Jóvenes que se pasan 16 horas en una sala de juego sin relojes, ni luz exterior y se llegan a jugar 100.000 euros en una apuesta. Ese es tan solo uno de los ejemplos que el psicólogo de ABAJ (Asociación Burgalesa para la Rehabilitación ... del Juego Patológico) expone para mostrar la dura realidad de la ludopatía en Burgos.
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Treinta años de su vida. Ese es el tiempo que el psicólogo de la asociación, David Burgos, lleva intentando ayudar a aquellos que buscan salir de una enfermedad «invisible», que se ha convertido en una «pandemia oculta» con los adolescentes como nuevo «nicho» de afección.
«El perfil tradicional de un varón, de mediana edad, casado y con familia, que juega normalmente a las tragaperras o en casinos, aunque persiste, ya no es el que refleja la mayoría de personas que sufren la adicción al juego. Ahora los jóvenes empiezan con 15 o 17 años y con veinte tienen un recorrido dentro del juego», explica Burgos.
Un cambio de paradigma propiciado por Internet, la proliferación de salas de juego y una publicidad que «disfraza el juego como un entretenimiento cuando en realidad no lo es».
Testimonios de la ludopatía en Burgos
Alejandro Rodríguez
Alejandro Rodríguez
Estos tres factores han acelerado un proceso que «antes tardaba entre cuatro y seis años». Ahora, este margen se ha reducido «a cinco meses o un año». «Ese es el tiempo que tarda un adolescente hoy en día en engancharse el juego», apunta el psicólogo.
Pero el desarrollo de la industria del juego no solo ha variado el perfil del jugador. Los salones de juegos también han adaptado a los nuevos tiempos su oferta que llega «incluso a inspirar el diseño de las máquinas en videojuegos -que ya son en algunas formas el preludio de introducción al juego- para que sean más atractivas».
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En la actualidad, las apuestas deportivas suelen ser el comienzo de un viaje de no retorno hacia la ludopatia. «Resultan muy peligrosas y son muy atractivas para los jóvenes. Empiezan colándose en los salones o pidiendo a mayores de edad que se las hagan, normalmente con poco dinero y en grupo. Pero después empiezan a hacerlas de manera individual y con importes mayores hasta que caen en las redes del juego y no pueden salir», comenta el psicólogo.
La accesibilidad de poder jugar desde cualquier lugar y dispositivo, principal vía que utilizan la mayoría de los jóvenes para ello, es «mucho más peligrosa que la presencial si cabe, porque genera una percepción irreal del dinero porque no es tangible. Tan solo son dígitos en una pantalla».
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«Además, se ofrece continuamente la posibilidad de apostar una y otra vez incluso después de haber perdido y en cantidades mayores», destaca Burgos, que añade que «en el fondo todo jugador es un perdedor y lo peor es que ellos mismo lo saben y no pueden hacer nada por evitarlo».
«Normalmente, los familiares no se enteran. Recuerdo el caso de un joven de unos veinte años que trabajaba en una empresa de trabajo temporal y le abonaron el sueldo a las dos de la madrugada. A las nueve de la mañana no le quedaba nada porque lo había apostado todo y lo había perdido», recuerda sobre uno de los muchos casos que ha visto durante su labor al frente de ABAJ.
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Como principal problema, desde ABAJ se apunta al lobby del juego, a los operadores, como los causantes directos que «están arruinando a las familias» y que, «ahora han puesto su objetivo en los adolescentes».
«Les venden dinero fácil, y si tienen la mala suerte de que les toque algo, se enganchan definitivamente y entran en un bucle del que no pueden salir. Utilizan eufemismos para definir el juego cuando saben lo que puede producir», asegura Burgos.
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«El resultado es que muchos jóvenes, cuando llegan a los 20 años, llevan 2 o 3 años siendo realmente adictos. La mayoría no se dan cuenta porque esto no es una enfermedad que duela físicamente y por eso no lo suelen ver como una enfermedad. Lo que realmente duele del juego son las consecuencias que provoca», añade sobre una enfermedad que «destroza la vida tanto del enfermo como de su entorno».
Aunque la ludopatia «se ha incrementado en los últimos años», el psicólogo afirma que se han dado pasos para paliar este avance. «Llegamos a un acuerdo con el Ayuntamiento, que se comprometió a no dar nuevas licencias para salas de juego desde hace dos años. Las que han abierto ya estaban dadas y, actualmente, estamos luchando en los tribunales para acabar con este tipo de locales en nuestros barrios», revela.
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La asociación, que mantiene la siglas de su fundación con el nombre de 'Asociación Burgalesa de Aburridos del Juego', continúa a diario su cruzada para ayudar a quienes caen en las redes del juego realizando terapias, charlas en centros educativos y ponencias donde exponen las consecuencias de esta adicción «de la que no se habla porque no interesa hacerlo».
En todas ellas, Burgos, junto a algunas personas rehabilitadas, intenta difundir la labor de ABAJ para que «aquellos que puedan tener este problema o los familiares sospechen que un ser querido pueda estar pasando por ello sepan que tienen un sitio donde acudir».
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«Lo único que les decimos es que pidan ayuda, que llamen al teléfono (627 40 97 07) o por correo electrónico o a través de la página web, www.ludopatiaburgos.es, desde donde también pueden contactar sin compromiso alguno», informa el psicólogo sobre todas las vías de comunicación abiertas desde las que ABAJ intenta combatir el problema de la ludopatía en Burgos.
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