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Vicente Marañón no es nuevo en la política, ni mucho menos. Tras pasar muchos años en las filas del PP durante su juventud, este bilbaíno de nacimiento, pero con raíces fuertemente ligadas a Burgos, se aventuró con Alianza por Burgos en las elecciones generales de ... 2008 para posteriormente recalar en Ciudadanos mientras mantenía su carrera profesional en AENA. Con la formación naranja vivió tiempos convulsos la legislatura pasada y, tras las elecciones municipales de 2019, se vio con la Alcaldía de Burgos en la mano. Sin embargo, el acuerdo entre Ciudadanos, PP y Vox que sí dio sus frutos en otros territorios, no se fraguó a orillas del Arlanzón, y el bastón de mando acabó en poder de Daniel de la Rosa, con quien acaba de sellar un pacto de gobierno que supone una auténtica rara avis.
Hace poco más de año y medio tuvo en sus manos la Alcaldía. Hoy es vicealcalde. ¿Es un premio de consolación?
En las circunstancias actuales, entrar a gobernar es un compromiso del que no esperas ningún premio. Lo que queda de mandato va a estar condicionado por la pandemia y sus consecuencias. Lo que pasa es que la aritmética electoral del Ayuntamiento de Burgos es la que es y el panorama que nos dejó Vox hace 16 meses impedía gobernar al PSOE con soltura. Eso, en tiempo ordinarios, les permitía ir trampeando, pero cuando vimos después de primavera que la pandemia iba a estar aquí mucho tiempo, comprendimos que era una irresponsabilidad tener al Gobierno de la ciudad boqueando, perdiendo el tiempo para negociar todo. Tenemos que concentrarnos en lo que es importante, que es gestionar el impacto de la pandemia en la ciudad.
En todo caso, este no es el escenario que dibujó Ciudadanos en primavera del año pasado.
No. Nosotros llegamos a un pacto con el PP a nivel nacional y autonómico mediante el que nosotros hacíamos presidente de la Junta a Mañueco y de la Diputación a Rico, y luego, el PP daba la Alcaldía de Burgos y Palencia a Ciudadanos. El PP de Burgos dijo que no había ningún pacto y se encargaron de dejarme a los pies de los caballos y de pavonearse, pero el pacto existe. De hecho, ahí siguen Mañueco y Rico gobernando gracias a nuestros votos. Después de los cuatro años de debilidad y agonía de Javier Lacalle, la ciudad no se podía permitir ese escenario. Y ahora, con la pandemia, aún menos.
Meses atrás acordaron con el PSOE el presupuesto de 2020, así como la ordenanza de Movilidad y varias ordenanzas fiscales. Parecía que el pacto de Gobierno estaba encauzado. ¿Han sido difíciles las negociaciones?
Sí, porque el escenario de Burgos es prácticamente inédito en España, ya que nosotros estamos gobernando en la mayoría de los sitios con el PP, y en Madrid, en el Parlamento, estamos en la oposición, tratando de llegar a acuerdos con el PSOE, pero sin entrar en el Gobierno. En todo caso, hacemos camino al andar. Estamos gestionando de una forma diferente una situación diferente. Estamos intentando adaptarnos al contexto y tratar de ser útiles. Para eso llega cualquiera a la política, no para ser irrelevante.
¿Cuáles han sido los aspectos más complicados a la hora de llegar a un acuerdo?
Lo más importante, como en todos los acuerdos, es generar un clima de confianza mutua que nos permitiese llegar a un acuerdo de Gobierno y cumplirlo. Y la confianza se genera teniendo contactos y equivocándonos unas cuantas veces, siendo previsibles en nuestras reacciones, evitando los puntos de fricción y aprendiendo a gestionarlos. Al final, solo había un escenario peor que no llegar a un acuerdo, que era llegar a un acuerdo y que luego fuera un desastre. Eso era inasumible. Queríamos estar seguros de que esto podía funcionar a pesar de ser un acuerdo inédito que además llegaba después de la investidura, que lo complicaba todo mucho más. El PSOE ya estaba gobernando y había gente con competencias e inercias. Para nosotros, solo era sumar, pero claro, para el PSOE todo era restar, y eso siempre es complicado.
¿En qué ha cedido Ciudadanos?
Nuestra prioridad en la primera aproximación no era ni siquiera ocupar áreas de gobierno, pero eso es algo que nos pidió desde el principio el PSOE. Para nosotros, lo más importante era el propio pacto. El para qué. Posteriormente, las responsabilidades que hemos asumido se corresponden con las de las consejerías de la Junta que ya gestiona Ciudadanos. Se trata de conseguir sinergias con el Gobierno de la Junta en las áreas en las que tenemos mayor llegada. Y para nosotros también era muy importante la visibilidad y ocupar la portavocía, tal y como sucede en la Junta.
