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En un pueblo de Burgos, Carcedo, a pocos kilómetros de la capital, se encuentra un centro que nació siendo pionero y continúa renovando y mejorando servicios. Se trata de Mil Encinas, que nació como un centro de terapias asistidas con animales y ha incluido una parte deportiva y, desde hace unos años, una escuela.
Hace unas semanas, Mil Encinas ocupó titulares de prensa por otro proyecto innovador, 'Vitaminas de 4 patas'. Se trata de terapia con perros en la planta de Pediatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Son los primeros perros a nivel regional y los cuartos a nivel nacional que entran en un hospital.
Las terapias con animales no son nuevas. Durante las dos guerras mundiales, la Cruz Roja organizó programas de rehabilitación de soldados y prisioneros con problemas de ansiedad, depresión y estrés postraumático. La presencia de los perros en estos programas mejoraba el ánimo de los soldados, les motivaba. Gracias a esto los perros se introdujeron también en programas de reinserción en las prisiones. Caballos y perros son los principales animales con los que se trabaja, tienen especial éxito en el tratamiento de trastornos del espectro autista e hiperactividad, ansiedad o depresión.
Aún así, Sara Burgos Abad, propietaria y fundadora de Mil Encinas, reconoce que los comienzos no fueron fáciles, «sobre todo para una mujer, en el medio rural y dentro del sector agropecuario, un sector muy masculinizado, además de ser autónoma», explica. Sigue siendo complicado, pero el centro avanza, en 2025 cumplirá nueve años y ha conseguido crecer, diversificar servicios y tener mucha demanda.
«Un espacio como este es exigente, requiere renovación, formarte a la ver que trabajas. Soy madre de dos niños, la conciliación también tiene que ser sostenible. Es complicado, pero tengo un gran equipo detrás, tanto profesional aquí como en casa con mi familia. Sin ellos sería imposible», reconoce Sara.
Innovación rural en Burgos
Mil Encinas nació de una pasión y se sostiene por eso mismo, por la pasión y la confianza en lo que hacen. Sara ha sido una apasionada del mundo ecuestre desde que era pequeña. Ahora lo ha podido solapar con su formación profesional. Es maestra de educación especial y licenciada en psicopedagogía. Además, se ha ido formando y es experta en equitación terapéutica y en crianza autorregulada consciente. En Mil Encinas ha conseguido unir la infancia, la discapacidad, las terapias, los caballos y los perros.
A los caballos y los perros se les suman los gatos y gallinas. Estos últimos viven en el centro, pero van por libre. No participan en las terapias. Mil Encinas es un centro de terapias, es la actividad central y se orientan a todo tipo de personas.
«Estas no tienen por qué tener una patología, pero sí una necesidad en su vida que puede ser temporal o permanente, necesitan un acompañamiento, un trabajo, cubrir unos objetivos y pueden llegar a nosotros desde muchos ámbitos. Pueden venir personas con discapacidad, personas con patologías o enfermedades raras, personas que están pasando por una situación vulnerable», explica Sara Burgos.
En Mil Encinas se trabajan todas las áreas, se trabaja a nivel cognitivo, emocional, social, educativo. «El caballo y el perro te hacen conectar contigo mismo y con otro ser, aumentan la capacidad empática, de control del impulso y de límites».
«Pensé que, si a mí los caballos me daban tantos beneficios y tanta satisfacción, creía que podrían ofrecer mucho a todo el mundo. Empecé tirando de ellos y empecé a usarlos para diferentes tratamientos. Me di cuenta que, al final, el caballo es un estímulo puente que une al terapeuta con el usuario», añade Sara.
Depende del usuario, de su personalidad y de la personalidad del animal, «pero tanto el caballo como el perro conectan. Es un binomio. Así no estás solo, trabajas con otro animal que te pide requisitos físicos y emocionales», explica.
«Tenemos la opción de elegir el caballo o el perro que irá mejor para cada individuo. No es lo mismo un caballo para un trabajo motor, que un caballo para trabajar con un niño en un objetivo educativo. Además, cada animal tiene una personalidad y hay que encontrar el equilibrio con la personalidad humana», puntualiza la gerente de Mil Encinas.
