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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 20 de enero
Residentes, una trabajadora y el director de la residencia con Luca y Dina, las dos labradoras que ya forman parte de la familia. Aythami Pérez Miguel

Dos compañeras muy especiales que transforman una residencia universitaria de Burgos en un hogar

La residencia Camino de Santiago lleva unos años con este proyecto en el que dos perras forman parte de la vida del centro. Residentes y trabajadores reconocen los valores y beneficios que aportan y el director explica que es una opción más, nadie está obligado a interactuar

Domingo, 22 de diciembre 2024, 09:29

Desde hace unos años, la residencia universitaria Camino de Santiago, de la ciudad de Burgos y perteneciente a la Universidad de Burgos (UBU), cuenta con dos visitantes, porque no son residentes, únicas y especiales. Son dos perras, pero tampoco son visitantes esporádicos, acuden a la residencia como un trabajador más casi a diario.

Son Luca y Dina, dos perras de raza labrador que se han convertido en un valor añadido para este centro de Burgos. Aportan positividad y rebajan la tensión en los conflictos, ayudan a superar la rutina y las adversidades, hacen compañía, también sirven para enseñar valores. Luca y Dina, de forma natural, como hacen todo las mascotas, sin quererlo pero siempre en positivo, han convertido la residencia universitaria Camino de Santiago en un centro pionero en España.

«Es habitual tener mascotas en casa y esto, al final, es el hogar de los estudiantes»

Jaime Santamaría Vega

Director residencia de estudiantes Camino de Santiago

Jaime, director de la residencia, con sus dos perras. A.P.M.

Al pertenecer a la UBU, la institución tuvo que dar permiso, no hubo ningún problema, asegura Jaime, propietario de las perras y director del centro. Él fue el ideólogo del proyecto. Además, se controla mucho los espacios a los que no pueden acceder, también el tema alergias y miedos. Y así, sin ningún tipo de percance, Luca llegó en 2021 y a principios de este 2024 se incorporó Dina.

Un nuevo enfoque de convivencia

Un par de patas peludas caminan entre los estudiantes y trabajadores de la residencia Camino de Santiago. Puede que te reciban tranquilamente en recepción, también suelen estar en el despacho de Jaime. Ofrecen algo más que compañía, suponen un nuevo enfoque en la convivencia. Son las protagonistas de un proyecto pionero que convierte a esta residencia en un lugar donde el bienestar emocional y el respeto por los animales se integran en la vida diaria. «Es habitual tener mascotas en casa y esto, al final, es el hogar de los estudiantes», ejemplifica Jaime Santamaría Vega, director de la residencia.

La visión del director: un proyecto de familia y comunidad

Jaime es el director de la residencia desde 2013 y también el dueño de las dos perras. Esta iniciativa comenzó con la incorporación de Luca en 2021, tras la pandemia vio en su perra labradora una oportunidad para compartir con los estudiantes los beneficios que él mismo y su pareja habían experimentado al convivir con la perra.

Dina, que es la madre de Luca, llegó a la residencia a primeros de este 2024. Hubo que pasar por un periodo de adaptación de la una a la otra en un espacio que Luca nunca había compartido, pero todo fluyó adecuadamente. Así, las dos completan un dúo con el que estudiantes y trabajadores están encantados. «Dina es más tranquila, busca más cariños, está más pegada a mí. Luca es más joven, ayuda más desde la distancia, para jugar. No son perras de terapia, son perras de apoyo, además, la raza, labrador, son perros adecuados para esto, ayudan mucho por su carácter afable, tranquilo y bonachón», explica Jaime.

«Es un proyecto personal y laboral. Vi lo que a mí me funcionaba y pensé que podría ayudar también en esta comunidad que, al final, es una gran familia»

Jaime Santamaría Vega

Director residencia universitaria Camino de Santiago

Reconoce el director que esto es «un proyecto personal y laboral. Vi lo que a mí me funcionaba y pensé que podría ayudar también en esta comunidad que, al final, es como una gran familia», asegura.

Un buen recibimiento por parte de la UBU

El apoyo de la UBU fue clave. Desde el inicio, según comenta el director, el proyecto fue bien recibido, aunque siempre priorizando el respeto hacia aquellos estudiantes que puedan tener miedos o alergias. «Hay estudiantes que tienen respeto hacia los perros y no se les fuerza a participar, Luca y Dina son una opción, no una obligación. Otra cosa es el miedo, que es algo incontrolable y que no estamos aquí para tratar eso. Pero sí es cierto que hay estudiantes o trabajadores que, aunque no se acercan a tocarlas, desde lejos ves que entran y las sonríen o les cambia la expresión», apunta el director.

Una trabajadora del departamento de limpieza de la residencia saluda a una de las perras. A.P.M.

Las perras, por ejemplo, no entran en las habitaciones, tampoco en la cocina, en el comedor o donde se guardan alimentos o productos de limpieza. Sí pueden entrar en la biblioteca, en el gimnasio, en las salas de estudio. Cuando llegamos a la residencia nos reciben en la recepción, si no es porque Virginia, una de las trabajadoras, nos las presente, ni nos habríamos percatado de que están ahí, tumbadas, tranquilas.