Sin embargo, en este caso es una coportavocía.
Sí, lo tuvimos que aceptar.
Ese punto del pacto también es inédito. ¿Cómo se articulará la figura de coportavoz junto a Nuria Barrio?
Para el PSOE en general y el alcalde en particular, era una prioridad que Nuria Barrio no fuese despojada de todas sus competencias. Este es un tema que trasciende de lo meramente político y entra en una esfera más humana. Para nosotros era muy importante entrar en un equipo que pudiera funcionar, que no tuviera desde el principio algún integrante dolido o que no estuviera plenamente dispuesto a trabajar juntos. Ahí, pensamos que podía compensarnos compartir la portavocía. Nuestra prioridad es que el pacto funcione. Hay otras alternativas, pero esta es mejor.
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¿Se siente cómodo en esa situación?
Sí, teniendo en cuenta el escenario tan cambiante que hemos ido gestionando. Desde las elecciones, ya nos dimos cuenta de la responsabilidad que nos otorgaba el resultado, y teniendo en cuenta experiencias pasadas, la prioridad era que Ciudadanos fuera un factor de estabilidad y utilidad.
Se le ha comparado últimamente con Francisco Igea. ¿Se siente cómodo con esa comparación?
Paco Igea ha hecho dos cosas muy bien. Una es ocupar un espacio político y mediático enorme en la Junta, consiguiendo tener más visibilidad que el propio presidente de la Junta; y la otra es que aporta un perfil muy profesional, técnico e independiente. Eso antes ya era bueno, pero ahora, con el coronavirus, es vital. Ahora mismo, Igea es una referencia y eso es lo que yo siempre he buscado en política. Cuando eres un profesional, del área que sea, tienes una actitud muy fácilmente identificable. Al demagogo, al que no ha hecho otra cosa en su vida que estar en política, enseguida se aprecia que le falta sustancia, metodología, resolución, búsqueda de resultados y conciencia a la hora de asignar recursos económicos, materiales y humanos. Por lo tanto, mientras esas sean las áreas que me relacionan con otro referente, como es el caso de Paco, serán bien recibidas.
¿Ha habido reticencias de los órganos nacionales y autonómicos de Ciudadanos a la hora de abordar el pacto?
Me he empleado a fondo para que el partido no pusiese ningún obstáculo a dar una solución de gobernabilidad a la ciudad, por lo que no ha habido ninguna reticencia.
Entonces, ¿se ha impuesto el criterio local?
Es que era el mismo que en nacional. Nos han escuchado y lo que les hemos propuesto les ha parecido razonable.
¿Hace un año hubiese sido posible este pacto?
No.
En estos meses, ustedes y el PSOE han tenido algunos roces. ¿Tabula rasa?
Sí. A la política uno no puede venir con la actitud de «me he sentido ofendidísimo porque me has dicho no sé qué». Esto no funciona así. Y menos ahora. Aquí se viene llorado. A la mayor parte de los vecinos de Burgos les importan un pimiento nuestras cuitas. No están a eso. Ni nosotros ni el PSOE pensamos sacar de debajo de la mesa muertos o resentimientos antiguos. En absoluto. Venimos aquí a mirar hacia adelante.
Ha mencionado la importancia, no solo de alcanzar un acuerdo, sino de cumplirlo. La legislatura pasada alcanzaron acuerdos con el PP que, según ustedes, no se cumplieron.
En aquel momento, el PP estaba gobernando, con unos resultados no tan diferentes con respecto a los que tiene ahora el PSOE, pero no respetaron el acuerdo; no nos hicieron ni caso. El PP tiende a intentar ignorarnos porque en el caso concreto de Burgos capital, creo que nos percibe como una amenaza real. Habían estado gobernando esta ciudad desahogadamente salvo cuatro años hace dos décadas. Para ellos, esa era la normalidad. Y esperaban que nosotros fuéramos pasajeros. Lo que ha sucedido es que no somos una amenaza coyuntural, sino que ahora ni siquiera gobiernan. Es más, son irrelevantes políticamente. Esperamos que recapaciten sobre el momento actual y hagan una oposición constructiva y útil, porque la ciudad no está en unas condiciones como para que haya gente remando en contra.
¿Qué espera de la oposición a partir de ahora?