En este centro viven y son cuidados, a la vez que trabajan, catorce caballos. Trabajan en terapias y también en deporte. «Eso es lo rico de un centro así porque tienes donde elegir». El caballo y el perro se seleccionan desde el primer momento y luego se trabaja con ellos para adaptarlos.
«No vale cualquier caballo ni cualquier perro. En el caso de los caballos se busca nobleza, seguridad, salud, equilibrio. En el de los perros, también necesitamos nobleza, nuestras hembras son de raza labrador porque cubre esas cualidades, son de fácil manejo, sociables, equilibrados, tranquilos, afables a la vista y tienen, además, capacidad de aprendizaje», comenta Sara.
Y en todo este proceso tiene, además, mucha importancia, es fundamental, el cuidado y bienestar animal. Es un trabajo más que, además, también se siente en las terapias. Limpiar, alimentar a los animales. Los caballos pasan seis meses en el exterior, en verano, pero en invierno están dentro, lo que aumenta la exigencia. Por ello, ahora mismo están buscando personal que se encargue del bienestar animal.
Sara está en esta parte terapéutica, pero también en la escuela. Hace tres años, Mil Encinas abrió una escuela libre orientada a las pedagogías activas. Ahí está también María, maestra de educación musical e infantil. En esta escuela reciben a niños desde los cero años, pero que caminen, hasta los seis años, «lo que llamamos educación no obligatoria o no reglada».
«Aprenden de una forma diferente, siguen la línea bosque escuela. Pasan un rato dentro, pero su aula está fuera, en la naturaleza. Este año tenemos once niños en un grupo multinivel. Todo lo que necesitan está en el exterior y tienen movimiento libre con un acompañamiento excelente. Tienen una educación emocional muy diferente, la necesidad de explorar libremente, de estar en contacto con la naturaleza, con los animales a un ritmo más calmado. La metodología que usamos es muy diferente a la que podemos encontrar en el sistema ordinario», explica Sara.
Además de centro de terapias y escuela, Mil Encinas aborda también la parte deportiva. Aquí se puede practicar y aprender equitación, hay caballos que solo se usan en la parte terapéutica, otros están en la parte deportiva y otros en ambos servicios.
«Siempre digo que este centro es un todo: vienes a realizar una terapia, estás en un entorno abierto, con más movimiento y no solo haces terapia. Compartes el espacio con más familias, haces el esfuerzo de venir hasta aquí que ya es trabajo en ti mismo, puedes pasear por la naturaleza, con animales», añade Sara.
A las terapias, la escuela y la parte deportiva se unen otros servicios orientados a la infancia. En el centro también se pueden celebrar cumpleaños y fiestas para niños y, además, realizan campamentos de verano. «Siempre suelen tener muy buena acogida. Desde la primera semana de julio y hasta el 14 de agosto hacemos campamentos de verano. Aquí los niños disfrutan mucho y, además, este año hemos añadido el transporte».
Lo que la demanda de estos campamentos y de la escuela muestra a este centro es que cada vez más familias buscan una educación diferente.
A todo ese trabajo continuo de renovación, de diversificación, de apuesta constante por la unión de personas y naturaleza se suma otro hito. Este año, Sara Burgos se ha convertido en profesora de la Universidad de Burgos (UBU). «Hacemos una formación de nivel iniciación para las personas que quieran conocer el mundo de las terapias con animales. La UBU apostó por nosotros, doy clases allí y después vienen al centro a hacer la parte práctica. Este es el primer año y ya hemos tenido 18 alumnos. Estoy muy contenta», reconoce.
Mil Encinas nació como un centro de terapias, pero nunca fue un organismo estático. Siempre ha sido dinámico y ha ido creciendo en función de las necesidades que captaban y lo que podían ofrecer. «La escuela es un proyecto muy bonito y va creciendo. Vamos a ampliar las instalaciones para acoger a más niños y ofrecer mejores servicios porque hay demanda. Solo nos quedan libres tres plazas para el curso que viene».
El medio rural burgalés no deja de mostrarse como un lugar desde el que innovar con unos medios únicos de los que nunca nos deberíamos alejar: la naturaleza y los animales. Aquí las sinergias entre humanos, naturaleza y animales se muestran en su máximo esplendor.
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