víctima «se caía mucho». Juan Carlos S. P., de 34 años en el momento de los hechos, fue declarado culpable en octubre de 2007 y condenado a 14 años de prisión.
El 1 de marzo de 2008 un incendio en Aranda de Duero se saldaba con tres intoxicados y dos heridos, uno de ellos grave. Lo que parecía un accidente fortuito escondía algo más. Eran las 2:56 de la madrugada cuando una vivienda del sexto piso del número 2 de la avenida Murillo ardía entre llamas. De ella salió Hilaria Santos, de 62 años, andando y descalza. En ese suceso también resultó herido su compañero sentimental, Tirso Montes, de 73 años, que sufrió quemaduras en los brazos y por las que fue atendido en el Hospital General Yagüe.
Hilaria Santos falleció el 5 de marzo en el Hospital de la Paz de Madrid, donde se encontraba en estado crítico desde que sucedió el incendio. Con el 90% de su cuerpo quemado, y un fallo multiorgánico por inhalación de humo no pudo aguantar más.
La investigación de la Policía Judicial pronto apuntó a que el incendio pudo no ser accidental, la presencia de un bidón de gasolina dio la pista. Según el fiscal del caso, el acusado roció con gasolina los muebles y el suelo del dormitorio donde dormía la mujer, con la que mantenía una relación desde hacía 13 años. En su defensa, Tirso Montes alegó que estuvo fumando cerca de la garrafa de gasolina al tiempo que la manipulaba, pero que no provocó el incendio. La Audiencia Provincial de Burgos condenó a Tirso Montes Esteban a 20 años de prisión por un delito de asesinato, otro de incendio y una falta de lesiones.
En marzo de 2010 la lista volvió a ampliarse. Hasta dos asesinatos machistas tuvieron a Burgos como escenario. El primero de ellos ocurrió el 4 de marzo, cuando Isabel Barroso Fernández, de 26 años, fue encontrada muerta en el interior de su Seat Ibiza blanco, sentada en el asiento del copiloto, en un aparcamiento en el patio interior del número 12 de la calle de Severo Ochoa.
José Ángel Cristóbal, de 34 años, el hombre con el que había compartido ocho años de convivencia sentimental, fue la persona que acabó con su vida. Ocurrió tan solo 15 después de que ella decidiese poner punto final a la relación, y a pesar de que, aparentemente, mantenían una buena relación. Tras comer juntos en la casa de ella y viajar juntos hasta su puesto de trabajo (trabajaban en la misma empresa) habían salido ambos juntos de la empresa en el coche de Isabel, pero conduciendo el hombre, como solía hacer habitualmente.
En un lugar que no se pudo determinar, paró el vehículo, sacó un cuchillo de 18 centímetros de hoja y asestó una primera puñalada a la mujer que no resultó mortal, al chocar contra el esternón. Sin embargo, inmediatamente lanzó una nueva puñalada que alcanzó al corazón de la víctima y le causó la muerte. Después confesó el crimen cuando fue detenido por la Policía Nacional en su puesto de trabajo.
José Ángel Cristóbal Aguilera, asesino confeso, aceptó una pena de 15 años de cárcel después de que las partes a un acuerdo, por lo que no se celebró el juicio con jurado popular que estaba previsto para el 7 de noviembre de 2011. En este acuerdo se tuvo en cuenta la atenuante de confesión y reconocimiento de los hechos. La Fiscalía y las acusaciones solicitaban 20 años de cárcel.
Tan solo un mes después ocurrió el segundo asesinato machista. La víctima fue Monserrat Cuesta, de 55 años, que murió a manos de su marido, Fernando del Álamo, en su casa del barrio de Gamonal. Allí, él la golpeó con un objeto de cocina para después apuñalarla con un cuchillo. Después, se quitó la vida clavándose el mismo cuchillo en el corazón.
Los cuerpos de ambos fueron localizados sin vida en el interior de su vivienda por un bombero que accedió al domicilio por una ventana en la tarde del domingo 4 de abril. El hijo mejor del matrimonio avisó al 1-1-2 porque no conseguía acceder al domicilio donde debían encontrarse sus padres, que tampoco le contestaban al timbre ni al teléfono. Los bomberos no pudieron desbloquear la cerradura, que estaba con las llaves puestas por dentro, y tuvieron que forzar una ventana para que uno de los bomberos pudiera entrar y abrir la puerta.
