
Callejeando por Burgos
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Historia del Espolón, el paseo más popular de la ciudadSi hay un paseo en Burgos, popular y conocido en el mundo entero, ese es el Espolón. Desde su creación en el siglo XVIII y su posterior modernización, en el siglo XIX, ha sido lugar de esparcimiento y diversión para todos los burgaleses de todas las clases sociales.
Flanqueado ambos lados del andén principal por centenares de plátanos, un arco verde continuo en verano crea un microclima donde aplacar los calores del estío burgalés.
A finales del siglo XX e inicios del a actual, ha sido un lugar en decadencia con el cierre de varios comercios y establecimientos de hostelería, pero en los últimos años ha resurgido y se ha vuelto a convertir en ese lugar de cita y paseo.
A mediados del siglo XIX se instalaron los primeros cafés en Burgos en este paseo: Suizo, Candela, Montañés e Iris ya desaparecidos. Si se hubiese respetado la antigua muralla de la ciudad aquí estaría presente en el tramo que va entre el arco de Santa María, una de las entradas principales, a la ciudad, hasta la mismísima Diputación, antes cárcel, y también construida sobre la muralla
Precisamente antes del derribo de la muralla, se trazaron jardines y se plantó arbolado. El andén central del paseo era un lugar emblemático para tomar el sol en los días otoñales e invernales y para observar el paso de las diligencias en la ruta de Bayona a Madrid.
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En el siglo XVIII se construye el malecón del río, pero éste no evita serias inundaciones en el siglo posterior y en el siglo XX el general Tibauth ordenó el traslado de los restos del Cid y de doña Jimena, hasta el paseo del espolón frente a la casa de los marqueses de Vilueña antes en el siglo 18, se instaló el Ayuntamiento, cuyas traseras dan a la plaza del espolón en la antigua ubicación de la puerta de carretas, lugar por el que entraban al mercado menor, las mercancías para ser vendidas en la ciudad
Las estatuas de los reyes que están en el Espolón estaba pensado instalarlas en Madrid, en la Plaza de Oriente, pero por falta de espacio, y sobretodo la gran cantidad de ellas, llevó a la reina Isabel II, en 1868, a regalarlas a la ciudad para ser instaladas en el paseo.
Decidió que cuatro de las más emblemáticas fueran a parar a Burgos al recién construido Paseo del Espolón en una primera tanda; posteriormente, llegaron las demás. Así, pasaron a quedarse en Burgos el conde Fernán González, San Millán de la Cogolla, Fernando I, Teodorico I, Juan I, Alfonso XI, Enrique III y Alfonso VI.
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