Almudena Román, la cara más visible de ADAVAS. BC

ADAVAS: «Cuando rompen la relación el cambio es brutal y hay que ganarse su confianza»

ADAVAS lleva décadas ayudando a mujeres víctimas de agresiones sexuales o violencia de doméstica, sin condiciones ni exigencias. Apuesta por la prevención y pide a la sociedad que se ponga en la piel de la víctima en lugar de juzgarla

Miércoles, 8 de marzo 2023, 07:05

Cuando escuchan a los negacionistas afirmar que la violencia de género no existe, que es una creación de las feministas, en ADAVAS se preguntan a qué se han estado dedicando, entonces, desde 1998. Por la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y ... Violencia Doméstica han pasado cientos de mujeres, pues «la violencia de género siempre ha existido, pero no se ha entendido, no se ha identificado, no se ha reconocido ni se ha hablado de ella».

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Sin embargo, ahora «sí se cuenta» y cada vez más, de ahí que se haya podido dar la sensación de que hay más casos de violencia contra la mujer. Realmente, y aunque puede haber repuntes como la oleada de asesinatos con los que acabamos 2022 y hemos empezado este año, no hay más violencia de género. La diferencia es que ahora las víctimas se atreven a contarlo, lo denuncia y buscan ayuda, es decir, que se ha conseguido visibilizar una violencia soterrada que apabulla.

Almudena Román, la cara más visible de ADAVAS, pone dos ejemplos. Por un lado, el repunte que han notado en los casos de abusos sexuales a menores. Han pasado de recibir anualmente a uno o dos adultos, que narran lo que vivieron en su infancia, a recibir 29. «Mujeres y hombres valientes que han querido relatar su historia», que evidentemente no ha pasado ahora, pero que es ahora cuando se han atrevido a contarlo aunque no sean capaces o no quieran denunciarlo.

Otro ejemplo de que la violencia de género siempre ha existido son los talleres de prevención que llevan realizando en los colegios de Burgos desde 2003. Román asegura que siempre sale algún caso, chicos que conocen directa o indirectamente alguna situación de violencia, o incluso algún profesor. De ahí que, en estos casi veinte años, han intervenido en más de 300 casos detectados a través de los talleres. Han prestado su ayuda, sus servicios, su asesoramiento… lo necesario.

Román asegura que «en los institutos me gustaría ser más incisiva», pues la educación es clave en la prevención y, desde hace años, están viendo que los jóvenes replican roles de género y modelos erróneos de relaciones de pareja. Además, como a esa edad «lo saben todo…» y a veces es más difícil llegar a ellos, sobre todo si son chicos. «Ellos hacen piña, se ponen a la defensiva», explica, y también lo ha visto entre el profesorado masculino. Mientras, las mujeres sí que son conscientes de que existe una violencia que las tiene a ellas por objeto y objetivo.

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El principal objetivo de los talleres es que los alumnos (y el profesorado) «se vayan con al sensación de que si se encuentran con algún caso sepan a dónde acudir», pues ADAVAS está abierta a atender a cualquier persona, ya sea víctima, familiar o amigo de una víctima. Y lo van a hacer sin condiciones ni exigencias. «Lo prioritario es atender a las víctimas», explica Almudena Román, a la que se le ofrecen todos los recursos de manera gratuita.

Apoyo incondicional

«Nunca vamos a condicionar nuestra ayuda al hecho de que denuncie o se separe de su pareja», matiza, porque son conscientes de la difícil situación por la que atraviesan. Para muchas ya es complicado reconocer la situación; otras llegan a través de la familia, que son los primeros en pedir esa ayuda; pero de ahí a atreverse a romper una relación, duradera en la mayor parte de los casos y hasta dependiente (emocional y económicamente), o denunciar hay un camino muy largo.

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Desde ADAVAS insisten en que «cada mujer tiene su ritmo», así que les dejan claro que son libres de tomar cualquier tipo de decisión, pero también que la asociación estará siempre ahí con ellas. Incluso en los casos que estando a punto de dejar la relación de maltrato, vuelven con el maltratador. «El pero y la disculpa; la promesa de cambio», el miedo o la dependencia económica hacen que algunas le den una segunda (o quinta oportunidad), pero ADAVAS siempre estará ahí.

«Es importante transmitirles que pueden venir cuando quieran», porque a veces les da vergüenza volver después de haberle dado una nueva oportunidad a su pareja. Y volver a haber sufrido la violencia, porque «sabemos que va a volver a ocurrir, que no va cambiar», apunta Román. Sin presiones y en apoyo constante para conseguir que, cuando esté realmente preparada, se libere de esa relación de maltrato.

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«Y cuando ellas deciden definitivamente romper, el cambio es tan brutal», reconoce Román. Se abren todas las puertas a recibir esa ayuda, a seguir las recomendaciones. Se experimentan cambios psicológicos, de comportamientos pero también físicos, afirma. «Ahora ya no entra cualquiera en mi vida», te dicen algunas. Y vuelven a llevar vestido, algo que su ex le prohibía, o a maquillarse, a quedar con sus amigas… Pero «hay que tener mucha paciencia y ganarse su confianza».

Las jóvenes

Eso sí, Almudena Román señala que llevan muy mal los caso de víctimas jóvenes, muy jóvenes. «Es lo que más nos desgasta a nivel personal y profesional». El camino suele ser muy largo, sobre todo si son muy jóvenes, como entre 15 y 20 años. Les cuesta identificar los indicios de maltrato, pues se están asumiendo fórmulas de control a través del teléfono móvil y las redes sociales como si fueran normales en una pareja; también que intente controlar con quién vas o qué te pones.

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Y, luego, los padres suelen meter mucha presión pero para las hijas no es tan fácil salir de esa relación; a veces cuesta años, o salen y al cabo de un tiempo vuelven. De ahí la importancia de la prevención, de trabajar con los jóvenes, de ayudarles a identificar la violencia de género, porque se ha notado un aumento de casos entre los más jóvenes. También entre las parejas mayores de 70, pues la mujer ya no aguanta lo que se había aguantado hasta ahora.

Finalmente, ADAVAS pide a la sociedad que sea capaz de ponerse en la piel de la víctima. Hay que tener mucho cuidado con mensajes como 'si ya la había pegado, ¿por qué ha vuelto con él?', porque desde fuera de la relación es todo mucho más fácil. El maltrato, físico o psicológico, «es una progresión». No te sueltan una bofetada a los dos días de empezar una relación, insiste Almudena Román, sino que va «en escala y poquito a poco». Si luego se le suma el miedo, que hay hijos en común, una dependencia económica, el control o la promesa de cambio, la salida es complicada.

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