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Varias han sido las pruebas piloto de cierre al tráfico, parcial y puntual, de las calles Santander y San Pablo en Burgos. Las últimas, en plena pandemia de la covid-19, para dar protagonismo a los peatones en plena desescadala. Sin embargo, el Plan de ... Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) recoge la propuesta de restricción a la circulación en ambas vías, así como en otras aleñadas, plantenado itinerarios alternativos.
El texto, que todavía tiene que someterse a un periodo de información pública, indica que es «sorprendente» que se mantenga la calle Santander con tráfico cuando está rodeada de áreas de tráfico restringido y debería ser zona prioritaria peatonal. De ahí que se plantee una restricción al tráfico, de modo que solo se permitiría la circulación a buses y residentes, manteniendo además la apuesta por la ciclocalle.
La medida supondría también restricciones en la Avenida del Cid hasta la calle Sanz Pastor, y en las calles Trinidad y Sanz Pastor, cuyo tráfico se derivaría por la calle Azorín. El PMUS reconoce que los itinerarios alternativos no son fáciles.En sentido sur, salva la situación la avenida Reyes Católicos y la calle San Lesmes, como se hace ahora, pero en sentido norte tocaría dar un rodeo por la zona de Calzadas.
Evidentemente, la propuesta no será de aplicación a corto plazo. Se trata de una iniciativa a medio plazo, a futuro, que depende de que la ciudad avance en movilidad sostenible. El concejal de Movilidad, Leví Moreno, recuerda que antes hay que conseguir reducir el uso del vehículo privado, haciendo que los burgaleses utilicen más el autobús urbano, vayan a pie, en bicicleta o en vehículo de movilidad personal.
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La misma explicación se dará para la iniciativa complementaria, y derivada del cierre de la calle Santander, de restringir el tráfico en la calle San Pablo, entre Progreso y Conde de Castro. El PMUS incluye cierres en la calle Miranda, entre las calles Oviedo y Santa Clara, y en Calera y Trinas. Y, de nuevo, itinerarios alternativos, pues el acceso a la almendra de la ciudad quedaría muy limitado.
Estos planteamientos de semipeatonalizaciones, dando prioridad al uso de bicicletas y autobuses urbanos, además de al peatón, completarían las áreas de tráfico restringido y se sumarían a las zonas de bajas emisiones (ZBE) que deben estar implementadas en 2023. Moreno asegura que, antes de implantar cualquiera de estas peatonalizacione, la prioridad del equipo de Gobierno es ampliar los carriles bici.
En breve se abordará el carril de la Avenida de Reyes Católicos, mientras el que comunica la Barriada San Juan Bautista está en fase de redacción de proyecto. Y todavía tiene que diseñarse el gran carril bici de la calle Vitoria, tanto en la zona de Gamonal como entre la Plaza del Rey y la Plaza del Cid.
Mientras, el llamado Burgos Central se sigue perfilando.Ocupará en torno a dos kilómetros en los que el tráfico se podrá restringir, teniendo en cuenta la antigüedad de los vehículos y los niveles de contaminación de la ciudad, de manera permanente o puntual.
Los límites sobre los que se trabaja tienen a la Avenida Cantabria y el Bulevar como puntos de referencia, aunque todavía no están definidos del todo. Toca acabar de perfilar el área afectada y, lo más importante, saber cómo se va a aplicar esas zonas de bajas emisiones. Para ello se elaborará una ordenanza, aunque se deben tener en cuenta las etiquetas de la DGT que señalan el nivel de contaminación de los vehículos, pues serán estas las que definan qué vehículos acceden a esas zonas, cuándo y cómo.
De acuerdo con la DGT, los vehículos de gasolina anteriores al año 2000 y los de diésel anteriores a 2006 carecen de etiqueta. Tienen etiqueta B los de gasolina hasta 2006 y los de diésel hasta 2013, y es la C para los de gasolina posteriores al año 2006 y los diésel posteriores al 2013. Luego, los híbridos tienen etiqueta Eco y los eléctricos e híbridos con una autonomía de más de 40 km, Cero.
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En la provincia, con datos del año 2020, hay 59.221 vehículos sin etiqueta, 67.5515 con etiqueta B y 52.417 con etiqueta C. Mientras, 12.145 no se han catalogado, y solo 3.023 tienen etiqueta Eco, siendo Cero menos de 300. Los municipios cuentan con guías, como la elaborada por la FEMP, para diseñar sus ZBE, pero hay que hilar fino pues las restricciones al tráfico pueden ser importantes.
Para la FEMP, por ejemplo, todo el área de bajas emisiones debería quedar cerrada a los vehículos sin etiqueta, mientras que en el casco antiguo y en zonas sensibles solo se debería circular con eléctricos e híbridos. Habrá que esperar a ver qué decisión toma el Ayuntamiento, que debe ir acompañada no solo de inversiones para montar los dispositivos de control, sino de refuerzos de transporte público y habilitación de espacios de aparcamiento s se opta por un Burgos Central de condiciones más duras.
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