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Vicente Marañón, buen orador, político vocacional que, dicen, ganaba más dinero fuera de la política que dentro, se vio más alcalde de Burgos el 15 de junio de 2019 que nunca antes. No lo estuvo mientras militó en el Partido Popular, de donde ... salió tras quince años porque, dicen los populares, su ambición no fue correspondida. Ni lo intentó cuando fundó su propio partido, Alianza por Burgos, en el año 2007, una de las 26 formaciones que concurrieron a las elecciones generales por la circunscripción burgalesa en 2008. La composición de la lista ya anticipaba el batacazo. Tras él, Vicente Marañón De Pablo, se presentaban Mercedes de Pablo, Vicente Marañón Arribas y el suplente Iván Marañón De Pablo. Obtuvo 123 votos. Fue el 33º más votado de los 40 que presentaron alguna lista en Castilla y León entonces.
Listas, por cierto, que contextualizan el entonces del partido que hoy comparte gobierno en los ayuntamientos de Burgos y Palencia, en las diputaciones de Burgos, Valladolid y Zamora y en la Junta de Castilla y León. Así, por ejemplo, se observa la presencia del procurador burgalés por Ciudadanos José Ignacio Delgado en la candidatura de Tierra Comunera. Un año antes, Luis Fuentes, hoy presidente de las Cortes, concurría a las autonómicas con el número 11 (de 11 titulares) en la lista de Unión del Pueblo Salmantino. Ciudadanos no tenía candidaturas para las autonómicas. En 2008, en las elecciones generales, Miguel Ángel González, hoy responsable de Acción Institucional del partido en Castilla y León y procurador naranja, ya figuraba como número 1 de la lista de Ciudadanos en Valladolid. La formación naranja obtuvo 2.010 votos en la región.
El año pasado, sin embargo, la Alcaldía estaba tan cerca que cuentan que Marañón ya hablaba de cambiar la decoración del despacho. Vox, PP y Ciudadanos habían pactado a nivel nacional que no se permitieran gobiernos de izquierdas en aquellos municipios en los que la suma de las tres fuerzas hiciera posible un acuerdo. El pleno de investidura fue tenso, con los dos ediles de Vox recibiendo llamadas desde Madrid. Vicente Marañón, que tiene «mucho fondo político, es ilustrado, inteligente», dicen en su partido, calculó mal. Acordó todo con el PP y dejó de lado, se quejaron los dos de Vox, al tercer partido en discordia. Se sintieron ninguneados. Y se votaron a sí mismos. El socialista Daniel de la Rosa, con sus 11 concejales y el apoyo de los dos de Podemos, ganó la investidura.
Pero Marañón, despojado del sueño de gobernar, encontró pronto su nuevo reto político. Su modelo a seguir, aunque desde el bando contrario del partido, es Francisco Igea. Mejor dicho, la figura de Igea en el Gobierno autonómico. Ocupar espacio público, ser la voz y la cara del Gobierno municipal, dirigir y decidir en cuantos más ámbitos, mejor. No está aquí para ser un secundario. Renegociar el pacto a tres con PP y Vox se antojaba complicado, por mucho que Javier Maroto, senador popular por Sotosalbos, anunciara una moción de censura la misma tarde en que se perdió la investidura en Burgos. Por el contrario, Vicente Marañón tenía buena relación con el alcalde socialista, Daniel de la Rosa. Hay quien dice que son «amigos». Otros lo dejan en que «tienen buena relación». En febrero, poco antes de que Arrimadas derrotara a Igea en las primarias del partido, apoyó los presupuestos del Ayuntamiento. Luego llegó la pandemia y, con ella, el giro de Ciudadanos a nivel nacional hacia posiciones más centradas, en esa búsqueda por mostrarse como un partido útil frente a la opción de las trincheras.
Era la oportunidad de Vicente Marañón de buscar esa otra vía de llegar al poder.
De familia burgalesa, aunque nacido en el País Vasco, estudió Derecho en la Universidad de Burgos, pero ejerció su carrera profesional en AENA y ha tenido experiencias laborales en el extranjero. De hecho, no abandonó su trabajo en su primera etapa como concejal del Ayuntamiento de Burgos, adonde aterrizó como concejal raso en 2015. Entonces la portavoz era una 'igeísta', Gloria Bañeres, que estuvo a punto de formar parte de una moción de censura junto a Imagina Burgos y PSOE para desalojar de la Alcaldía al popular Javier Lacalle. La intervención de Luis Fuentes y un acuerdo de gobierno que apenas se cumplirían permitirían a Lacalle impedir esa triple alianza que le habría despojado del bastón de mando. Tras la salida de Bañeres, Vicente Marañón se presentó como número 1 de Ciudadanos a la Alcaldía en las elecciones de 2019.
De apariencia impecable, a veces distante, llevó la negociación del pacto con el PSOE con la portavoz socialista, Nuria Barrio. Exigió tomar las riendas de varias entidades públicas, la portavocía. Tensó todo lo que pudo. Incluso, en un momento de la negociación, que se prolongó cuatro meses, escoró hacia el PP de nuevo. «Es un verso suelto», dicen algunos de los populares, que quieren restar importancia al hecho de que este sea el primer pacto contra el estado de las cosas en Castilla y León. El único relevante -en capitales, ciudades grandes, diputaciones y la propia Junta- en el que el PP no ha sido ese «socio preferente» que dictaminó la dirección de Ciudadanos el año pasado. «De verso suelto, nada», replican desde el partido naranja. La nueva cabeza autonómica del partido, Gemma Villarroel, admitió que conocían las negociaciones con el PSOE en Burgos y que las veían bien. Otras fuentes dicen que cuando el PSOE notó ese viraje a la derecha de Marañón, llamó a Luis Fuentes, entonces coordinador autonómico, para reconducir la negociación. Desde Ciudadanos opinan que aquello fue, simplemente, parte de la estrategia negociadora de Marañón, empeñado en acaparar el mayor protagonismo posible si alcanzaba el equipo de Gobierno.
Una idea que coincide plenamente con las nuevas directrices del partido naranja. La primera, gobernar cuanto más, mejor. La acción de Gobierno como modo de recuperar la credibilidad perdida entre las generales de mayo y las de noviembre de 2019. La segunda, mostrar que el centro es un espacio capaz de mirar a ambos lados. «Hay que cambiar el concepto de partido veleta en política», dijo Gemma Villarroel a El Norte cuando se hizo con el puesto de coordinadora autonómica. Y Marañón, al fin, es vicealcalde y viceportavoz. Parte de su sueño político, al fin cumplido.
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