«Venir a trabajar y encontrarte con ellas es muy gratificante, crean un ambiente relajado y diferente»

Virginia González Martínez

Trabajadora residencia universitaria Camino de Santiago

Mientras Jaime nos ubica por el centro, Dina le sigue, pero Luca se va con algunos residentes. Los encontramos podo después en la sala de estar, con Luca a los pies de una de las residentes bajo el piano mientras esta toca. Al final, estamos presenciando la rutina de un gran hogar en el que se cuenta con el plus que aporta la convivencia con animales.

Una convivencia transformadora

Virginia González Martínez es una trabajadora de la residencia, lleva unos meses aquí, pero ya está encantada con las perras. Para ella, tener a Luca y Dina es una experiencia única y positiva. «Venir a trabajar y encontrarte con ellas es muy gratificante, crean un ambiente relajado y diferente. Son como una más de la plantilla», explica Virginia.

Jaime comenta que no acuden todos los días al centro, pero sí muchos. Él llega sobre las 6.30 o 6.45 horas, para coincidir con el turno de noche y de mañana. Y las perras acuden con él, «muchos días ellas me traen a mí, vienen emocionadas», reconoce.

Y no solo los trabajadores sienten esto, los estudiantes han encontrado en las perras un apoyo inesperado.

El testimonio de los estudiantes

El testimonio de los estudiantes

Carlota Mendoza Hurtado

Carlota lleva tres años en la residencia, cuando llegó no sabía que había perros y un residente veterano le preguntó si quería ver, en ese momento, a Luca. «Fue ahí cuando las conocí. Al principio solo estaba Luca, este año ya ha llegado Dina y estoy encantada. Toco el piano y parecer ser que les gusta la música, así que se queda tranquilita a mis pies», explica.

Unai Barrio Ortega e Iyán Balsera Macías

Unai con Luca en la terraza de la residencia. A.P.M.

Unai reconoce que esto es «una oportunidad para distraerse, evadirse. Igual no tienes mascota en casa y esto te aporta algo más». Iyán explica que, a veces, salen con ellas. Para los que tienen clases en horario de mañana es más complicado, porque es cuando están ellas en la residencia. «Yo no tengo ningún animal en casa y me encanta, tengo turno de mañana y no podía estar tanto con ellas, pero he sacado huecos, como las mañanas de los martes», apunta Iyán.

Irati Garrastachu Valladares

Irati con Luca en la residencia. A.P.M.

Para Irati, las perras crean un sentimiento de hogar, «hacen mucha compañía y creo que hacen muy felices a quienes las rodean. Tener un animal que vaya detrás de ti, que te pida mimos, es algo que te hace feliz. Como subir a estudiar a la biblioteca y que suban, te da un descanso mental y es importante».

Ana Domínguez Quintero

Ana siempre ha tenido animales en casa, su familia está rodeada de mascotas y es algo que le encanta, al igual que estar con las perras. «Siempre he estado rodeada de animales y era algo que aquí me faltaba, con Luca y Dina se me hace más ameno», apunta.

Ana e Iyán con las dos perras en la sala de juegos y gimnasio.

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Ana e Iyán con las dos perras en la sala de juegos y gimnasio. A.P.M.

Incluso los padres han notado los beneficios de compartir tiempo con las perras. «Algunas veces, algún padre o madre me ha llamado para comentarme que notaban a sus hijos un poco bajos o desanimados y que si podía hacer para que estuvieran con las perras, como una forma de combatir el estrés o la tristeza», añade Jaime.

Valores y responsabilidad

Este proyecto no solo busca ofrecer compañía. El director también emplea a sus perras para transmitir valores sobre la responsabilidad de tener una mascota, el respeto por los animales y el medio natural. «Un animal exige trabajo, hay que cuidarlo, alimentarlo, sacarlo a pasear, dedicarle tiempo. Yo les hago ver que tienen que estar dispuestos a ceder su tiempo, sacrificar partidos de fútbol, eventos, porque el perro necesita su atención. Ahora que se acerca la Navidad y se regalan perros, hay que tener en cuenta que compartir la vida con un animal no solo es cuestión de querer, es de poder dedicarle la atención que precisa», relata el director.

Impacto silencioso y poderoso

Luca y Dina no son perras de terapia, pero han demostrado que pueden causar un impacto en la vida de esta residencia que va más allá de lo esperado. «Su presencia ayuda a mediar en pequeños conflictos entre los trabajadores y a rebajar tensiones en momentos difíciles. Ellas hacen una especie de magia, tienen una capacidad de escucha y atención que ya quisiéramos mucho», reflexiona Jaime.

La residencia Camino de Santiago de Burgos está al completo con 78 estudiantes cada curso. Algunos llegan sin experiencia previa con animales y descubren algo nuevo. Para otros, como Ana, que siempre ha vivido rodeada de mascotas, Luca y Dina hacen que la residencia sea más hogar.

Los residentes con las perras en una de las salas de la residencia. A.P.M.

Este proyecto es un ejemplo de cómo la convivencia con animales puede enriquecer la vida diaria, incluso en un entorno académico. Luca y Dina no son solo las perras del director, son el alma de un proyecto de hogar en esta residencia.

Jaime es consciente de que puede haber gente que no entienda el proyecto, «hay que convivir con animales para entenderlo, yo lo veo de una forma muy idílica y por qué no, pero hacen una especie de magia alrededor de nuestras conductas. Conozco a mis perras, confío en ellas, sabía que eran aptas para esto, si no, no se me habría ocurrido incluirlas en esto», aclara.

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