El 29 de agosto de 2011 el barrio de Gamonal volvió a ser el escenario de un asesinato machista. Isabel Velasco fue asesinada por David V. J., su marido del que se estaba separando. Aquella tarde, Isabel acudió al piso en el que vivían, en la calle Esteban Sáez Alvarado, en busca de unos papeles del coche para avanzar en el reparto de bienes en el proceso de separación. Sin embargo, la mujer no llegó a entrar en la vivienda. En el primer sótano del inmueble su marido la esperaba con un cuchillo. Allí, en el ascensor, la apuñaló en numerosas ocasiones.
Tras acabar con la vida de Isabel, David se marchó hasta un bar cercano donde confesó a unos familiares lo que acababa de hacer para después ser detenido. El acusado por asesinato aceptó una pena de 15 años de prisión por la muerte de Isabel Velasco tras llegar las partes a un acuerdo, lo que evitó la celebración del juicio con jurado que estaba previsto.
En 2016 dos asesinatos estremecieron a los burgaleses. El primero de ellos ocurrió el 17 de julio en Aranda de Duero. Los vecinos del número 28 de la calle Fernán González del barrio de Santa Catalina asistieron consternados a la confirmación del asesinato de su vecina, Benita Núñez Peña, de 49 años, a manos de su marido, José Villalibre Mogrovejo, de 54 años. El cuerpo de la víctima presentaba fuertes golpes y heridas por arma blanca y fue uno de estos vecinos quien, sobre las tres de la mañana, llamó a la Policía Nacional tras escuchar una gran discusión y los gritos de la víctima pidiendo auxilio.
José Villalibre se negó durante casi durante una hora a abrir a los agentes, que tuvieron que amenazar en varias ocasiones con tirar la puerta abajo. La pareja estaba sola esa noche, sus dos hijos, de 22 y 25 años, no se encontraban en el domicilio en el momento del suceso.
Los hechos se produjeron durante la noche del 16 de julio de 2016, cuando el acusado acudió a un concierto de Melendi en Aranda, a sabiendas, de antemano, que la víctima iba a acudir también con dos amigas, después de haber intercambiado mensajes por whatsapp. A la conclusión del concierto, el acusado se dirigió a la vivienda que había compartido con la víctima y que el juez le había atribuido a ella tras el divorcio. Pese a ello, entró en el domicilio utilizando unas llaves que aún conservaba y esperó en el sofá del salón la llegada de Benita, con la que entabló entonces una discusión por el reparto de los bienes comunes, según la versión dada por el condenado durante el juicio celebrado en abril de 2018
En un momento determinado de dicha discusión, y estando los dos en la cocina del domicilio, José cogió de un cajón un cuchillo, con mango de madera de color marrón oscuro y hoja de un solo filo liso de 16'5 centímetros, y se dirigió hacia Benita, acometiéndole con el arma. Benita, ante el ataque que estaba sufriendo, pidió auxilio, a la vez que pedía a su agresor «no, por favor; no, por favor; no me mates, no me mates». José, para impedir que Benita siguiera pidiendo auxilio, le tapó la boca con su mano, logrando amortiguar sus gritos de petición de socorro y causándole con esa acción lesiones en los labios y las alas nasales de la mujer. Seguidamente, con el cuchillo que había cogido y que portaba en la mano derecha le asestó con fuerza dos cuchilladas en la zona infraclavicular izquierda y derecha respectivamente, desplomándose Benita al suelo y falleciendo de forma casi inmediata. El 15 de abril de 2019 la Sala II del Tribunal Supremo confirmó los 25 años de cárcel de la sentencia de un tribunal del jurado de la Audiencia de Burgos y recurrida por el acusado.
