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Las últimas restricciones impuestas por la Junta de Castilla y León para intentar contener el aumento de los contagios de la covid-19 en la región ya han entrado en vigor. Desde esta medianoche no se puede consumir de pie o en la barra ... en bares, cafeterías y restaurantes. Solo en mesas y grupos de mesas, pero sin que las reuniones superen el número de seis miembros (salvo que sean convivientes). También queda prohibido fumar en terrazas y veladores, y los establecimientos deberán mantener las limitaciones de aforo en el interior: al 75% si no se superan los 40 comensales, y hasta el 50% si la cifra es mayor a estos 40 comensales.
Y los hosteleros burgaleses están cumpliendo, lo mismo que los clientes. Las barras están vacías este sábado, y en algunos establecimientos se han acordonado para evitar tentaciones. Y es que los hosteleros siguen teniendo que hacer de policía, se lamenta, pues en algunos casos les toca estar recordando a los clientes que se pongan la mascarilla o guarden la distancia de seguridad. «No es mi trabajo», apunta un hostelero, «todos deberíamos ser responsables pero no ocurre así y parece que es culpa exclusivamente nuestra».
También ahora, con la novedad de no acodarse en las barras, ni quedarse de pie en el establecimiento. Así que las opciones son limitadas: en la mesa, dentro o fuera. Y hay más gente dentro que fuera, pues el sol engaña y no hace precisamente una temperatura agradable para estar en una terraza, así que los valientes lo hacen bien abrigados.Las que tienen más éxito son las que están al sol, o las que cuentan con sistemas de protección y estufas de calor, para paliar los escasos 16 grados a los que se prevé llegar de máxima este sábado.
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Gabriel de la Iglesia
El sentir generalizado del sector, en estos días de nuvas restricciones, es que la administración solo mira al ocio de la hostelería. «Nos apuntan como si fuéramos el único lugar en el que hay transmisión, ¿y los botellones y los chamizos de los jóvenes?», reflexiona un hostelero con más de 30 años de profesión a sus espaldas, que reconoce que se le están quitando las ganas de seguir al pie del cañón. «Ahora mismo se me están quitando todas las ganas de continuar, no vienes con alegría si no con miedo», asegura, ante los constantes cambios de normativa y las nuevas restricciones.
En la hostelería lamentan también que se tomen las decisiones de manera unilateral, sin tener en cuenta al sector. «Hay bares muy pequeños que ni siquiera tienen mesas», opinan, así que quitar el consumo en barra y de pie reduce considerablemente las posibilidades de consumo. Además, recuerda el colectivo, no se puede contar con las terrazas pues, ante la llegada del frío, se están vaciando. «Desde primeros de este mes se nota una bajada importante de clientes, sobre todo, por no querer sentarse en la terraza. Algunos siguen teniendo miedo de consumir dentro y con esta medida se está poniendo el foco aún más en nosotros y aumentando ese miedo», explica la camarera de un bar de Burgos.
Sin embargo, «no son estas las medidas que precisamente nos preocupan», ha afirmado Fernando de la Varga, el presidente de la Federación Provincial de Hostelería de Burgos, quien asegura que tiene «más miedo» a los últimos anuncios realizados por el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea. Las medidas ya en vigor son restrictivas, suponen una «traba muy fuerte», admite, pero el portavoz regional ya ha advertido de que la próxima semana podrán medidas mucho más restrictivas en el ámbito social, con incluso reducción de los aforos al 25%.
«Nos están incitando al cierre», insiste. Con una reducción de los aforos los locales se quedan prácticamente cerrados, apunta, y «eso cuesta muchos miles de eruos a los hosteleros». Además, hay que tener en cuenta que ahora no es como en verano, cuando se podía paliar las restricciones con las terrazas. «Nos incitan a consumir en el exterior, con una meteorología adversa y reduciendo al 25% los aforos, nos llevan a la ruina», no hay facturación suficiente para sostener los negocios ni los gastos asociados.
Y, de hecho, la baja de las temperaturas experimentada en las últimas jornadas está permitiendo vislumbrar cómo va a ser el futuro más inmediato de la hostelería. Las terrazas están más vacías que llenas, incluso aquella que cuentan con cerramientos parciales o sistemas de calor, y la gente empieza a buscar el refugio del interior. Si se limitan los aforos, los establecimientos más pequeños van a reducir su clientela habitual a la mínima expresión, y de poco les van a servir las terrazas.
Por ese motivo, Fernando de la Varga insiste en que la disyuntiva no está en cerrar o no cerrar los establecimientos, sino en ofrecer alternativas para facilitar la viabilidad de los negocios. A la hostelería no se la cierra, para no plantear esas ayudas, pero con las medidas restrictivas se las aboca al cierre definitivo. Y tampoco es viable el cerramiento parcial de las terrazas, pues supone una importante inversión sin saber si se van a limitar también los aforos en su interior.
El presidente de la Federación Provincial de Hostelería considera que el problema va mucho más allá de cualquier planteamiento que se haga ahora. «Políticamente no hemos sido capaces de tajar de raíz la pandemia». A su juicio, la gestión no ha sido la adecuada y, ahora, «se ataca al sector más débil pero no a la raíz del árbol que está enfermo.
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