Un primer día que no es tal. Esa es la opinión generalizada entre los comerciantes y hosteleros de Burgos ante la entrada en vigor la pasada noche del Real Decreto-Ley de medidas de ahorro energético impulsado por el Gobierno. Muchos de los consultados ... por Ical apuntan que algunas de las medidas, como el apagado de luces en los escaparates o el encendido del aire acondicionado solo ante situaciones extremas de calor, ya lo estaban llevando a cabo desde hace meses. Otros señalan precisamente a este último factor de la temperatura como «incoherente» en el Real Decreto l no tener en cuenta las necesidades de determinados negocios o el bienestar de clientela y empleados.
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En todo caso, la opinión generalizada de los pequeños comerciantes es que tienen que ahorrar en la factura energética como lo hacen las familias, dado el tamaño de sus negocios, muy diferente a las grandes empresas que, con otros márgenes y circunstancias, puedan tener otras políticas. Los comerciantes que son autónomos tienen claro que al pagar sus propios recibos, van a tener siempre en cuenta la posibilidad del ahorro en la energía por el precio que tiene ahora, siendo de nuevo el punto discordando con las medidas el de la temperatura porque «tendrá que estar siempre al gusto de clientes y empleados».
Carmen González, de la Óptica Álvarez Atienza de Burgos, señala que en su caso, el apagado del escaparate no le ha supuesto un gran cambio, ya que, con la intención de ahorrar en la factura de la luz, ya había puesto en marcha esta medida, y a las diez de la noche ya apagaba las luces. «No solo por los precios, también por el medio ambiente», afirma. Asimismo señala que, al no contar con aire acondicionado, no ha visto mucho cambio en su negocio con respecto al límite de grados en los termostatos.
Una situación similar vive Cristina Cuevas de Casa Cuevas, también en la capital burgalesa, donde tampoco cuentan con aire acondicionado, dado que el propio local donde se sitúa su charcutería goza de una temperatura fresca durante todo el año y «de toda la vida» han apagado sus luces a las 22 horas. Recuerda además que Burgos es una ciudad fría, por lo que en verano no son tan necesarios los aires acondicionados y en invierno, cuando llegue el momento se «abrigarán más».
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El dueño de la tienda de ropa burgalesa Serrano, Juan Bosco Serrano, afirma que se trata de una medida que afecta a todos los comercios, pero que tendrán que cumplir. En su establecimiento, donde sí hay aire acondicionado, se encargarán de controlar que está a la temperatura adecuada, aunque señala que solo lo ponen cuando es necesario. «Si no hace calor, no lo das. Si en la calle hay 30 grados, algo se notará que esté aquí a 27, pero si en la calle hay 27 grados, para qué lo vas a poner».
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En el caso de las luces del escaparate, que hasta ahora se mantenían encendidas hasta las 23 horas, ahora se apagarán una hora antes. Se verán más afectados con la normativa que establece el cierre de las puertas desde el 30 de septiembre. «Tenemos una tienda más clásica, con la puerta pequeña, si la cierras hay gente que se corta al entrar, porque están acostumbrados a esas tiendas que tienen todo abierto y entras libremente», explica.
Donde sí afectan las medidas relativas a la temperatura es en establecimientos de comida, como la panadería El Horno. Una de sus trabajadoras explica que les van a regular la temperatura a 27 grados y las luces se apagarán a la hora dictaminada. Con respecto a lo primero les preocupa cómo aguantarán estas temperaturas algunos de sus productos, como el chocolate o la nata.
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No se verán tan afectados en los hoteles, donde solo están obligados a seguirlas en las zonas comunes, dado que en las habitaciones, cada huésped podrá regular las temperaturas según prefiera. La directora del Hotel Silken Gran Teatro, Ana de Pedro, explica que irán viendo sobre la marcha y de acuerdo a las necesidades de cada día cómo les afectan estas nuevas medidas. «Se nota un poco más de calor, pero es una zona de paso. Abriendo la puerta lo tenemos más regulado», señala, en alusión al hall del hotel, por donde pasan los huéspedes de camino a sus habitaciones, y donde se sitúa también la cafetería del hotel.
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El Museo de la Evolución Humana, debido a las características de su edificio y los restos que allí se guardan, lleva desde el lunes reduciendo «poco a poco» la refrigeración. «Es un edificio con una sinergia, no se puede hacer de un día para otro», señala la coordinadora del MEH, Aurora Martín, recordando que además tienen que mantener los fósiles originales, y la temperatura adecuada la marca la humedad, que se suele situar entre los 21 y los 22 grados.
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«La conservación de los fósiles está por encima. No podemos renunciar a ello», apunta. Por ello, con el fin de adaptarse a la normativa, han ido reduciendo poco a poco la refrigeración y en la planta -1 se ha quitado la refrigeración, aunque no se han visto muy afectados dado que al estar en el subsuelo, continúan en una temperatura baja, y además controlan que la segunda planta no supere los 27 grados.
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