El 3 de noviembre de 2016 la periodista Yolanda Pascual pasó a engrosar esta lista negra de mujeres asesinadas por hombres que fueron su pareja en algún momento. Los hechos ocurrieron a última hora de la noche del 3 de noviembre. Yolanda llegaba a su garaje en el Parque Europa tras terminar su jornada laboral, allí la esperaba Iñaki González, su expareja, que le asestó 47 puñaladas que acabaron con su vida. Una llamada al 1-1-2 alertó de los hechos cuando una mujer escuchó gritos y vio a un hombre agredir con un arma blanca a una mujer tirada en el suelo del parking. Hasta el lugar acudieron varias dotaciones de Policía Local y Nacional. El hombre, de 62 años, fue detenido pocos minutos después cuando salía del garaje.
Según contaban quienes la conocían, su exmarido nunca le había puesto una mano encima, sin embargo, Yolanda era víctima de maltrato psicológico, por eso hacía cuatro años que había roto la relación con su asesino. Ignacio González reconoció ser el autor de los hechos en el momento de la detención.
La pareja, que llevaba cerca de cuatro años separada , debía verse las caras ayer a las 13.45 horas en el Juzgado de Familia de Burgos, ya que la hija de ambos, de 17 años, deseaba renunciar a las visitas paternas , según confirmaba el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
El agresor fue interceptado por los agentes nada más abandonar el garaje, del que logró salir tras hacerse con las llaves de la víctima. De hecho, se mostró sorprendentemente frío cuando, delante de los primeros agentes de Policía que llegaron al lugar, admitió que había sido él quien había apuñalado a su expareja en el garaje de su vivienda. Con manchas de sangre en su ropa que evidenciaban la comisión del asesinato, Iñaki G. confesó el delito con una «frialdad total», e incluso les acompañó a un contenedor cercano en el había depositado el arma del crimen.
La Audiencia Provincial condena a 22 años de prisión a Ignacio González García, ex marido y asesino de Yolanda Pascual, por considerarle criminalmente responsable de un asesinato con alevosía y ensañamiento. Asimismo, el juez considera agravante el grado de parentesco y el atenuante de la confesión. Además, el fallo condena a I.G.G a no acercarse a menos de 500 metros de su hija y la madre y los hermanos de Yolanda ni a comunicarse con ellos durante 30 años.
Uno de los asesinatos que permanece en la memoria colectiva burgalesa es el de Silvia Plaza. A Silvia la asesinaron el 29 de abril de 2018. No era la primera vez que Julián David L. C la agredía. Cuando la asesinó era ya su expareja, tenía 34 años y a lo largo de la relación con ella (desde 2015) había desarrollado una conducta celotípica y violenta. Julián David ejercía control sobre la víctima y durante la relación el acusado golpeó en diversas ocasiones a su pareja con el ánimo de atentar contra su integridad física.
El 17 de octubre de 2017 el acusado golpeó a Silvia por diversas zonas del cuerpo. La Policía Nacional localizó a la víctima con la cara ensangrentada y desorientada y la trasladaron al Hospital Universitario de Burgos. En esta ocasión, la víctima interpuso una denuncia contra su pareja que no llegó a ratificar. Tan solo un mes antes de su asesinato, Silvia interpuso una segunda denuncia que dio lugar a una sentencia condenatoria por delito de maltrato y quebrantamiento de medida cautelar.
Esto no sirvió para que Julián David dejara de llamar por teléfono a Silvia, con quien se llegó a encontrar en varias ocasiones. El día del asesinato, la expareja de Silvia acusó a un amigo de mantener una relación con ella, y la llamó por teléfono para confirmar sus sospechas. Tras discutir y pelearse con su amigo, Silvia llegó hasta donde se encontraba. Era la madrugada del 29 de abril y la calle San Antón de Gamonal. A la una y media de la madrugada, un vecino alertó a la policía de que un hombre estaba pegando patadas a una mujer que se encontraba tirada en el suelo.
Silvia recibió el primer golpe en la cara, que fue el que le tiró al suelo, después, y sin opción de levantarse, reaccionar o defenderse, su exnovio continuó propinándole numerosos golpes, patadas y pisotones en la cabeza, abdomen y extremidades. Cuando la Policía llegó, Silvia aún estaba viva y fue trasladada a la UCI del Hospital Universitario de Burgos, pero allí acabó falleciendo la noche del 29 de abril a consecuencia de los golpes que le provocaron la muerte cerebral.
