Burgos se adapta a la ley de bienestar animal y tramita 70 solicitudes de alimentadores de gatos

Pero, como bien dice Rocío Orive, la ley hay «que interpretarla». Polémica desde su nacimiento, el punto relativo a la venta y exposición de animales no escapa a críticas. «Realmente, lo que prohíbe es la venta de animales no identificados en tiendas de animales, pero aquellos que no dispongan de un sistema de identificación individual, como son hámsters, cobayas o peces, solo estará permitida la compra en estas tiendas. Se permite esa venta, sin embargo, la exposición de animales (gatos, perros y hurones) en tiendas está prohibida», cuenta Rocío.

La ley necesita aún «un desarrollo reglamentario» para que se detallen aspectos como «la identificación de los pájaros» y se especificará, seguramente, que el establecimiento deberá disponer de separaciones. «Ahora no se permite la venta y exposición de gatos, perros y hurones, pero hay un periodo de adaptación», recuerda.

Estas cuestiones que la ley deja a la interpretación están provocando que «la redacción de la nueva ordenanza» sea «más complicada», como reconoce Carlos Niño, concejal de Medio Ambiente, porque hasta que no haya una reglamentación de la ley no se puede implantar. «En cualquier caso, las tiendas de animales de compañías entran dentro de los núcleos zoológicos y esa inspección le corresponde a la Junta», afirma Rocío.

Pero esta ley no afecta solo a la redacción de la nueva ordenanza, también a los animales que ya estaban en una casa y que han sido abandonados.

Con la nueva normativa el Ayuntamiento de Burgos pasa a ser responsable -y propietario- de los animales abandonados en la ciudad, algo que algunos quisieron aprovechar para pedir que se hicieran cargo de sus mascotas.

El Ayuntamiento no puede hacerse responsable de aquellos animales cuyos dueños no quieren seguir cuidando; sin embargo, la nueva ley establece que sí deben hacerse cargo de las mascotas de las personas en situación de vulnerabilidad. «Son los Servicios Sociales lo que nos lo solicitan, o incluso el propio propietario que ya está dentro de algún programa social, nos lo pide», cuenta la veterinaria.

La nueva ley también afecta a las colonias de gatos. «Otorga a los Ayuntamientos muchas competencias y muchas obligaciones», cuenta Rocío. «Se estaban haciendo esterilizaciones dentro de una partida que se destinaban todos los años a ello, y gracias a las asociaciones, se cogían a los gatos, se les esterilizaba y se soltaban», indica.

Ahora, sin embargo, la cosa cambia un poco: «Se capturan, se esterilizan, se pone microchip a nombre del Ayuntamiento, se vacunan, se desparasitan y se sueltan, se devuelven a su colonia». «La ley te obliga a vacunarlos, cuidarlos, darlos de comer… por eso es muy importante que cuando decimos que no se dé de comer a los gatos de manera incontrolada la gente lo encienda. Esta alimentación ayuda a que la colonia deje de estar controlada y es importante controlar a los gatos», añade Carlos Niño.

Para ello, cuentan con un programa que comenzó en septiembre y con el que han creado un modelo de solicitud para ser alimentador oficial de estas colonias. «Queremos que esas personas que están alimentando a los gatos se registren, se les dé una identificación y haya garantías. Hay gente que está en contra de estas personas que están colaborando con el Ayuntamiento. Hasta ahora hemos recibido 70 solicitudes de alimentadores y hay cerca de unas 50 colonias registradas dentro del término municipal. Hay colonias de tres gatos y otras de 30», cuentan desde el Ayuntamiento.

Desde el Consistorio quieren recordar que abandonar a un gato en una colonia está sancionado y que hay cámaras que controlan estas colonias. «La semana que entró en vigor la ley recogimos dos gatos metidos en un transportín al lado de un contenedor», lamenta Rocío.

«Y eso, seguramente, sea por la obligación de esterilizarlos e identificarlos antes de los seis meses. No pasa nada, es una castración que te evita que te mee toda la casa, que maúlle, y un chip», asegura la veterinaria. Además, añade Carlos Niño, que la excusa del coste económico tampoco sirve para argumentar los abandonos, porque quien tiene un animal debe de saber que «tiene unos gastos». «Hay que desparasitarlos, se ponen enfermos…», recuerdan para finalizar.