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Cubrirse la boca y la nariz con mascarilla en espacios cerrados y en la vía pública cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad es, desde este jueves, obligatorio en todo el país. Los burgaleses dan ejemplo del cumplimiento de esta norma y quienes ... no la llevan por la calle esta jornada son una excepción. Tanto en los parques de la periferia, entre quienes pasean solos o acompañados, como en el centro de la capital, la mayoría de los ciudadanos llevan una mascarilla puesta.
Esta semana BURGOSconecta preguntaba a los viandantes si estaban o no de acuerdo con la obligatoriedad de ponérsela y la respuesta, arrolladora, fue a favor de llevarla. Esta opinión mayoritaria se refleja en la vía pública, aunque aún quedan algunos «despistados» que aseguran desconocer la medida o haber «olvidado la mascarilla en casa». En algunas farmacias de Burgos afirman que no han tenido «un repunte de ventas» desde que se anunciara la normativa, sino que llevan «prácticamente desde el principio teniendo una gran demanda». Pero son las menos, un elevado número de farmacéuticos reconoce que, desde el lunes, se ha incrementado la venta de este producto de seguridad higiénico-sanitaria.
Al convertirse en una protección obligatoria, muchos ciudadanos se preguntaban si tendrían problemas a la hora de conseguirlas en caso de que las farmacias de la capital volvieran a quedarse sin stock, como ocurrió el pasado mes de abril. Sin embargo la provisión se está realizando sin problemas y desde el Ayuntamiento han puesto en marcha el reparto de mascarillas para que todos los vecinos tengan acceso a ellas.
35.000 mascarillas han repartido entre trabajadores municipales, conductores del servicio de autobús y otros empleados. Además, desde el Consistorio explican que disponen de otras 25.000 para entregar en los Servicios Sociales, destinadas a aquellas familias con escasos recursos económicos. A esta cifra se sumarán 10.000 más que están a la espera de recibir.
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Pero quienes salgan a pasear o a comprar también habrán observado a algunas personas que llevan mal colocada su mascarilla, o bien bajada y puesta en el cuello, colgando o cubriéndose solo la boca. Las autoridades recuerdan en este caso, que el uso inadecuado de esta protección puede conllevar un riesgo de infección. Porque llevarla «a medias» en realidad no es efectivo para protegerse del virus y puede poner en peligro la salud de los demás.
Solo están exentos de utilizarla los menores de seis años, personas con dificultades respiratorias o con alguna patología, siempre que esté debidamente justificada, así como en el desarrollo de actividades incompatibles con el uso de la mascarilla o por causa de fuerza mayor o necesidad. Por este motivo y, aunque a algunos les resulte incómodo llevarla puesta, la mayoría de la población cumple y decide asegurar su salud y la de sus vecinos.
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