La Audiencia Provincial de Burgos condenó a Julián David L. C. a 24 años y seis meses de cárcel por su asesinato. La pena se divide en 22 años por un delito de asesinato, concurriendo los agravantes de parentesco y de género; 18 meses por maltrato habitual en el ámbito de la violencia de género; y un año de prisión por quebrantamiento de la medida cautelar.
2019 fue un año negro en cuanto a la violencia de género en Burgos. Dos asesinatos que terminaron con la vida de dos mujeres en la provincia. Monika Asenova, de 28 años, fue la primera asesinada. Ocurrió en la mañana del 8 de julio de 2019 en Salas de los Infantes. Su marido, Biser K., once años mayor que ella y con el que tenía dos hijas de 12 y 14 años, fue quien terminó con su vida. Esa mañana el cuerpo de la joven caía al patio interior con el que se comunicaba la vivienda que compartía la pareja, ambos de origen búlgaro, en la calle Jesús Aparicio de la localidad burgalesa.
Tras asesinarla, el hombre se presentó voluntariamente en el puesto de la Guardia Civil, ensangrentado y avisando que había apuñalado a su pareja en el domicilio familiar con un arma blanca. Nada más producirse el suceso, varios vecinos de Salas de los Infantes entraron en el patio trasero del bloque donde residía la familia. Allí se encontraba Monika todavía con vida. Los gritos de la discusión y de auxilio de la mujer les habían alertado y acudieron a ver qué pasaba. Desde allí llamaron a la ambulancia. En ese momento todavía estaba con vida, pero, cuando llegaron los servicios sanitarios, ya había fallecido.
Antes del asesinato, la vivienda había sufrido un incendio que, en un principio, se pensó había sido provocado por el hombre. Monika vivía con sus familiares en San Leonardo de Yagüe, en Soria, (a unos 34 kilómetros de Salas de los Infantes) y allí estaban también ayer sus hijas. En el barrio se comentaba que habían acudido a la casa incendiada a recoger pertenencias y allí se originó la discusión.
Al día después de su asesinato la Guardia Civil detuvo al hermano de Biser K. y cuñado de Monika Asenova, por pesa un delito de malos tratos ejercidos sobre Monika cuando su hermano Biser no estaba presente. En 2011, la mujer denunció ante la Guardia Civil a su pareja por unas lesiones tras una discusión. Posteriormente, ella manifestó ante la Benemérita que no quería continuar con la denuncia; al igual que en el Juzgado, donde concretó que se había producido un golpe accidentalmente.
En noviembre de 2022 el asesino confeso de Monika Asenova, Biser A. K., pactó una pena de 25 años de cárcel. Biser A. K. fue condenado así a 21 años y seis meses por el delito de asesinato, a estos años hay que sumarle año y nueve meses de prisión por un delito de maltrato habitual y 18 meses por dos delitos de lesiones y un año por los daños causados en el incendio de la vivienda, después de que finalmente se le acusara de ser el autor. Además, no podrá tener contacto con los padres, hermanas e hijas de Monika durante 25 años.
Apenas unos días después se produjo el último asesinato machista de la provincia hasta la fecha. Ocurrió el 31 de julio, cuando Rafael Velázquez asesinó a tiros a su mujer, Josefa Santos, e hirió a uno de sus hijos en Villagonzalo-Pedernales antes de suicidarse. María Josefa Santos tenía 55 años y su marido, Rafael Velázquez, 56.
Fue la otra hija del matrimonio, que regresaba a casa tras realizar unas gestiones, quien sencontró a sus padres fallecidos y a su hermano gravemente herido, cada uno de ellos en una habitación diferente de la casa. Al parecer, los agentes se encontraron una escopeta en las manos del hombre, que tenía licencia de armas puesto que era cazador y tenía el permiso de tenencia de escopetas en vigor.
Según las investigaciones, Rafael Velázquez disparó a su mujer, María Josefa Santos, con un arma de caza cuando aún estaba dormida, después hirió a su hijo, de 29 años, en el cuello, y horas más tarde se quitó la vida. El crimen está tipificado por los investigadores como un caso de violencia de género, pero la familia se negó a reconocerlo como tal.
Once asesinatos, once mujeres, once historias de mujeres que no pudieron seguir adelante con sus vidas porque así lo decidieron quienes alguna vez dijeron amarlas.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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