Creo que no tienen el músculo político necesario para articular una oposición constructiva que ofrezca una alternativa al Gobierno por dos motivos. El primero es que no es el momento, ya que estamos en modo supervivencia. Y el otro es porque el grado de bisoñez que hay entre los concejales de la oposición es enorme. Los dos concejales de Podemos y los dos de Vox son nuevos, mientras que del PP solo se mantienen Carolina (Blasco) y Jorge (Berzosa), además de Rico, que está a otras cosas. De momento, no están planteado iniciativas que supongan una verdadera alternativa a lo que ya se está haciendo en la ciudad.
¿Teme que les adjudiquen otra vez la etiqueta de veleta?
Es un riesgo que asumimos. Eso sí, en el caso concreto de Burgos lo veo difícil, porque el contexto no lo hemos elegido nosotros, sino que nos ha venido dado, tanto el gobierno en minoría del PSOE como la pandemia. Lo que hemos hecho ha sido reaccionar. No creo que sea un 'comportamiento veleta' reforzar el gobierno de la ciudad en un momento de máxima emergencia y necesidad. Es una reacción natural. No tenemos ni ida de cómo va a impactar este pacto en el comportamiento electoral de la ciudad en un futuro. No tenemos tiempo de hacer ese cálculo.
Una de las exigencias del acuerdo era asumir la Presidencia de Promueve. ¿Hace falta un cambio de rumbo en Promueve?
Sí.
¿En qué sentido?
Buff. Promueve no funciona. Hay que ponerlo en marcha.
En la presentación del pacto, habló de «apoyo deliberado» a inversores y emprendedores. ¿En qué se traduce?
Voy a poner un ejemplo con una iniciativa del Ayuntamiento de Boston, que hacía de intermediario entre emprendedores e inversores. Valoraba las iniciativas de emprendedores, las filtraban y se las presentaban a los inversores. El Ayuntamiento aportaba seguridad y planteaba un programa de apoyo que incluía instalaciones, servicios y una plataforma de promoción a través de diferentes canales. Como contraprestación, se les pedía a los emprendedores una permanencia de entre tres y cinco años en la ciudad. No pretendían condicionar el futuro de las empresas, pero estimaban que con que se quedara un pequeño porcentaje de las empresas que cuajasen, compensaba a la ciudad. Eso es lo que aspiro hacer aquí. Se tata de competir por el talento, ya sea de Burgos, de Cádiz o de Burdeos. Nos gustaría que Burgos, a través de Promueve, fuese percibido como un lugar adecuado para emprender, aunque tengamos que segmentar para determinadas actividades.
En Burgos se habla mucho de industria, pero ¿hace falta un nuevo impulso?
Sí, totalmente. El desarrollo industrial de la ciudad tuvo lugar hace más de 50 años. En este tiempo, el sector industrial burgalés ha crecido mucho en volumen, pero no se ha diversificado ni en firmas ni en áreas de actividad. El problema es que el sector industrial responde a ciclos y estamos llegando al final de uno de esos ciclos. Tenemos que estar atentos para que todos los sectores que ya están en Burgos sigan aquí según van evolucionando y trabajar para que vengan otras actividades industriales que nunca han estado en Burgos.
¿Hace falta más suelo industrial en Burgos?
Lo importante es que la disponibilidad de suelo no sea un freno al desarrollo industrial. Lo ideal es que ambos procesos sean paralelos. En este momento, a corto plazo, hay suelo industrial en la ciudad, pero es cierto que necesitamos el Parque Tecnológico, sobre todo porque es un ámbito de actividad muy concreto. Una inquietud que tengo, a través de Promueve, es saber siempre cómo está el sector industrial. La parte de la sociedad burgalesa más abierta, externalizada e internacionalizada es el sector industrial. Sin embargo, no quieren saber nada de la política y hay un abismo creciente entre ese sector tan importante y el resto de la ciudad, incluyendo obviamente al Ayuntamiento. Hay que tender puentes, sin decirles lo que tienen que hacer, pero sabiendo qué hacen, qué necesitan y en qué les podemos ayudar. Nos gustaría ganarnos su respeto y tener cierta interacción.
Más información sobre el pacto POSE-Cs
Antonio G. Encinas
Gabriel de la Iglesia
Otro de los ámbitos en los que más ha insistido Ciudadanos en el pacto es la movilidad urbana.
Queda un mundo por hacer. Nuestro objetivo es transformar radicalmente la movilidad, que supone transformar en buena medida Burgos. Después del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), el PMUS (Plan de Movilidad Urbana Sostenible) es el documento más importante para ordenar el desarrollo de la ciudad. Burgos, por su tamaño y orografía, es una ciudad ideal para que haya una transición de los vehículos a motor y vayamos recuperando los espacios para los peatones. Nos gustaría que hubiera muchos más carriles bici, ciclocalles, ciclocarriles y calles peatonalizadas, pero no los hay. Hemos luchado por que haya dinero en los presupuestos. Y lo seguirá habiendo. Necesitamos que las calles de Burgos sean seguras para las bicicletas y los patinetes. Eso requiere un trabajo ingente, porque no se ha hecho prácticamente nada.
Otro aspecto clave es el de los autobuses urbanos. Nos gustaría que la flota de autobuses estuviese mucho más adaptada a la demanda real. Necesitamos todos los recursos municipales comprometidos para transformar la movilidad de la ciudad. No se puede hacer un poquito y luego esconderse.
¿Cuál es la idea que barajan para Gamonal?
La idea con la que nos presentamos a las elecciones era actuar, no solo en Gamonal, sino también en la zona sur y en los polígonos, y para el PSOE, la actuación en Gamonal era una prioridad, por lo que ahí no ha habido problemas para aunar esfuerzos. La calle Vitoria es el principal proyecto de ese plan, pero no el único. En Gamonal hay que actuar, no podemos demorarlo más. Fue una población de aluvión y los vecinos están envejeciendo y marchándose con la misma rapidez con la que llegaron. El comercio está languideciendo. Ni el asfalto ni las aceras de la calle Vitoria han cambiado lo más mínimo desde que era una travesía. El Ayuntamiento lleva décadas sin dedicarle la atención que se merece. Sabemos que hay un riesgo político, pero lo asumimos.
Otro de los caballos de batalla de Cs es la administración electrónica. ¿Hay mucha tela que cortar en ese ámbito?
Muchísima. Es tremendo. Tecnológicamente, tenemos el compromiso plurianual para conseguir los equipos y sistemas necesarios. A partir de ahí, es un reto formidable cambiar el modus operandi de la institución y la cultura de trabajo. En pleno 2020 puedes hacer todo con tu móvil y ver a los vecinos esperando hora y media en la calle para entrar en el Ayuntamiento es una vergüenza. Esta pandemia ha mostrado las costuras. Además, los empleados municipales necesitan tener ese estímulo por mejorar, por ir contentos a trabajar, por no aislarse en reinos de taifas que luego se enfrentan con otros. Advertimos negatividad y falta de ilusión. Es desalentador, pero nadie ha querido meter mano ahí, porque políticamente no vende y puede afectar negativamente al funcionamiento del Ayuntamiento si hay resistencia.
Gamonal, administración electrónica, Burgos Río, rehabilitación del Castillo, movilidad, Mercado Norte… ¿Con la que está cayendo va a haber dinero para abordarlo todo?
Hay dinero. Ya sabemos que la regla de gasto no se va a observar, como mínimo, ni este ejercicio ni el siguiente. Y eso para un Ayuntamiento como el nuestro, con remanentes, es muy importante.
Pero no deja de ser una patada hacia adelante.
Es dinero a corto plazo, sí, pero pretendemos dirigir ese dinero para lubricar la actividad económica en la ciudad y, cuando venga realmente el bajón económico porque se nos han acabado los remanentes y la recaudación haya disminuido, podamos compensarlo con proyectos que han ganado momento y han generado retorno.
¿Cómo serán los presupuestos de 2021?
Van a ser más fáciles de acordar que los de 2020, y serán un desarrollo de éstos, que ya dejaban pistas de lo que iban a ser los ejercicios posteriores. Ahora, con la excepción de la regla de gasto, vamos a disponer de más recursos y vamos a aprovechar para acelerar proyectos y para invertir en los polígonos industriales, que necesitan mucho dinero.
Al hilo de los presupuestos. ¿Qué le parece el borrador presupuestario presentado esta semana por el Gobierno?
Nos llevamos un susto con el Hospital de la Concepción, pero ya nos han explicado que la inversión para empezar las obras va dirigida a través de la Gerencia de Infraestructuras Culturales. Lo que nos preocupa son las autovías A-12 y A-73 o el Ave. Eso nos afecta muchísimo. Son varios proyectos que siempre están encima de la mesa y no se terminan de concretar. Es muy frustrante ver cómo avanzan con una lentitud exasperante. En la A-12, es incomprensible lo que ha pasado en el tramo más cercano de la ciudad, que es el que más nos afecta. Vamos a ver qué capacidad de negociación tiene el PSOE local con sus compañeros en Madrid. Desde la máxima lealtad, porque queremos que este pacto sea estable, presionaremos internamente para poner sobre la mesa lo importante que son para la ciudad determinadas infraestructuras.
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